Te atrapé, caperucita

—Dana, tengo que volver al Sur, pasó algo.

Al ver la cara de preocupación de Román, Dana sintió que su vientre se apretaba.

—¿Qué pasó? ¿Necesitas ayuda…?

—No. Debo solucionar esto por mi cuenta. Iba a acompañarte al Oeste y no quiero dejarte sola pero…

—No, tienes que ir. Tú y tu familia siempre han hecho tanto por mí, si necesitas ayuda, cualquier cosa…

Román negó con la cabeza sintiéndose aturdido, no podía dejar pensar en lo que le habían avisado.

—Lo harás bien, tú no necesitas a nadie para tomar las riendas de tu manada. Nos vemos.

Kian vio el momento en el que Román tomó el rostro de Dana y lo alzó depositando un beso en su frente que provocó que él gruñera.

Incluso el beso más casto significaba que él la había tocado.

No quería a ningún hombre merodeándola. Mucho menos ese que se proclamaba su prometido.

—¿Esa hembra es… tú compañera? —preguntó con suavidad su madre.

Él no apartó los ojos de ambos a punto de ir a separar a Dana de Román. Cada segundo que pasaba se estaba convi
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