Irina Krytow. Krasnoyarsk, meseta de Siberia Central, hace dos años. Esa noche me acosté emocionada, como cada noche mi padre, la beta de la manada Krasnaya Luna, vino a arroparme, y a desearme que mañana fuera el mejor de mis días, había tomado esa costumbre desde que se lo había prometió a mi ma
Irina Krytow. La Sierra de la Culebra, España, hoy en día. Miré por última vez como el Alfa Ramírez, jefe de la manda, Sierra Blanca, moría a manos de del Alfa Malcon McDonald, del clan escoces, Green Mountains, mientras yo sentía el dolor que sentían toda la manada española, al ver morir a su Al
Desmond Darkness. Mientras clavaba mis colmillos en su cuello, supe que la vida del Alfa de la manada Dunkles Feuer, había acabado, hacia semanas que ese maldito y estúpido Alfa, le había retado, él quería conseguir el título de Rey de los Alfas, el idiota sólo porque podía mírame, a los ojos como
Irina Bykow. - “Decididamente, Malcon McDonald estaba totalmente loco.”- pensé mientras miraba a las afueras del Castillo de los McDonald, miles de clanes se apostaban, a la espera de asaltarlo para cobrarse su botín. Pronto se corrió el rumor de que Malcon se quería saltar todas las indicaciones
Desmond Darkness. -” ¿En serio que hemos venido hasta Escocia porque no puedes dormir?”- la insistente voz de Elijah en mi cabeza, era más que molesta, me había preguntado eso por quinta vez mientras corríamos entre la espesura de los páramos de esa belleza que era la highlander. Las primeras cua
La vi salir de las aguas completamente mojada, llevaba una túnica que la cubría toda, incluso la cabeza, miraba al rededor como buscando algo, la vi girarse y darme la espalda, se había puesto de cara al viento, así que sabía que no me podría detectar, si me acercaba a ella, en cambio yo recibía com
Ava McDonald. Sentí eso olor desde que salí del agua, desde que los efectos del elixir de mofeta desaparecieron de la ropa. Yo sabía que el elixir de mofeta era lo mejor para anular la capacidad olfativa de cualquier lobo, lo había usado siempre que huida del castillo, cuando descubrí que uno de l
Me acerque a ella, y le alcé con una mano la barbilla para que me mirara. De nuevo tembló, pero esta vez era autentico terror. -” Eres mía, nunca debes agachar la cabeza ante mí, yo también soy tuyo, somos uno.”- le dije con voz tranquila para no asustarla. -” Yo... no ... soy...”- su voz no dejab