Desmond Darkness.
Mientras clavaba mis colmillos en su cuello, supe que la vida del Alfa de la manada Dunkles Feuer, había acabado, hacia semanas que ese maldito y estúpido Alfa, le había retado, él quería conseguir el título de Rey de los Alfas, el idiota sólo porque podía mírame, a los ojos como no lo hacían los otros Alfas, creía que tenía el poder para ganarme.
Mientras su cuerpo caía inerte en el suelo, sentí como mi beta me llamaba entre la espesura del bosque.
- “¿Qué ocurre?”- le pregunté mediante el enlace de Alfa y Beta.
- “Ese estúpido de Alder, ha mandado a su beta que acabe con su manada, si él pierde, los han encerrado en un pajar, y pretende incendiarlo para matarlos a todos.”- dijo Elijah, mi beta.
- “Encárgate del Beta, protege a la manada, yo iré ahora.”- pronto comencé a correr hacía la esplanada de la manada Dunkles Feuer, al llegar allí ya mi beta se estaba encargando de Burk, la beta del difunto Alder. Mientras la manada aullaba dentro del granero. Fácilmente como era de esperar Elijah acabó con la vida de Burk, mi beta era una beta fuerte, incluso más fuerte que muchos Alfas, así que, para cualquier Beta, era una apisonadora.
El Alfa y la beta de la manada Dunkles Feuer pasaba por ser unos lideres justos, con una manada fuerte, pero nada más lejos de la realidad, su Alfa y su beta eran muy crueles, con los lobos de rango bajo, los pobres omega eran torturados, y muchos eran vendidos de manera oculta otras manadas para que estos juagaran con ellos, de esta forma sólo había representantes fuertes en la manada, selección natural lo llamaba el Alfa Alder.
Cuando me enteré de esas prácticas, mandé a espiar a la manada y a su Alfa, y mis sospechas fueron confirmadas, así que usé las palabras que había pronunciado el idiota de Alder, de que era más fuerte que yo, el enigmático, rey oscuro, para retarlo, por el título de rey. La ambición de ese viejo lobo alemán era desmedida, y este era el resultado.
Mandé a soltar a la manada mientras mis hombres rodeaban el granero para evitar que nadie escapara. Al salir del edificio, la manada se encontró con mi imponerte figuran delante de ellos, un gran lobo Alfa, de ojos oscuros, y pelo oscuro, que es más grande que su antiguo alfa, y que los miraba a todos serio, y con una mirada peligrosa de advertencia.
Sabía el miedo que proporcionaba a otras alfas y a las manadas, muchos lobos de alto rango que había ante mí ni siquiera me miraban a los ojos, mi popularidad de Alfa despiadado, y oscuro, un demonio que lo arrasa todo a su paso, era algo de lo que yo me había encargado de promocionar de la forma muy efectiva. Que los miembros de ese clan pensaran que yo era el que quería incendiarlos dentro del granero, me venía bien a mi aterradora historia.
Tras transformarme, y coger la ropa que mi beta, ya transformado, me entregaba, comencé a vestirme delante de unos aterrorizados lobos, esto me dio tiempo para mi siguiente puesta en escena.
- “¿Dónde está la luna de la manada?”- pregunté con voz firme que no admitía que no se me respondiera, vi como mucho de ellos se encogían ante mis palabras.
Al principio silencio, pero finalmente salió una mujer pequeña, muy delgada con una gran cicatriz en la cara, que debió haberse hecho con un cuchillo de plata, porque no se había sanado.
- “Soy …yo…”- dijo mirándome con terror.
- “Creo que no hace falta que te diga que eres viuda.”- le dije mostrando una sonrisa de satisfacción, que aseguraba al que me miraba que había disfrutado matando a su alfa.
Por un segundo vi felicidad en los ojos de la Luna, como si yo le hubiera Librado de un gran castigo, pero enseguida se recompuso.
- “Lo sé”-dijo bajando la cabeza para simular dolor, pero por tenía la sensación de que era fingido.
- “Bien pues tienen dos opciones, o aquí y ahora me juran fidelidad como su nuevo Alfa, o vuelvo a meterlos en el granero y le prendo fuego como era mi intención al principio, ¡Decidan que van a hacer!”- les dije mientras los miraba temblar de terror ante las expectativas que les estaba haciendo elegir
Pero enseguida supe que me elegirían mí, agacharon la cabeza me juraron fidelidad como su nuevo Alfa. Una vez acabado el juramentó, la antigua luna, me entregó algo que escondida del resto de la manada.
- “Alfa, mi gente no se lo dirá, pero gracias, le hago entrega del tesoro que ese maldito me hizo guardar de todos, como mi nueva alfa debe ser suyo.”- me dijo dándome un colgante de cuero donde colgaba una piedra de un azul muy intenso.
- “¿Qué es esto?”- pregunté serio.
- “Es el collar que llevaba la Gamma que todos están intentando conseguir, ese maldito casi la consigue, pero se la robaron en el último momento, sólo consiguió este collar, su ira fue indescriptible.”- dijo la antigua luna tocándose la cara donde tenía la cicatriz, así supe quien la había marcado.
Recogí el collar y asentí, lo guardé en mi bolsillo. Sabía que todas las manadas estaban como locas por obtener a esa Gamma, todas menos él, no deseaba entrar en conflictos con otros clanes por una loba, por mucho que diera estabilidad a su manada, de eso se encargaba él, que para eso era su Alfa, además, sólo había que ver la revolución que había creado esa Gamma por toda Europa, no generaba más que conflictos, enfrentamientos y muerte entre clanes.
Cuando llegaron a sus tierras en Irlanda, iba a entregar el collar a su tía adoptiva Nelda, ella no era un licántropo, en realidad es una Banshees, una bruja irlandesa, su madre la salvo una vez de unos lobos pícaros que la tenían acorralada para matarla, y ellas se volvieron muy amigas, Nelda es la mayor protectora de mi madre, y de la manada, es responsable del círculo de energía que protege el territorio de la manada, y es mi querida tía.
- “¿Dónde has sacado esto?”- preguntó Nelda, sorprendida.
Así que le conté la historia que me había contado la antigua luna de la manada Dunkles Feuer, y ella sonrió muy feliz.
- “Puedes tocar la piedra, quiero ver una cosa.”- la miré interrogante, pero nunca le había podido negar nada a ese viaje brujo.
Al tocarlo, las piedras del colgante brillo con fuerza, como si tuviera luz propia. Y sentí como por mis manos corría una energía extraña, que me hizo soltarlo de la sorpresa.
- “Lo sabía”- me dijo.
- “¿Qué sabías? ¿y que ha sido eso?”- pregunté sintiendo aún esa corriente extraña en los dedos de mis manos.
- “Tienes que encontrar a esa loba, la gamma y traerla a nuestra manada lo antes posible, la magia te ha elegido como su protector.”- me dijo, y yo la miré como si me hubiera dicho que me había salido otro ojo en medio de la frente.
- “Yo no tengo que hacer nada, no me interesa eso de la Gamma y sus poderes, así que dile a tu magia que me deje en paz ¿vale?, tengo cosas que hacer más importante, he traído nuevos miembros a la manada, tengo que distribuirlos, y entrenarlos.”- le dije desinteresado mientras me dirigía hacia la puerta para salir de la choza donde vivía la Banshees.
- “Espera llévate esto, cuélgatelo y no te lo quietes, o no te gustará el resultado.”- me dijo, pero yo ni me giré, así que nada más salir por la puerta sentí que algo se movía a mi lado, y vi como un enorme árbol que llevaba siglos aguantando estoicamente junto a la choza de la Banshees, caía a muy pocos centímetros de mí, sin que casi detectará su movimiento.
- “Te lo dije Alfa, y eso sólo es el principio.”- me dijo Nelda, desde la puerta de la choza.
Sin decir nada me volví y dejé que la bruja me colgara el maldito collar.
- “Pero no creas que voy a buscar al Gamma, olvídalo.”- me dije con mi voz de Alfa como si eso le afectar a Nelda, ella sólo sonrió.
- “Eso, Alfa por desgracia, ya no está de tu mano”- me dijo, y yo la miré ceñudo.
Claro que lo veríamos, a mi nada ni nadie me obliga a hacer algo que no quería hacer, faltaría más, no por nada soy el temido, fuerte, y despiadado rey Oscuro, Desmond Darkness, el Alfa de la manda más grandes y poderosa de todas, Blue Moon, nadie me obligaría a hacer algo que no deseaba hacer.