La chica equivocada.
La chica equivocada.
Por: Almy G. B.
1.

Mire a Brandon coquetear abiertamente con una chica frente a mí, me obligue a mirar a otro lado presa de la ira no solo porque el imbécil lo hiciera tan abiertamente cuando hace menos de dos semanas había roto conmigo sino también por los susurros nada discretos que oía a mis espaldas.

—Algunos dicen que termino con él porque la encontró con otra —dijo una.

—Yo me enteré de que terminó con ella por ser muy intensa —continuó otra haciéndome blanquear los ojos.

Si, él terminó conmigo pero por las razones que menos se imaginarían.

—Yo en su lugar me hubiera quedado escondida en mi habitación dos semanas como mínimo —dijo la primera de vuelta.

—Pues yo me hubiera mudado ¿Cómo le hace para verlo con otra y no enfadarse? 

Me gire hacia ellas.

—Pues se llama seguir la vida, contrario a lo que todos piensan me vale una mierda que eso se haya acabado —ambas me miraron perplejas—. Las relaciones van y vienen, así son las cosas y no sé qué rumor anda corriendo por ahí pero antes de seguirlos deberían preguntar 

—¿Entonces fuiste tú la que terminó con él? —pregunto la pelirroja.

—Venga ya, sintéticas sin vida ¿Por qué no se meten en propios asuntos? —mire hacia mi izquierda para ver a Diana fruncirle el ceño a las dos chicas.

—Sin ánimos de ofender pero, es de ella de quien queremos obtener información —musito la morena señalándome.

—No tiene sentido Diana, esto va a seguir así 

Ella blanqueó los ojos.

—¿Quieren saber qué pasó? Danielle se dio cuenta de que Brandon es muy idiota para ella y poco hombre, eso pasó 

Traté de contener mi risa al ver las expresiones de esas dos chicas.

—¿Qué se supone que significa eso? —preguntó la pelirroja.

—Definitivamente eso ya no les incumbe —chasquee la lengua—, me reservo los detalles —me di la vuelta mirando hacia el frente de nuevo mientras Diana se deslizaba a mi lado, ambas ignorando las maldiciones tras nosotras.

—Eres una maldita suertuda por tenerme como amiga 

Sonreí.

Diana era la mejor, siempre se las arreglaba para salvarme cuando más la necesitaba. Aunque al principio nos habíamos caído súper mal porque ella tiende a ser muy dominante, a medida que nos conocimos mejor, nos dimos cuenta que teníamos más en común de lo que pensábamos.

—¿Qué le ve a esa después de todo? —dijo señalando a la castaña junto a Brandon.

—Tiene buen trasero —encogí los hombros y Diana ladeo la cabeza.

—Mm no, definitivamente tú lo tienes más grande 

No pude evitar reír.

—Cállate 

—No vengas con modestia ahora… mataría por tener tu trasero 

—Recuérdame de nuevo ¿Por qué demonios estamos viendo economía juntas este semestre? 

Ella lanzó su cabello negro atrás sobre su hombro.

—Porque me amas y no es suficiente con solo verme en el trabajo 

—Como sea, no entiendo porque mierda debo verla con Brandon también —apoye mi cabeza contra mis brazos en la mesa.

—Vamos nena, que no vea que te afecta. Ya han pasado dos semanas —sentí su mano acariciar mi hombro—, lo superaras

—Es difícil cuando lo veo coquetear descaradamente con cualquier chica frente a mi ¿Sabes? 

Ella suspiró.

—Danielle por favor, eres más hermosa que muchas de las chicas de por aquí es decir. Rubia natural por el amor de Dios ¿Dónde encuentras eso hoy en día? 

Reí ante su tono.

—Supongo que no es la primera vez que dejan a alguien —me senté de nuevo.

—Esa es mi chica —Diana me abrazó de costado.

Bien definitivamente cenar con la familia perfecta no era mi fuerte, Lucas siempre se sentaba junto a mamá en la mesa. Estaba por terminar sus estudios de medicina. Papá en la cabecilla de la mesa charlaba alegremente junto a él y mamá sobre su última conferencia de medicina. Ambos doctores reconocidos; el gran Stefan White cirujano plástico y Lyric White era una gran dermatóloga de allí su obstinado uso de tónicos para la piel.

Jasón de dieciocho años, siempre se sentaba junto a papá. Era extraño ver como lo idolatraba; quería ser como él y hasta estaba decidido a ser cirujano plástico. Valeria por otro lado, había tomado la rotunda decisión de ser pediatra contando con tan solo quince años y ya papá estaba feliz.

Mire al frente a mi reflejo, mi hermana gemela prestaba más atención de la necesaria a la conversación de mis padres y Lucas. Éramos tan iguales y a la vez tan distintas; nuestra manera de pensar, hablar, vestir, peinar. Nada entre Anabelle y yo se asemejaba y por supuesto no había que pensar demasiado para adivinar cuál era la gemela favorita.

Podía ver la mirada de orgullo en los ojos de mis padres cada vez que la veían, su futura hija sería una brillante psicóloga en un futuro. Y luego estaba yo, la sobrante en la ecuación. Recuerdo que a mamá casi le da un infarto cuando supo que estudiaría economía, no hace falta ni decir que papá jamás volvió a expresar una forma de afecto hacia mí. Pero eso comenzó muchos antes de que siquiera yo decidiera lo que estudiaría.

Centré mi atención en Valeria, ella luchaba con los guisantes porque sabía los aborrecía. Inclinándome hacia ella murmuré:

—Puedo distraer a mamá mientras los pones en mi plato 

Ella me miró con ojos de venado asustado.

—¿Harías eso? 

Asentí.

—También los odio —señalé mi plato—, jamás los comeré

—Mamá no te castigará, a mí sí y me quedaré sin postre —musitó.

—Si hace eso te daré el mío 

Ella rió.

—Mamá se enfadará 

Encogí los hombros.

—Nunca soy la buena así que ¿Por qué no hacer algo malo de vez en cuando? 

Ambas reímos llamando la atención de los demás en la mesa.

—¿Por qué no comparten? —preguntó mamá mientras retiraba los platos—.Valeria no has comido tus guisantes

—Los oído, lo sabes —ella sacudió su cabeza e hizo un mohín.

Mamá dio un suspiro resignado y blanqueó los ojos, Lucas se ofreció a ayudarle así que ambos salieron a la cocina.

—Me ha contado Anabelle que estás trabajando —habló papá. 

—Estoy trabajando desde que comencé la universidad papá —espeté.

—No me hables en ese tono —espetó de vuelta—. Sabes bien porque estás en esta posición 

Apreté mis manos en puños.

¿Cómo no iba a saberlo? Solo por no querer estudiar medicina retiro todo el apoyo financiero que pudiera prestarme y estaba más que seguro que yo ni siquiera iría a la universidad. Por suerte tuve buenas calificaciones para conseguir una beca y tenía lo suficiente ahorrado como para estar bien por un tiempo hasta conseguir un buen trabajo. 

Estar en habitaciones compartidas me ahorra bastante en cuanto a alquiler se trata pero apesta cuando tienes a una compañera de mierda.

—No necesito tu ayuda —murmuré. 

—Danielle —me giré hacia Anabelle—. ¿Por qué no aceptas la ayuda de papá? Podrías hacer un cambio de carrera y estudiar psicología, conmigo 

Reí sin humor.

—Debes estar bromeando 

—Deberías considerar la propuesta de tu hermana, podrías tener tu propio apartamento cerca del campus como Anabelle y hasta tu propio auto 

Jadeé.

Mi propio padre, sobornándome solo para que hiciera lo que él quisiera. 

—Lo he dicho ya, no necesito de tu ayuda 

Papá frunció el ceño y estaba a punto de responder cuando Anabelle habló.

—Me enteré de que Brandon y tú rompieron ¿Qué paso? 

Me giré hacia ella en estado de shock ¿Por qué demonios tenía que decir eso frente a papá?

—¿He oído bien? —me giré para ver a mamá entrar de nuevo al comedor junto a Lucas con una bandeja llena de prostre—. ¿Tenías novio y yo no lo sabía Danielle? 

Suspiré con resignación.

—Como ya lo dijo Anabelle, rompimos así que tranquilízate 

Sin embargo ella pareció hacer caso omiso a mi comentario.

—Debo hacerte una cita con Richard, es el mejor ginecólogo de la ciudad —seguramente estaba tan pálida como papá pero ella no pareció notarlo—. Sé que has tenido tus rollos en secundaria y probablemente en la universidad, has sabido cuidarte pero no está de más tomar prevenciones. Sé que tu padre no quiere oír esta conversación pero prefiero incomodarlo ahora a que dentro de unos meses llegues aquí con el vientre hinchado pidiendo ayuda 

Mi boca cayó abierta.

¿Esto realmente es una familia? Porque si lo es no quiero tener nada que ver con ella. 

Me levante de la mesa viendo las expresiones de horror en todos. Mamá siguió poniendo plato por plato sobre la mesa y solo se percató de que yo me había alejado de ésta cuando no estuve en mi silla cuando me tocó el turno de recibir el pie de limón

—Siéntate a comer el postre —ordenó.

—No pienso quedarme —escupí—, solo vine porque hacía bastante que no los veía pero fue una mierda de cena

—Cuida tu lenguaje —espetó mi madre.

—Lo dice la mujer que espera tenerme aquí en unos meses embarazada porque piensa que soy una puta

—¡Danielle! —exclamo Jasón, el siempre defendía a mamá.

—Solo iré por unas cosas que deje en mi habitación la vez pasada y prometo que me largo de aquí —estaba a punto de girarme y caminar cuando la voz de mi madre me detuvo.

—Las cosas de tu habitación mmm… las tire —abrí mis ojos—. Anabelle necesitaba más espacio para estudiar en fin de semana, pensamos que como tu casi nunca venías te daría igual 

—¿Pensaste que deshacerte de mis cosas no me molestaría pero no te detuviste a pensar que quizás yo necesitará algo de allí? 

—Los dejaste la última vez, no pensé que las querrías —dijo Anabelle.

—Esto es increíble —solté una maldición y camine hasta la sala pero antes de salir me giré—. Si deshacerse de mi habitación era una manera de que su oveja negra no vuelva a avergonzarlos. Felicidades, lo han logrado porque no hay manera en el infierno en que yo vuelva a poner un pie en esta casa otra vez —y con eso azoté la puerta de la entrada detrás de mí.

Conduje hasta el complejo de habitaciones donde residía en la camioneta que Diana muy gentilmente me había prestado cuando le dije que volvería a casa. Siempre había dicho que necesitaba limar asperezas con mis padres; bueno Dios sabe que lo había intentado y si me quedaba una esperanza de que ellos se preocuparan por mí, había desaparecido. Entonces que se vayan a la mierda, había sobrevivido sin su ayuda por más de un año. No la necesitaba ahora.

Caminé hasta la habitación de Diana y toque a la puerta, una sonriente Serena la abrió.

—Hola Danielle, pasa —se hizo a un lado y entré. 

—No es necesario, solo vengo a entregarle las llaves del auto a Diana 

Ella negó y me halo del brazo hasta dentro donde Diana leía un libro sobre su cama.

—Hey guapa ¿Qué tal ha ido todo? —preguntó cuándo levanto la vista.

—Mal 

Ella suspiro y miro a Serena.

—Siéntate linda y cuéntanos todo —dijo ella mirándome fijamente.

Les conté todo lo que había pasado, Serena era la compañera de cuarto de Diana pero era una chica increíble. Hacemos cosas las tres desde que tengo memoria y moriría por tener una compañera de cuarto como ella. Para mi mala suerte mi compañera es la amargura reencarnada.

—Es todo, le voy a dar unas buenas patadas por el culo a tu hermana —espetó Diana—

—Yo te acompaño, ya de paso se las he querido dar desde que se enrollo con Connor hace tres meses —concordó Serena.

Reí.

Serena estuvo saliendo por cuatro meses con Connor antes de encontrarlo besando a Anabelle. Ella se disculpó alegando que no sabía que ellos salían, pero Serena cree firmemente que era mentira ya que ellos solían ser muy demostrativos el uno con el otro ya sea en público o en privado. Surgieron rumores de que Anabelle y Connor se siguieron viendo un tiempo después pero nunca se supo si era cierto o no.

—No es tan mala chicas, no tiene la culpa de que nuestros padres sean como son —musité.

—Eres demasiado buena Danielle y eso no es bueno —Serena sacudió su cabeza.

—Sé que dices eso de ella por lo de Connor pero solo hubieron rumores —continué.

—Realmente a veces eres demasiado ingenua —dijo Diana y acarició mi hombro—. ¿Entonces qué harás? 

—Lo mismo de siempre, trabajar y estudiar. No puedo darme el lujo de perder la beca, menos ahora 

—Tienes razón 

—¿Has hablado con Brandon? —miré a Serena frunciendo el ceño y negué—. Estuvo toda la mañana buscándote 

Mire a Diana y ambas blanqueamos los ojos.

—Lo vimos esta mañana en economía y estaba muy ocupado con otra chica —dijo Diana—. Ni nos notó 

—Bueno, me pregunto por ti cerca de las once 

—Brandon me vale ahora, no necesito distracciones. Necesito concentrarme en dejar el lío de mi  familia a un lado y si significa no tener novio que así sea

Diana y Serena se dieron una mirada cómplice y sonrieron. 

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