Expuesta

Me dio mucho miedo cuando se abalanzó a Alex, parecía otra persona y… por más que le gritaba que lo dejara, no lo hacía. No quedó rastro del Alejandro dulce que la noche anterior durmió acurrucado a mí; el que me dijo que me quería y llenó mi rostro con muchos besos.

—¡Alejandro, por favor, déjalo! —supliqué entre el llanto.

Tenía la fama de ser un hombre muy pacífico, el que fácilmente lloraba con las películas de finales tristes: el muchacho grandote con corazón de algodón. Y sí, yo lo creía también, porque lo veía amarrarse a mi cuerpo cuando se sentía decaído; acurrucaba su rostro en mi vientre mientras abrazaba mi cintura con fuerza.

Pero esa noche no había nada de rastros de ese hombre amoroso. Sus ojos estaban encendidos de rabia; sus brazos se movían solos,

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo