39. Deudas

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Helen

Era justo que estuviera aquí. Llevaba varios días sin saber de mi hija y, además, aprovecharía para pedir ayuda a mi futuro yerno. Eso era lo correcto, ¿no? Mientras caminaba hacia la entrada principal de la mansión Seraphiel, el guardia de seguridad me miraba con evidente extrañeza, como si fuera una intrusa.

—Señora, ¿qué desea? —preguntó con un tono seco.

Levanté el mentón, sintiéndome llena de orgullo.

—Ver a Gabriel Seraphiel. Es mi futuro yerno —respondí con seguridad.

El hombre alzó una ceja, claramente sorprendido por mi declaración, pero no hizo comentarios.

—Déjeme comunicarme con el joven maestro —dijo finalmente, llevándose un intercomunicador al oído.

Poco después, me dejaron pasar, pero para mi sorpresa, no era Gabriel quien me estaba esperando en el recibidor. En su lugar, una mujer de cabello caoba y figura impresionante se encontraba allí, con una postura elegante pero peligrosa. Me recordaba a mis mejores días, cuando yo también podía llamar la atenc
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