La recepción es en un hotel de cinco estrellas. Entrar al salón de fiestas es como entrar en un candelabro, todo es tan rico en brillo y glamour.—¿Qué piensas? —le pregunta Liam.—Solo que, la persona que planeó la boda, creo que estaba loca. Las cosas se le fueron de la mano, esto es demasiado.—No te preocupes. Yo mismo me aseguré de ordenar que toda la comida que sobre sea donada a la caridad, así que no tienes que sentirte culpable.—Creo que el embarazado me ha hecho cambiar mi punto de vista sobre muchas cosas. No hay nada que me entusiasme más que comenzar el proyecto junto a las ONG que estuvimos viendo.—Y yo estaré feliz de ayudarte y estar a tu lado a cada paso del proceso.Los novios disfrutan, ríen, se besan, comparten y bailan por todo el salón mientras la música toca. Liam la abraza, sosteniéndola con fuerza y Rebecca se siente como si por primera vez en el día, estuviesen solo ellos dos.—Así que, finalmente lo hiciste —le dice él y ella se le queda mirando con una ce
Cuatro meses después…Un dolor agudo en el bajo vientre despierta a Rebecca en medio de la noche. Abre sus ojos desconcertada y lleva su mano hacia el lugar del dolor.Unos segundos después, otra punzada incómoda la ataca y se sienta en la cama cuando siente algo mojado bajo ella. No tarda mucho en caer en la cuenta de que ha llegado la hora de que el bebé nazca.Los nervios la inundan formando un gran caos en su interior. Mira hacia al lado y observa a Liam durmiendo tranquilamente. Se inclina y toca su hombro.—Liam —lo llama con voz temblorosa— Liam —vuelve al llamarlo al ver que no despierta, pero es en vano, está sumido en un profundo sueño.Rebecca suspira y respira profundamente cuando otra ola de dolor, esta vez más intensa, la atraviesa y vuelve a llamar a su esposo, esta vez, prácticamente gritando por el pánico.—¡Liam!—¿Qué, qué? —despierta él desconcertado mirando hacia todos lados y se mueve en la cama como un pez fuera del agua para luego fijar sus ojos en la mujer de
Las contracciones de Rebecca ya son cada seis minutos de intervalo, ha entrado en trabajo de parto más pronto de lo que ella se imaginaba. Podría tener a su bebé en cualquier momento.—¿Qué tal te sientes? —le pregunta Liam, una vez ella está instalada.—Estoy aterrada ¿Qué tal si hago algo mal? ¿Qué pasa si no puedo con esto? —la voz de Rebecca está más temblorosa que nunca.—Nena, eres la persona más fuerte que conozco, quiero decir, pudiste conmigo en mi peor momento y pudiste manejarme. Si alguien puede hacer esto, eres tú. —Le asegura Liam regalándole una sonrisa tranquilizadora.Una contracción mucho más fuerte que las anteriores atraviesa a Rebecca haciendo que esta apriete la mano de Liam con vigor para pasar el dolor.Unos segundos después, la doctora aparece por la puerta. Revisa sus instrumentos y, luego entre las piernas de Rebecca y sonríe.—Estás lista, traigamos a este bebé al mundo —le dice la doctora.—Puedes hacer esto, nena.—No me dejes, por favor —le suplica ella
Diez meses después…Las olas golpean la orilla de la tierra en Irlanda y mojan a Rebecca con una pequeña brisa en su rostro. Liam y ella decidieron que llevar a los niños a la tierra natal de él era lo mejor.—¡Mira esto, Maya! —Liam llama a su hija desde el otro lado de la playa pequeña y rocosa y ella va corriendo.La niña se agacha junto a la roca a la que su papá está apuntando y la examina con ojo crítico.—Creo que es basalto. Hay muchos de esos aquí en Irlanda.—Vaya, alguien ha estado investigando.—¿Están listos para almorzar? Me estoy muriendo del hambre y creo que vi un pub en el camino.—¡Sí! —responde Maya emocionada y Liam y Rebecca se observan sonrientes.No ha habido una sola cosa que a Maya no le haya gustado en ese viaje hasta el momento y los pubs son una de sus cosas preferidas. Mientras más antiguos sean, mejor para ella.El bebé comienza a llorar y Rebecca voltea a ver la carita arrugada de su bebé amarrado a su pecho.—¿Qué pasa, mi pequeño? ¿También tienes ham
“¡Ya está! Lo he decidido, hoy es el día en el que finalmente voy a renunciar a mi puesto de trabajo”, fueron los primeros pensamientos que le llegaron a la cabeza de Rebecca cuando sus ojos se clavaron en la tanga roja que se encontraban sobre la silla de su oficina. Encolerizada se acercó a ella y la arrojó con desdén al bote de basura. “Estoy cansada de encontrarme las evidencias de un momento lujurioso de él por toda mi oficina, no me importa que sea mi jefe, estoy harta”, volvió a decirse para sus adentros y, de forma decidida comenzó a teclear en su computadora:“Estimado Liam Edwards, a pesar de que hemos estado trabajando juntos por más de cinco años, tengo que informarle que renuncio. Aprecio en demasía el tiempo que he pasado en esta empresa aprendiendo de ella y de usted. Me comprometo a entrenar como es debido a mi reemplazo antes de marcharme…”Justo antes de que pudiera pulsar el botón azul de “enviar”, el picaporte de su puerta giró y Liam apareció ante ella.- Buenos
Liam hizo pasar a Margot, él la conocía muy bien, había estado con ella el tiempo suficiente como para saber que era una persona interesada y que solo había salido con él por su fama, para captar la atención de los medios además de su evidente belleza física. Estaba convencido de que, si se había tomado la molestia de ir hasta sus oficinas después de años sin verse era porque quería algo y estaba dispuesto a averiguarlo.- Entonces ¿ya podemos hablar, o más a necesitar más tiempo con tu asistente? Si mal no recuerdo, tú te tiras a cualquiera que te pase por delante –dijo Margot en cuanto atravesó las puertas.- En primer lugar, mi nombre es Rebecca, no soy una cualquiera como acabas de decir y, en segundo, he sido la asistente de Liam por cinco años y jamás hemos tenido más que una relación estrictamente profesional, no creo que sea de tu incumbencia lo que sucede o no en estas oficinas, pero solo te estoy haciendo la aclaración.Las palabras salieron de la boca de Rebecca sin darle t
En cuanto la niña entró, sintió la calma que rodeaba la habitación y fue directo hasta el jardín de rocas que Rebecca había armado en el marco de su ventana, le encantaban esos pequeños detalles y lo había conformado de tal manera que parecía un jardín. Maya tomó una de las rocas en sus manitas.- Una amatista –le informó Rebecca.- Lo sé, es un tipo muy extraño de amatista ¿son tuyas? –le preguntó señalando las piedras.- ¿Te gustan las rocas?- Sí, quiero ser geóloga de grande pero a mi mami no le gusta mucho la idea, dice que eso no es un trabajo que impacte –dijo Maya haciendo una mueca de desdén en su rostro tan parecidas a las de Liam que la prueba de paternidad comenzó a parecer redundante para Rebecca.En ese momento, la pequeña toma una roca naranja y junta sus cejas en señal de extrañeza.- Es una cornalina –Rebecca le vuelve explicar.- Me gusta, el naranja es mi color preferido, me recuerda al Gran Cañón, siempre he querido ir –la niña se queda mirando la piedra por unos s
Rebeca regresó hacia su oficina, necesitaba repensar todo lo que había sucedido en el tiempo de la mañana, había demasiadas cosas que procesar, no podía entender cómo su día se había vuelto tan loco, desde encontrar un brasier en su propia oficina sabiendo que Liam había tenido una noche desenfrenada, hasta descubrir que él tenía una niña bastante crecidita y ahora, estaba a punto de empacar para irse de viaje con su jefe y su hija al Gran Cañón ¡Oh sí! Eso mismo era lo que tenía en mente cuando abrió sus ojos esa mañana, sin dudas era el mejor de los planes.Lo único que daba por seguro era que Liam no se convertiría en un padre de la noche a la mañana, no sabía nada sobre ello, no sabía cómo ser padre, no con estilo de vida que llevaba, definitivamente iba a necesitar de su ayuda. No había nadie en el mundo que lo conociera mejor que ella y, por esa misma razón, sabía que necesitaría ayuda urgente, por eso había aceptado a acompañarlos en ese viaje, la pequeña no tenía la culpa de