Rebeca regresó hacia su oficina, necesitaba repensar todo lo que había sucedido en el tiempo de la mañana, había demasiadas cosas que procesar, no podía entender cómo su día se había vuelto tan loco, desde encontrar un brasier en su propia oficina sabiendo que Liam había tenido una noche desenfrenada, hasta descubrir que él tenía una niña bastante crecidita y ahora, estaba a punto de empacar para irse de viaje con su jefe y su hija al Gran Cañón ¡Oh sí! Eso mismo era lo que tenía en mente cuando abrió sus ojos esa mañana, sin dudas era el mejor de los planes.
Lo único que daba por seguro era que Liam no se convertiría en un padre de la noche a la mañana, no sabía nada sobre ello, no sabía cómo ser padre, no con estilo de vida que llevaba, definitivamente iba a necesitar de su ayuda.
No había nadie en el mundo que lo conociera mejor que ella y, por esa misma razón, sabía que necesitaría ayuda urgente, por eso había aceptado a acompañarlos en ese viaje, la pequeña no tenía la culpa de su padre fuese todo un casanovas y su madre demasiado interesada, se merecía algo mejor.
Una vez estuvo más calmada y con la compostura recuperada, Rebeca regresó hacia la recepción, pero lo que encontró frente a ella la dejó completamente sorprendida y no precisamente por una buena razón, Margot ya se había marchado y, había dejado a la niña quien ahora estaba a solas con Liam.
No podía comprender cómo siendo su madre, Margot podía dejarla así de fácil solo por dinero ¿Cómo podía hacer algo así? ¿Qué tipo de persona era ella en realidad?
- Entonces… ‒dijo Liam.
- Entonces –lo imitó Maya no muy contenta‒ ¿Es cierto que te dicen el príncipe irlandés? –preguntó ella de la nada.
- Pues sí, mis padres eran irlandeses y los hombres de Irlanda tienen una reputación de ser… bueno, digamos que muy enamoradizos –fue la forma que encontró de decirle a su propia hija que era un picaflor, no iba por buen camino, así que Rebeca supo que debía interferir.
- ¿Tú quieres convertirte en una princesa, Maya?
- Yo quiero ser geóloga –respondió ella con determinación.
- Pues, al parecer has salido inteligente como tu padre –le dijo Liam.
- Tú eres mi padre –le respondió la niña mirándolo con incredulidad como si no le viera una sola pizca de inteligencia en su cuerpo.
Por más que lo intentó, Rebeca no fue capaz de reprimir su risita, así que tuvo que colocar su mano sobre su boca para que se escuchara lo menos posible, esa pequeña y ella se iban a llevar más bien de lo que esperaba, sobre todo después de todo lo que le había hecho pasar Liam.
- Rebeca sería una buena princesa –dice Maya de la nada‒ si tú y mi papá se casaran entonces tú fueras la princesa irlandesa ¿cierto?
Tanto Liam como Rebeca tuvieron que bajar el rostro y clavar sus ojos en el suelo, ella avergonzada y él porque todo aquello parecía divertirle más de lo debido.
Él levantó su cabeza de primero haciendo que ella imitara su movimiento para finamente guiñarle un ojo de forma pícara logrando que sus mejillas se sonrojaran.
- Eso es cierto y, sin dudas, ella fuera mucho mejor princesa que yo príncipe –le respondió él sin poder dejar de mirar a Rebeca con esa intensidad que lo caracterizaba.
Los tres caminaron de vuelta hacia la oficina de Liam, una vez ahí él sentó a la pequeña en su silla, la más cómoda de todas y luego tomó asiento junto a Rebeca.
- Entonces ¿es eso cierto de que quieres convertirte en geóloga? –le preguntó a su hija.
Entre los dos todavía las cosas resultaban un poco extrañas. Él no sabía muy bien qué tipo de conversación establecer con su hija y, ella estaba molesta con él. Por muy inteligente y madura que pudiera parecer, no era fácil para una niña tan pequeña como ella enterarse que tenía un padre, que siempre había tenido uno.
- Sí, mamá dice que es tonto, que eso es algo que solo un freaky estudiaría, ella quiere que yo sea modelo como ella, o actriz, solo que no sabe que eso es algo a lo que solo los tontos se dedicarían –los ojos de Rebeca y Liam se abrieron como platos, esa pequeña era mucho más inteligente y avispada de lo que ellos creían, era una mente maestra.
- Maya ¿acabas de llamar tonta a tu mamá? –le preguntó Liam aguantando su sonrisa.
- Bueno, si lo pones de esa manera, creo que sí –respondió mientras jugueteaba con un mechón de pelo que le caía sobre la frente como si no hubiese dicho nada extraordinario.
Ninguno de los dos estaba consciente de lo interesante que resultaría la cabecita de Maya y sus pensamientos, ni siquiera su propia madre quien la había criado hasta ese momento sabía que su hija poseía una inteligencia superior a la mayoría de los niños de su misma edad y que esa inteligencia necesitaba ser estimulada para poder desarrollarse de forma plena.
Más tarde, mientras Maya se encontraba admirando y jugando con el jardín rocoso de Rebecca esta no pudo evitar pensar en que Liam le había prometido que hablarían sobre los detalles de su renuncia y que, hasta el momento, no lo habían hecho.
Liam no lo sabía todavía pero ella había aceptado el viaje como despedida de la empresa, como despedida de todo el trabajo duro que había realizado en sus años ahí.
Una vez que hubieran concluido el viaje, se marcharía sin mirar atrás, había llegado el momento de hacerlo. Estuvo soportando por mucho tiempo, pero ya era demasiado, se negaba a soportar su cinismo y falta de delicadeza, a recoger la ropa interior de las mujeres con las que se acostaba y consolarlas.
Ya bastaba de no priorizarse a sí misma, pronto comenzaría una nueva etapa para ella, solo necesitaba sobrevivir a ese viaje.
El día se le había hecho más largo de lo habitual a Rebecca. En menos de ocho horas se había sometido a un nivel de estrés al que no estaba acostumbrada, incluso trabajando para Liam Edwards.A pesar que estaba pasando el tiempo con la tierna Maya, no veía la hora de poder marcharse a su casa y descansar.Pensaba que después de todo lo que había acabado de vivir nada lograría sorprenderla, pero, por supuesto, se le olvidaba que Liam Edwards no era para nada un jefe “normal”.—Rebecca, hoy terminaremos en la oficina un poco más temprano, quiero que me acompañes con Maya a ir de compras, vas a necesitarlo.La asistente abrió sus ojos de par en par y su mandíbula inferior se abrió sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.—¿De compras? —Liam asintió con su cabeza— ¿Por qué necesitaría yo ir de compras?—Bueno, estaremos toda una semana de viaje y, en cuanto la prensa se entere de todo esto, que lo hará gracias a Margot, créeme, nos estarán siguiendo por todos lados y la acompañante d
Rebecca llega al centro comercial al que Liam le había enviado su ubicación. Esa tarde, después de la discusión que habían tenido, él había aceptado que ella se marchara antes del trabajo y él haría lo mismo para dejar que la pequeña Maya se instalara en su departamento.Rebecca se encontraba en medio de la cafetería, el punto de encuentro, buscando entre las personas a su jefe justo cuando una voz profunda le dice tan cerca del oído que le cosquillea.—¿Buscas a alguien?Rebecca no necesitaba verlo para saber a quién le pertenecía esa voz, pero, de igual manera se volteó y, al ver a Liam, su rostro mostró su sorpresa. Raía puestos unos pantalones de mezclilla y una camiseta ajustada haciendo que sus músculos se tensaran contra la tela. Llevaba años trabajando con él y nunca lo había visto en otra cosa que no fueran trajes ridículamente caros, tenía que admitir que se veía más guapo de lo normal.—¿Liam?—Lo siento, no conozco a ningún Liam, me debes estar confundiendo con ese millona
A la mañana siguiente, Rebecca llega a la empresa para encontrarse con que aquello parecía un desfile presidencial. No fue hasta que logró ver a Liam conversando con uno de los conductores que se dio cuenta de que las dos camionetas negras relucientes eran para el viaje.—¿Los guardias de seguridad estarán con nosotros durante todo el trayecto? —ella escuchó la conversación.—Por supuesto señor Edwards, nos encargaremos de que lleguen en perfectas condiciones.Por más que comprendía que Liam era un hombre reconocido, Rebecca no sabía por qué debían ir acompañados de guardias de seguridad a un viaje inocente del cual nadie sabía nada. Una vez el conductor entró en el coche, ella se acercó a Liam.—¿Conductor? Pensé que solo seríamos nosotros tres —le dijo ella.—¿Qué pasa, querías tiempo a solas para estar conmigo? Tranquila, Martin, es más bien un viaje infantil, iremos con una menor, no puedes estar pensando en esas cosas tan sucias —le respondió él divertido alzando una de sus cejas
El camino era más que largo, lo que hace que Rebecca se quedara dormida en un profundo sueño. No fue hasta que escuchó indistintas voces que sus ojos se abrieron confundidos. Su primera reacción es mirar hacia atrás donde se encuentra la pequeña Maya dormida con la cabeza cómodamente recostada en el hombro de su padre, mientras este no hacía más que mirarla con enorme ternura mientras la sonrisa que tenía dibujada en su rostro no se difuminaba.Rebecca gira su cabeza hacia las voces que había escuchado antes solo para notar que se encontraban en un pequeño pueblito y eran las voces de los habitantes las que la habían despertado, estaban absortos en medio de una feria.Justo en ese momento ella se da cuenta de que el coche no se está moviendo, sino que está estacionado junto a la calle tan conmocionada y activa sin el conductor a la vista.El movimiento de Rebecca atrae la atención de Liam y es cuando nota que ella había despertado.—Tengo que confesarte algo, tengo mucho miedo de mov
Para la suerte y alegría de Rebecca, Maya no era tan cabezotas y reacia a la diversión como su padre y, en cuestiones de minutos se encontraba correteando de puesto en puesto reuniendo dulces y ositos de peluches como premios de los juegos que había ganado.Mientras, Liam se encontraba parado, sin hacer un solo movimiento con su ceja izquierda levantada en señal de preocupación.—Yo solo espero que no la dejes comerse todos esos dulces o estaremos en serios problemas con su madre y la verdad, no tengo deseos de discutir con ella, además, muchos de los dulces que lleva los tiró la carroza al suelo, por donde mismo caminaron los caballos, no creo que eso sea nada sano —dijo Liam.—¿Nunca has escuchado sobre la regla de los 5 segundos? ¿O es que acaso las personas ricas no saben de ella? —le pregunta Rebecca intentando no reírse mientras Liam frunce su ceño.—Estaba pensando, puedo contactar con alguna agencia de Ohio y hacer que nos envíen un auto con chofer en cuestiones de minutos. No
Rebecca llevó instintivamente sus manos hacia su rostro donde sentía la comezón tomar fuerza.—¿Qué? Esto no es posible —dice ella un poco asustada a pesar de que lo está viendo con sus propios ojos.—¿Eres alérgica a algo? —le pregunta Liam en un tono mucho más serio del que había utilizado desde que el viaje comenzó.—Solo a las fresas, pero no las he comido.—No, tienes razón, las bebiste ¿cómo crees que pintaron esa limonada de rosa? —le explica Liam con sarcasmo— Vamos, tenemos que llevarte al hospital ahora mismo antes de que sea tarde.—No va a ser necesario, tengo mi inyección en el bolso —le explica ella.—Será mejor no utilizarlo por ahora, nunca se sabe lo que pueda suceder, esta es una ciudad pequeña, el hospital no puede estar muy lejos, no aceptaré un “no” por respuesta, no discutiremos sobre esto, iremos sin desperdiciar más tiempo y punto.—Como usted diga señor Edwards —respondió Rebecca— ¿siempre fue así de mandón, o es solo que acabo de darme cuenta?Ella necesitaba
Liam al volante no era algo tan grave como para que Rebecca temiera por su vida y por la de Maya, en cuanto se dio cuenta de ello, permitió que los medicamentos hicieran su efecto y se rindió a un sueño profundo. Despertó varias horas después cuando el sol ya se había puesto y pasaban por los campos de maíz a toda velocidad.—De verdad espero que no haya muchos policías de tránsito por aquí a estas horas, o estaremos jodidos —fueron las primeras palabras que ella pronunció llamando la atención de Liam quien la miró por el espejo retrovisor.—Vaya, la Bella Durmiente finalmente ha despertado, lamento ser yo quien te lo mencione, pero tienes algo en la barbilla —le respondió él con un deje demasiado divertido.Rebecca pasó su mano por donde él le había indicado solo para darse cuenta que tenía saliva por todo su rostro. Los ojos de Rebecca se abren de par en par mientras la vergüenza comienza a teñir sus mejillas de un rojo intenso.—¡Una estrella fugaz! —el grito de emoción de Maya la
El carro se empapa, los zapatos de Rebecca, el pecho de Liam, en cuestión de segundos se encuentran todos resbaladizos y pegajosos. Ella suelta el botón en cuanto se da cuenta del desastre que está haciendo pero ya es demasiado tarde y se queda observando a su jefe horrorizada.—¡Dios mío! Discúlpame por favor, no fue mi intención, no tengo idea de qué me pasó —Liam se queda parpadeando sorprendido durante varios segundos antes de empezar a desabotonarse la camisa— ¿Qué estás haciendo ahora? —le pregunta ella al verlo.—No puedo usar esto, sería un peligro si una chispa del calentador saltara, podría encenderme en llamas.Antes de que pueda darse cuenta de ello, los ojos de Rebecca comienzan a recorrer todo el dorso desnudo de su jefe mientras su boca se reseca. Se fija en cada músculo, cada vena que resalta en sus brazos, su abdomen perfectamente marcado como si estuviera tallado en bronce.No se lo piensa ni por un momento y busca dentro de su bolso unas servilletas y su mano las ll