A la mañana siguiente, Rebecca llega a la empresa para encontrarse con que aquello parecía un desfile presidencial. No fue hasta que logró ver a Liam conversando con uno de los conductores que se dio cuenta de que las dos camionetas negras relucientes eran para el viaje.—¿Los guardias de seguridad estarán con nosotros durante todo el trayecto? —ella escuchó la conversación.—Por supuesto señor Edwards, nos encargaremos de que lleguen en perfectas condiciones.Por más que comprendía que Liam era un hombre reconocido, Rebecca no sabía por qué debían ir acompañados de guardias de seguridad a un viaje inocente del cual nadie sabía nada. Una vez el conductor entró en el coche, ella se acercó a Liam.—¿Conductor? Pensé que solo seríamos nosotros tres —le dijo ella.—¿Qué pasa, querías tiempo a solas para estar conmigo? Tranquila, Martin, es más bien un viaje infantil, iremos con una menor, no puedes estar pensando en esas cosas tan sucias —le respondió él divertido alzando una de sus cejas
El camino era más que largo, lo que hace que Rebecca se quedara dormida en un profundo sueño. No fue hasta que escuchó indistintas voces que sus ojos se abrieron confundidos. Su primera reacción es mirar hacia atrás donde se encuentra la pequeña Maya dormida con la cabeza cómodamente recostada en el hombro de su padre, mientras este no hacía más que mirarla con enorme ternura mientras la sonrisa que tenía dibujada en su rostro no se difuminaba.Rebecca gira su cabeza hacia las voces que había escuchado antes solo para notar que se encontraban en un pequeño pueblito y eran las voces de los habitantes las que la habían despertado, estaban absortos en medio de una feria.Justo en ese momento ella se da cuenta de que el coche no se está moviendo, sino que está estacionado junto a la calle tan conmocionada y activa sin el conductor a la vista.El movimiento de Rebecca atrae la atención de Liam y es cuando nota que ella había despertado.—Tengo que confesarte algo, tengo mucho miedo de mov
Para la suerte y alegría de Rebecca, Maya no era tan cabezotas y reacia a la diversión como su padre y, en cuestiones de minutos se encontraba correteando de puesto en puesto reuniendo dulces y ositos de peluches como premios de los juegos que había ganado.Mientras, Liam se encontraba parado, sin hacer un solo movimiento con su ceja izquierda levantada en señal de preocupación.—Yo solo espero que no la dejes comerse todos esos dulces o estaremos en serios problemas con su madre y la verdad, no tengo deseos de discutir con ella, además, muchos de los dulces que lleva los tiró la carroza al suelo, por donde mismo caminaron los caballos, no creo que eso sea nada sano —dijo Liam.—¿Nunca has escuchado sobre la regla de los 5 segundos? ¿O es que acaso las personas ricas no saben de ella? —le pregunta Rebecca intentando no reírse mientras Liam frunce su ceño.—Estaba pensando, puedo contactar con alguna agencia de Ohio y hacer que nos envíen un auto con chofer en cuestiones de minutos. No
Rebecca llevó instintivamente sus manos hacia su rostro donde sentía la comezón tomar fuerza.—¿Qué? Esto no es posible —dice ella un poco asustada a pesar de que lo está viendo con sus propios ojos.—¿Eres alérgica a algo? —le pregunta Liam en un tono mucho más serio del que había utilizado desde que el viaje comenzó.—Solo a las fresas, pero no las he comido.—No, tienes razón, las bebiste ¿cómo crees que pintaron esa limonada de rosa? —le explica Liam con sarcasmo— Vamos, tenemos que llevarte al hospital ahora mismo antes de que sea tarde.—No va a ser necesario, tengo mi inyección en el bolso —le explica ella.—Será mejor no utilizarlo por ahora, nunca se sabe lo que pueda suceder, esta es una ciudad pequeña, el hospital no puede estar muy lejos, no aceptaré un “no” por respuesta, no discutiremos sobre esto, iremos sin desperdiciar más tiempo y punto.—Como usted diga señor Edwards —respondió Rebecca— ¿siempre fue así de mandón, o es solo que acabo de darme cuenta?Ella necesitaba
Liam al volante no era algo tan grave como para que Rebecca temiera por su vida y por la de Maya, en cuanto se dio cuenta de ello, permitió que los medicamentos hicieran su efecto y se rindió a un sueño profundo. Despertó varias horas después cuando el sol ya se había puesto y pasaban por los campos de maíz a toda velocidad.—De verdad espero que no haya muchos policías de tránsito por aquí a estas horas, o estaremos jodidos —fueron las primeras palabras que ella pronunció llamando la atención de Liam quien la miró por el espejo retrovisor.—Vaya, la Bella Durmiente finalmente ha despertado, lamento ser yo quien te lo mencione, pero tienes algo en la barbilla —le respondió él con un deje demasiado divertido.Rebecca pasó su mano por donde él le había indicado solo para darse cuenta que tenía saliva por todo su rostro. Los ojos de Rebecca se abren de par en par mientras la vergüenza comienza a teñir sus mejillas de un rojo intenso.—¡Una estrella fugaz! —el grito de emoción de Maya la
El carro se empapa, los zapatos de Rebecca, el pecho de Liam, en cuestión de segundos se encuentran todos resbaladizos y pegajosos. Ella suelta el botón en cuanto se da cuenta del desastre que está haciendo pero ya es demasiado tarde y se queda observando a su jefe horrorizada.—¡Dios mío! Discúlpame por favor, no fue mi intención, no tengo idea de qué me pasó —Liam se queda parpadeando sorprendido durante varios segundos antes de empezar a desabotonarse la camisa— ¿Qué estás haciendo ahora? —le pregunta ella al verlo.—No puedo usar esto, sería un peligro si una chispa del calentador saltara, podría encenderme en llamas.Antes de que pueda darse cuenta de ello, los ojos de Rebecca comienzan a recorrer todo el dorso desnudo de su jefe mientras su boca se reseca. Se fija en cada músculo, cada vena que resalta en sus brazos, su abdomen perfectamente marcado como si estuviera tallado en bronce.No se lo piensa ni por un momento y busca dentro de su bolso unas servilletas y su mano las ll
El gerente los mira sin disimular mientras sonríe y se marcha con una expresión demasiado pícara para Rebecca. La puerta se cierra detrás de él con un sonido amenazante.Mientras, Rebecca todavía está analizando sus opciones y, al parecer, solo le queda una, compartir la cama con su jefe, su jefe al que hacía cuestión de un par de días odiaba con todas sus fuerzas.Liam entra al cuarto y se detiene justo en frente de la cama en forma de corazón levantando su ceja izquierda como hace cada vez que está por decir algo fuera de lugar, al menos para Rebecca.—Bueno, no se puede decir que no sea… emmm… festivo—¿Festivo? Yo no lo describiría así en lo absoluto, puede que las velas estén bien, pero ¿los pétalos? Ya los encuentro demasiado excesivos, además ¿para qué es esa entrada de monedas? —pregunta muy curiosa.—Estás haciendo muchas preguntas hoy, Martin —le señala Liam girándose hacia ella y contemplándola de arriba a abajo— Creo que es para que la cama vibre.—Sí, definitivamente dema
Rebecca intenta ignorar las palabras de Liam y sale corriendo al baño a ducharse y a ponerse su pijama. No tarda demasiado, pero cuando regresa al cuarto se lo encuentra con las luces bajas y a él debajo de las cobijas.—Bonita pijama —le dice él.Rebecca baja la cabeza en un intento completamente inútil por esconder el escozor en sus mejillas y se mete bajo las sábanas lo más rápido que puede, es justo en ese momento cuando se da cuenta de la barricada de almohadas que hay entre ella y Liam y su cabeza comienza a dar vueltas una y otra vez.“¿Tanta repulsión le causo que tiene que poner una pared de almohada entre los dos?” Estoy convencida de que, si fuera una de las chicas de su gusto, no se esforzara tanto por mantener las distancias. Tardaría menos de cinco minutos en estar revolcándose conmigo en esta cama.—Pensé que esto te haría sentir más cómoda —le anuncia él al darse cuenta que ella estaba observando la barrera. Es mi culpa que estemos en esta situación, debería haber cheq