— Kira, ¿todo bien allí dentro? — le había preguntado Kiliam tras varios largos minutos sin ver que salía.Ella parpadeó al tiempo que la mujer sacaba con cuidado de no asustarla un pequeño papel del interior de su bolsillo.— Es mi número de contacto, por favor llámame cuando quieras.— ¿Por qué habría de hacer eso? — quiso saber — ¿Y por qué no me termina de decir quién es usted y que quiere de mí?— No quiero lastimarte — le aseguró con una sonrisa nostálgica.— Y parece inofensiva — admitió —. Pero mi escolta no creerá lo mismo y no dudará un segundo más en entrar por esa puerta.— Lo sé — respondió la mujer, todavía sonriendo —. Jack no podría permitirse que alguien dañara a su mujer y a su hijo. Desde niño fue muy aguerrido, ¿sabes?Kira abrió los ojos de par en par, y sintió en ese momento como su corazón se saltaba de pronto un latido.— ¿Cómo es que sabe su nombre? ¿Cómo…? — le pregunta murió en su boca, y rápidamente algo hizo clip en su cabeza. El color de sus ojos, la mism
Jack parecía un león hambriento en el pent-house, con el bendito móvil en la mano y a todo el m4ldito equipo de seguridad con sus trabajos pendiendo de un hilo.— Señor, está subiendo — le informó Kiliam en el oído, igual de tenso que él. ¿Cómo era posible que estuviese sucediendo eso?Cuando las puertas del elevador se abrieron y ella llegó con una sonrisa, ansiosa por verlo y fundirse en sus labios, se quedó pasmada en el vestíbulo al ver a todo el mundo allí, a la expectativa. Suspiraron de alivio en cuanto la vieron.Jack tenía los tres primeros botones de la camisa sueltos, la corbata hecha un desastre y el cabello despeinado. Era la primera vez que lo veía así. Lucía molesto y descompuesto a partes iguales, como si estuviese esperando a recibir la peor de las noticias.— ¿Qué ocurre? — preguntó preocupada — ¿Ha ocurrido algo?— Tu móvil — le dijo sin más, contenido. Ella arrugó la frente — ¿Dónde está tú móvil?— No lo sé, debe estar por aquí — respondió, rebuscando en su bolsa.
Cuando despertó la mañana siguiente, más exhausta que de costumbre y con un leve dolor de cabeza, vio que el otro lado de la cama ya estaba frío y vacío.Echó un rápido vistazo al reloj solo para descubrir que eran casi las nueve y salió despavorida fuera de las sábanas. Se alistó lo más rápido que su cuerpo le permitió y buscó sin resultados el móvil en todos lados. ¿Dónde lo habría dejado?— Buenos días, señorita — la saludó James, amable y cauto como todos los días —. El auto ya está listo.Ella asintió y sonrió de alivio, agradeciendo que Jack no haya tomado medidas drásticas e innecesarias contra él.— Buenos días, James. ¿Sabes a qué hora se fue Jack? — preguntó cuándo ambos saltaron dentro delo elevador.— A la hora habitual — respondió, con las manos cruzadas al frente.Kira suspiró y miró de medio lado al hombre.— James, respecto a lo de ayer…— Usted es sabia e inteligente, señorita — la interrumpió con respeto —. Confío en que le hablará al señor con la verdad.Ella asinti
— Kira… — la llamó con cuidado cuando llegaron. Ella abrió los ojos y buscó los suyos; se había quedado dormida.— Hola — musitó con esa voz que él adoraba escuchar, y quería seguir escuchando por el resto de sus días.— Estamos en el hospital, vamos para que un médico te vea — le dijo, y ella asintió.Kiliam abrió la puerta para ambos y Jack la pegó firmemente a él con gesto protector. Una vez ingresaron, ella desapareció con una enfermera por una puerta.Suspiró largo. Odiaba separarse de ella.Un rato más tarde, la enfermera volvió, indicándole que podía pasar al consultorio del doctor. Al verla allí, sentada en la camilla, con ese brillo de vuelta en sus ojos y esa sonrisa particular, sintió un poco de alivio.— ¿Cómo te sientes? — le preguntó tan pronto se acercó a ella y le beso la frente.— Como si me hubiesen arrollado — musitó bromista y él sonrió. Allí estaba de vuelta la Kira que conocía. La mujer que adoraba.El doctor les explicó a ambos que no había de qué preocuparse; s
Jack esquivó la mirada de aquella mujer en el bar, porque una cosa era que estuviese jodidamente enojado con Kira y otra que actuara como un idiota y la traicionara.— No estoy interesado — gruñó entre dientes y bebió un trago largo de su quinto vaso.La mujer sonrió sin que él pudiese ser capaz de notarlo.— Todos los hombres están interesados — dijo, y antes de que colocara seductoramente una mano en su antebrazo, Jack la detuvo y le clavó una mirada fría.— Te dije que no estoy interesado — habló en tono remoto —. Tengo a una mujer esperándome en casa.La mujer volteó los ojos y se marchó de allí, al fin dejándolo solo.Más tarde esa madrugada, pues cruzaban las cuatro con treinta, Kira bajó las escaleras hasta el salón principal. James y otro par de escoltas más estaban allí, junto a las puertas del elevador, y eso significaba que Jack no había llegado, por eso evitó volver a preguntar cómo lo había venido haciendo durante toda la noche.Saludó con una pequeña sonrisa torcida y se
El siguiente par de días se sintieron como si hubiesen retrocedido al principio.Jack se iba antes de que Kira despertara, y regresaba cuando ya la sabía dormida. Por lo mismo, no ingería ninguna de las comidas en casa y a veces se duchaba y cambiaba de ropa en la oficina para no tener que cruzarse con ella.Las cosas no estaban bien, y él no tenía ni put4 idea de cómo resolverlo. ¡Si es que había una solución para ello! Se sentía enojado y traicionado… traicionado por ella. ¿Cómo había podido?Revivir el pasado lo tenía mentalmente agotado, y la sola idea de que Marene estuviese rondando descaradamente por allí, era algo que no había consentido en el pasado como para permitir que lo hiciera ahora. La quería a kilómetros de su mujer y su hijo, por eso soltó una maldición cuando el abogado le dijo que la demanda no podía proceder, y que debía ser la misma Kira quien pidiera al juez una orden de alejamiento.Tomó su saco, pidió a Sophie que cancelara sus pendientes del día y salió despa
Jack se quedó mirando las puertas del elevador por eternos segundos, rogando que por favor volviese.No lo hizo, y algo dentro de él sabía que no lo haría, que la había perdido… quizás para siempre.— Síganla — pidió a los escoltas personales de Kira antes de dirigirse devastado a la biblioteca.James y Lander no dudaron en acatar esa orden. Y Kiliam siguió a su jefe en completo silencio.— Quiero estar solo — mencionó desde la puerta —. Si Kira regresa…Suspiró hondo y sonrió con amarga nostalgia.Ella no regresaría. Era tan orgullosa y testaruda que sabía perfectamente que no lo haría, por eso selló sus labios en una línea recta y cerró la puerta detrás de sí, sumiéndose a sí mismo en la más cruda desolación.Kira abandonó el edificio, dejando que las lágrimas cayeran unas tras otras. Se sentía herida y rabiosa. Agh, era un terco, uno muy grande y tonto. Y ella… Dios, ella lo era aún más. ¿Cómo había podido creer que iba a ayudar a un hombre que no quería ayudarse a sí mismo? Lo peo
La mañana siguiente, lo primero que hizo fue enviar a recursos humanos su renuncia, después se comunicó con el número del dueño del edificio en donde alquilaba en un principio y por suerte el estudio seguía estando vacío, así que sin dudar volvió a rentarlo, aunque las llaves no se las entregarían hasta dentro de un par de días.El martes recordó que tenía consulta con el médico. Era la primera vez que iba sin él y no pudo evitar sentirse nostálgica, pero su bebé estaba bien y eso era lo único que importaba.Por la noche, abrió el portátil y decidió contestar a todos aquellos correos con ofertas laborales que había rechazado por estar trabajando en el grupo Akerman. El sueldo no se comparaba, pero podría sobrevivir y después del parto se las arreglaría mejor. Faltaban siete meses para eso todavía.Sí podía.Por supuesto que sí. Siempre había podido.Su vida no terminaba con ese terco y tonto de Jack Akerman.Agh, cada vez que lo evocaba, se sentía furiosa, porque a pesar de todo, lo a