— ¿Casados? — preguntó Jack después de varios minutos de silencio, intentando asegurarse de que había escuchado bien, mientras apretaba el volante con tanta fuerza presentía que se le iban a quebrar los huesos.Ahora la frase de aquel cuadro que había visto en su apartamento cobraba sentido.“La vida no acaba después del divorcio, al contrario, apenas comienzas”— Sí — respondió, jugando inquieta con sus manos.Ese era un gesto muy particular en ella que hacía cuando se encontraba nerviosa, y Jack, que había aprendido a conocerla, lo sabía muy bien.— ¿Y qué fue lo que pasó? — quiso saber.— Qué él decidió que era una buena idea enrollarse con nuestra jefa.Jack alzó las cejas. Qué hijo de put4.— ¿Cómo fue que terminaste casada con un tipo como ese?— De las malas decisiones que uno toma en la vida — dijo con simpleza, encogiéndose de hombros y apartando la mirada a su ventana.En ese instante, Jack decidió orillarse en la carretera y apagar el motor, después se quitó el cinturón de
Los días siguientes parecieron vivirlos dentro de una burbuja romántica-erótica.Dormían y amanecían en la misma cama, en ocasiones se duchaban juntos y tomaban el desayuno junto a la terraza.Los días festivos ya estaban cerca, también la próxima cita con el médico, en la que ambos esperaban por fin saber el sexo de la criatura. Se encontraban ansiosos por ser padres primerizos.Jack seguía mostrándose relajado, sonriente, incluso más condescendiente con sus empleados. Allí todos le agradecían a Kira, pues ya no era un secreto que el jefe llegaba de buenos ánimos todos los días por ella.Kira trabajaba arduamente. El nuevo proyecto para la empresa era un hecho y las felicitaciones por parte del equipo no se hicieron esperar cuando se avecinaron los maravillosos resultados.Jack sabía que ella representaba un elemento importante en el grupo, además de lo inteligente y motivadora que era con todos, así que todavía no tenía ni idea de cómo obligarla a permanecer en casa cuando el embara
Como era bastante temprano, volvieron a la cama.Jack era muy madrugador, ella no tanto, así que de a poco esa joven de alma vibrante lo arrastraba a su propia rutina, y él, que estaba perdidamente enamorado, no presentaba quejas.Cómo a eso de las ocho, él fue el primero en levantarse. Se ejercitó un poco en la caminadora y después hizo algunas repeticiones de entrenamiento pesado, ajeno a que ella llevaba un rato observándolo bajo el marco de la puerta.Cuando Jack se giró, con el torso desnudo y una toalla alrededor de su cuello, sonrió.— ¿Te gusta lo que ves? — le preguntó, acercándose para darle un casto beso en los labios.Ella impidió que se alejara y lo tomó de la nuca, importándole poco lo sudado que estaba.— Más allá ver, me gusta tocar — musitó seductora, y deslizó ambas manos por los tríceps masculinos.Jack soltó una risa suave y negó. Esa mujer siempre tenía un comentario que le alegraba el día. ¡Y la vida!— Ve a cambiarte, tenemos una junta en treinta minutos — le pa
— Kira, ¿todo bien allí dentro? — le había preguntado Kiliam tras varios largos minutos sin ver que salía.Ella parpadeó al tiempo que la mujer sacaba con cuidado de no asustarla un pequeño papel del interior de su bolsillo.— Es mi número de contacto, por favor llámame cuando quieras.— ¿Por qué habría de hacer eso? — quiso saber — ¿Y por qué no me termina de decir quién es usted y que quiere de mí?— No quiero lastimarte — le aseguró con una sonrisa nostálgica.— Y parece inofensiva — admitió —. Pero mi escolta no creerá lo mismo y no dudará un segundo más en entrar por esa puerta.— Lo sé — respondió la mujer, todavía sonriendo —. Jack no podría permitirse que alguien dañara a su mujer y a su hijo. Desde niño fue muy aguerrido, ¿sabes?Kira abrió los ojos de par en par, y sintió en ese momento como su corazón se saltaba de pronto un latido.— ¿Cómo es que sabe su nombre? ¿Cómo…? — le pregunta murió en su boca, y rápidamente algo hizo clip en su cabeza. El color de sus ojos, la mism
Jack parecía un león hambriento en el pent-house, con el bendito móvil en la mano y a todo el m4ldito equipo de seguridad con sus trabajos pendiendo de un hilo.— Señor, está subiendo — le informó Kiliam en el oído, igual de tenso que él. ¿Cómo era posible que estuviese sucediendo eso?Cuando las puertas del elevador se abrieron y ella llegó con una sonrisa, ansiosa por verlo y fundirse en sus labios, se quedó pasmada en el vestíbulo al ver a todo el mundo allí, a la expectativa. Suspiraron de alivio en cuanto la vieron.Jack tenía los tres primeros botones de la camisa sueltos, la corbata hecha un desastre y el cabello despeinado. Era la primera vez que lo veía así. Lucía molesto y descompuesto a partes iguales, como si estuviese esperando a recibir la peor de las noticias.— ¿Qué ocurre? — preguntó preocupada — ¿Ha ocurrido algo?— Tu móvil — le dijo sin más, contenido. Ella arrugó la frente — ¿Dónde está tú móvil?— No lo sé, debe estar por aquí — respondió, rebuscando en su bolsa.
Cuando despertó la mañana siguiente, más exhausta que de costumbre y con un leve dolor de cabeza, vio que el otro lado de la cama ya estaba frío y vacío.Echó un rápido vistazo al reloj solo para descubrir que eran casi las nueve y salió despavorida fuera de las sábanas. Se alistó lo más rápido que su cuerpo le permitió y buscó sin resultados el móvil en todos lados. ¿Dónde lo habría dejado?— Buenos días, señorita — la saludó James, amable y cauto como todos los días —. El auto ya está listo.Ella asintió y sonrió de alivio, agradeciendo que Jack no haya tomado medidas drásticas e innecesarias contra él.— Buenos días, James. ¿Sabes a qué hora se fue Jack? — preguntó cuándo ambos saltaron dentro delo elevador.— A la hora habitual — respondió, con las manos cruzadas al frente.Kira suspiró y miró de medio lado al hombre.— James, respecto a lo de ayer…— Usted es sabia e inteligente, señorita — la interrumpió con respeto —. Confío en que le hablará al señor con la verdad.Ella asinti
— Kira… — la llamó con cuidado cuando llegaron. Ella abrió los ojos y buscó los suyos; se había quedado dormida.— Hola — musitó con esa voz que él adoraba escuchar, y quería seguir escuchando por el resto de sus días.— Estamos en el hospital, vamos para que un médico te vea — le dijo, y ella asintió.Kiliam abrió la puerta para ambos y Jack la pegó firmemente a él con gesto protector. Una vez ingresaron, ella desapareció con una enfermera por una puerta.Suspiró largo. Odiaba separarse de ella.Un rato más tarde, la enfermera volvió, indicándole que podía pasar al consultorio del doctor. Al verla allí, sentada en la camilla, con ese brillo de vuelta en sus ojos y esa sonrisa particular, sintió un poco de alivio.— ¿Cómo te sientes? — le preguntó tan pronto se acercó a ella y le beso la frente.— Como si me hubiesen arrollado — musitó bromista y él sonrió. Allí estaba de vuelta la Kira que conocía. La mujer que adoraba.El doctor les explicó a ambos que no había de qué preocuparse; s
Jack esquivó la mirada de aquella mujer en el bar, porque una cosa era que estuviese jodidamente enojado con Kira y otra que actuara como un idiota y la traicionara.— No estoy interesado — gruñó entre dientes y bebió un trago largo de su quinto vaso.La mujer sonrió sin que él pudiese ser capaz de notarlo.— Todos los hombres están interesados — dijo, y antes de que colocara seductoramente una mano en su antebrazo, Jack la detuvo y le clavó una mirada fría.— Te dije que no estoy interesado — habló en tono remoto —. Tengo a una mujer esperándome en casa.La mujer volteó los ojos y se marchó de allí, al fin dejándolo solo.Más tarde esa madrugada, pues cruzaban las cuatro con treinta, Kira bajó las escaleras hasta el salón principal. James y otro par de escoltas más estaban allí, junto a las puertas del elevador, y eso significaba que Jack no había llegado, por eso evitó volver a preguntar cómo lo había venido haciendo durante toda la noche.Saludó con una pequeña sonrisa torcida y se