36. Devastados

Máximo

No había más que desconcierto en su rostro después de mencionar aquello, dolor y perturbación. Era como si todas aquellas emociones las hubiesen personificado.

—¿Qué dijiste? —Preguntó despacio, pero no era algo que tuviese que volver a repetir, ella había escuchado bastante bien.

Ariel era una Kahler y lo supe todo este maldito tiempo, incluso antes de conocerla, incluso antes de verla por primera vez, incluso antes de saber que tenia que buscarla por mar y tierra si eso implicaba encontrarla.

Lo hice, sí, pero se suponía que no debía enamorarme de ella.

Arrastré la palma de mi mano a través de las hebras de mi cabello en un intento desesperado por no sentir como el alma se me estaba queriendo salir a arañazos. Siempre había tenido el temor de tener que llegar a este momento, siempre y cada maldita noc

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