Máximo
Reaccioné de inmediato.
—¿Dónde está Ariel? —Pregunté disparado, mis hermanos alzaron la vista al mencionarla y se colocaron de pie rápidamente.
Escuché una pequeña burla y un murmullo del otro lado de la línea, como si alguien estuviese siseándole de cerca que decir. Los nervios crecieron a través de mi sistema. Saberla con ella me llenó de mucho temor. Sabia cuan perversa podría llegar a ser, no imaginaba l
a vida de Ariel y mi hijo en sus manos.
Me volvería completamente loco si…
Aparté el pensamiento, primero la haría pedazos antes de que llegase a tocarle un pelo.
—Será mejor que te sientes, sobrino… —Enfatizó aquella última palabra con tanto desprecio que yo me vi capaz de compartir el mismo sentimiento.
—¡Te j
ArielLa noche arrastró consigo un frio inminente que caló hasta mis huesos y me obligó a despertar. Al principio, lo hice lento, dolía hacerlo. Sabía que iba a encontrarme con una perturbadora realidad que no quería volver a enfrentar.Pero lo hice, y entonces, descubrí una cosa.Ya no estaba en la furgoneta.Había despertado en una pequeña habitación demasiado reducida como para que alguien pudiese conseguir con normalidad su propio aliento. Las paredes y los pisos eran rocosos, olía a humedad y sal marina.Estábamos cerca del mar, tanto, que podía escuchar las olas romper en la orilla. Me removí en mi lugar, pero el acto solo me hizo recordar que seguía amordazada. Ahogué un jadeo al mismo tiempo que el dolor se desencadenaba en cada una de las partes de mi cuerpo que estaban atadas.Comencé a rasgar la p
ArielMastiqué el miedo y el aturdimiento. Luego, lo digerí dolorosamente lento.Todo comenzó a suceder muy rápido, tanto, que apenas y tuve tiempo de pensar en lo que haría para evitar lo que se avecinaba.Lo que me haría completamente trizas si llegara a llevarse a cabo…Benjamín me miró con una retorcida sonrisa mientras impulsivamente sacaba las llaves de sus bolsillos. Estas cayeron al suelo y él se tambaleó al recogerlas.—Me muero por probarte. —Dijo y vi el indicio de su lengua saborear sus labios. Fue asqueroso presenciarlo y verlo inclinarse hacia mí para desatarme de la cerradura de las cadenas.No puse resistencia, pero evité el contacto de sus labios sobre mi cara al girarme y supe entonces que mis piernas temblaban, todo de mi lo hacía, incluso mi respiración era entrecortada.Una nu
Máximo—¿Ha dicho que siguen una pista hacia la playa? —Andrea preguntó pensativa, yo intuí demasiado bien que ella podía saber algo.El pulso comenzaba a latirme con mucha urgencia.El detective asintió y yo la miré expectativo, igual que el resto, pero la desesperación estaba corroyéndome la piel y me acerqué a ella en una gran zancada que no dejó casi espacio entre nosotros.—¿Sabes algo? —Pregunté. Ella asintió con la cabeza y luego negó, como si no pudiese ponerse de acuerdo con sus propias ideas—. Andrea, lo que sea que puedas saber servirá de mucho.—Yo, no lo sé… —Musitó, sus ojos se convirtieron en dos recipientes llenos de lágrimas.—Andrea, por favor…cualquier cosa puede servir. —Supliqué y la tomé del
Ariel Pensé que la muerte me llevaría con ella, pronto descubrí que no. Una bocanada de aire se envió a través de mi garganta y se instaló en mis pulmones como si hubiesen estado suplicando por ello mientras dormía.Luego llegó el aturdimiento cuando abrí los ojos. Todo parecía desintegrarse a mi alrededor, nada tenia sentido, ni siquiera cuando intenté incorporarme y descubrir donde me encontraba. El dolor se extendió impidiéndome el movimiento y el palpito en mi cabeza me obligó a cerrar los ojos de vuelta.Me llevé las manos al vientre por un acto reflejo. Preocupada, temiendo por la vida de mi hijo y suplicando que su corazón todavía estuviese latiendo. Ese miedo me envió de vuelta a incorporarme y lo hice ahogando un quejido. Sentí que se me quebraba hasta el último pedazo de médula y solloc&eac
MáximoLa madrugada entró impetuosa sin respuestas. Enfermeras entraban y salían, ninguna de ellas decía nada, solo le limitaban a correr de un lado a otro y agachaban la cabeza cuando Lucie, Daniel, inclusive yo, exigíamos saber que pasaba con ella.Fueron las horas más largas y tortuosas de toda mi existencia. El hambre y el sueño no llegaban, ni siquiera cuando Amelia pretendió que ingiriera algún alimento como todos lo habían hecho, ni cuando Dave me pidió que descansara sobre una de las sillas de la sala de espera.La espera estaba consumiendo, matándome. Necesitaba saber que ella iba a estar bien, que nuestro hijo iba a lograrlo, necesitaba que alguien saliera por esa puerta y me diese la esperanza de volver a tenerla.Sentí que Dios escuchó mis ruegos cuando Thomas salió con una capa de sudor cubriendo su frente. Fue lo pr
ArielDesperté y tardé en reconocer que me encontraba en la habitación de un hospital. Estaba tumbada en la cama con los brazos lánguidos a mis costados. Quizás podía moverme, pero tuve miedo de hacerlo, no quería desencadenar un dolor que no pudiese soportar.Ya lo habia experimentado demasiado…Alcancé mi vientre con la mirada, estaba cubierto por las sábanas y mis dedos se arrastraron lentos por debajo. Toqué despacio, mis manos estaban frías y me provocó un escalofrío con el ligero contacto. Sonreí, estaba segura de que mi bebé todavía vivía, su solo existencia me llenaba de alegría.Era una niña, ahora podía estar completamente segura. Una niña que llevaba sus ojos y su sonrisa. Una niña nuestra.—¿Lo ves, bebé? —Pronuncié con un par de
MáximoTragué saliva y la miré. Sus ojos azules casi me abrasaron de inmediato, ella había estado todo el tiempo con la mirada fija al mismo tiempo que compartíamos aquel momento a través de nuestra hija. No pude pasar desapercibido como su rostro había cambiado durante las últimas cuarenta y ocho horas, lo mismo que las marcas de su cuerpo. Sus ojos azules volvían a brillar y sus labios resecos estaban dejando la piel muerta atrás. Había un rastro de rubor en sus mejillas, aunque sus pómulos sobresalían un poco mas de lo normal. Bajé la mirada, sus muñecas seguían marcadas y el resto de sus brazos solo dejaban ver la ligera sombra de algunas manchas oscuras.Sentí la opresión y la rabia en el pecho, ella lo intuyó demasiado rápido cuando calmó el temblor de mis dedos con el roce de los suyos.—
MáximoNunca creí que amaría con tanta intensidad, con tanto fervor. Tampoco que el amor pudiese doler de un modo completamente abrasador, que te oprimiera el pecho e hiciera añicos tu corazón.Hasta que la conocí a ella.Salí del hospital arrastrando conmigo un corazón que ya no quería sentir. Era una noche fría cuando me lancé al aparcamiento y me introduje dentro del auto, la soledad no me vino demasiado bien y en el silencio ni siquiera se me escucharon los latidos.Prendí el motor sin conocer mi destino. Conduje a través de la carretera y pronto estaba bajo el edificio donde vivía Dave. Toqué la puerta un par de veces, el salió encontrándose conmigo. Su rostro fue de pura sorpresa y el mío quizás de desolación.—¿Un trago? —Ofreció de inmediato y yo no declin&eacu