Ariel
Desperté y tardé en reconocer que me encontraba en la habitación de un hospital. Estaba tumbada en la cama con los brazos lánguidos a mis costados. Quizás podía moverme, pero tuve miedo de hacerlo, no quería desencadenar un dolor que no pudiese soportar.
Ya lo habia experimentado demasiado…
Alcancé mi vientre con la mirada, estaba cubierto por las sábanas y mis dedos se arrastraron lentos por debajo. Toqué despacio, mis manos estaban frías y me provocó un escalofrío con el ligero contacto. Sonreí, estaba segura de que mi bebé todavía vivía, su solo existencia me llenaba de alegría.
Era una niña, ahora podía estar completamente segura. Una niña que llevaba sus ojos y su sonrisa. Una niña nuestra.
—¿Lo ves, bebé? —Pronuncié con un par de
MáximoTragué saliva y la miré. Sus ojos azules casi me abrasaron de inmediato, ella había estado todo el tiempo con la mirada fija al mismo tiempo que compartíamos aquel momento a través de nuestra hija. No pude pasar desapercibido como su rostro había cambiado durante las últimas cuarenta y ocho horas, lo mismo que las marcas de su cuerpo. Sus ojos azules volvían a brillar y sus labios resecos estaban dejando la piel muerta atrás. Había un rastro de rubor en sus mejillas, aunque sus pómulos sobresalían un poco mas de lo normal. Bajé la mirada, sus muñecas seguían marcadas y el resto de sus brazos solo dejaban ver la ligera sombra de algunas manchas oscuras.Sentí la opresión y la rabia en el pecho, ella lo intuyó demasiado rápido cuando calmó el temblor de mis dedos con el roce de los suyos.—
MáximoNunca creí que amaría con tanta intensidad, con tanto fervor. Tampoco que el amor pudiese doler de un modo completamente abrasador, que te oprimiera el pecho e hiciera añicos tu corazón.Hasta que la conocí a ella.Salí del hospital arrastrando conmigo un corazón que ya no quería sentir. Era una noche fría cuando me lancé al aparcamiento y me introduje dentro del auto, la soledad no me vino demasiado bien y en el silencio ni siquiera se me escucharon los latidos.Prendí el motor sin conocer mi destino. Conduje a través de la carretera y pronto estaba bajo el edificio donde vivía Dave. Toqué la puerta un par de veces, el salió encontrándose conmigo. Su rostro fue de pura sorpresa y el mío quizás de desolación.—¿Un trago? —Ofreció de inmediato y yo no declin&eacu
MáximoGraciela fue acusada de privación a la libertad, daños contra la salud física y mental. También fue acusada de trabajar para un pequeños cartel de tratas y un par de atrocidades más que yo me encargué de averiguar durante todos estos meses. Ahora todas y cada una de esas pruebas yacían en las manos del juez.Cayó todo el peso de la ley sobre ella. Le dieron tantos años de prisión que apenas y le quedaría vida que vivir cuando fuese liberada.Quizás, si no hubiese sido un terco y me hubiese marchado cuando Ariel me retiró la mirada en la puerta del tribunal, ahora mismo no estuviese detrás de una columna presenciando la mujer tan fuerte en la que se había convertido. Su turno de hablar fue completamente digno, alucinante, como si se hubiese dejado en casa la Ariel que ahora ella ya no era.Su postura todo el tiempo
—Suena set fire to the rain de Adele.ArielMentiría si dijera que no se me erizó la piel entera al ver a Máximo entrar por la puerta. Inundándolo todo con su absoluta presencia. Yo le miré desde el inicio de las escaleras, él también lo hizo desde el vestíbulo. Iba metido dentro de un traje de chaqueta azul oscuro. Las ventanas estaban abiertas, por lo que la brisa arrastró consigo todo su aroma. Olía a esa fragancia que hacia de un revuelo todo lo que me convertía en mujer.En ese instante, manifesté la misma impresión que tuve la primera vez que le conocí.Contuve el aliento mientras el corazón me palpitaba furioso contra las costillas y rogué que él no notara ese efecto que provocaba en mí. No tuve éxito, él conocí
—Suena Helium de SiaArielSabía que le encontraría detrás de la puerta y por eso mi pulso se aceleró. Me hinqué sobre mis rodillas frente al excusado y no conté con que Máximo fuese demasiado impaciente como para no poder esperarme del otro lado.Abrió la puerta, le vi de soslayo y alcé la mano en un gesto para que se detuviera.—Por favor no… —Le pedí suplicante.—Te he visto de todas y cada una de las formas posibles, Ariel. —Susurró, se inclinó hacia adelante y luego tomó varios de mis mechones para sujetarlos detrás de mi cabeza. El contacto de sus dedos sobre mi cuello me hizo sentir desesperada—. Esto no hará que dejes de ser la mujer más alucinante del planeta.Vacié mi estomago sabiendo que el presenciaría todo
Ariel El aire entraba con facilidad por mi garganta y el corazón me latía a pulso controlado. Hacia ya muchas semanas no me sentía de ese modo, como si mi vida entera estuviese poniéndose en calma después de tanto, después de mucho.La razón de ello, la descubrí al abrir mis ojos.Todavía era de madrugada cuando cacé a Máximo mirándome bajo la intensidad de sus ojos, impasible. Su mano acariciaba y erizaba la piel de mis brazos con aquel intimo contacto. Bajaban hasta mis manos y subían hasta la curva de mi cuello—Me observabas. —Musité sintiendo el rubor pintarse en mis mejillas.Sus dedos cruzaron al arco de mis pechos y rodearon la circunferencia de mis pezones, provocando que se endurecieran y que la piel se me temblara bajo un roce que despertaba deseo.—Se ha convertido en mi cosa favorita por hacer. &m
—Suena shot at the night de The KillersMáximo—Jake, soy yo. Necesito que me prepares el Jet y los permisos para volar a Melbourne esta misma tarde. —Esperé un segundo y luego recibí una confirmación.Colgué, me recargué sobre la espalda de mi silla y miré la pantalla de mi móvilEl nombre de Ariel bailaba en ella con un nuevo mensaje.Solté el nudo de mi corbata y deslicé la pantalla, ansioso.10:30 am “¡Son preciosas… y si!”10: 31 am“¿Si?”Envié enseguida y no tuve que esperar demasiado por una respuesta.10:31 am“Si… todavía quiero me lleves a la iglesia” Leí y nunca me sentí tan poderoso como en ese instante.
MáximoSabía que doleríaSabía que traería recuerdos que creí haber congelado y enterrando bajo cientos y cientos de escombros que no pudiesen ver la luz nunca. Pero ahora estaba cavando y trayendo de vuelta algo que sabía que haría daño, que me consumiría…Ariel miraba al frente y sostenía mi mano en una caricia suave y lenta. Nuestros pulgares se movían ligeros buscando íntimamente el encuentro del otro.Me permití disfrutar un poco más de aquel contacto antes de desenterrar los recuerdos y traerlos a la vida.—Tenía doce años cuando llegué aquí. —Dije… retrocediendo a ese año—. La mujer del servicio social me miró con una sonrisa muy extendida y sus palabras fueron muy precisas…La escena vino como una película en mi cabeza y poco a