Ares, después de su llegada a la manada Amanecer, salía en la mañana para su oficina, cuidadosamente evaluar quién podría ser digno del puesto de beta. Tras la partida de Danna, y en las ocasiones en que Ares no estaba presente, Euclides asumió el liderazgo de la manada y se convirtió en el principal consejero de Ares. Sin embargo, el comportamiento reciente de Iris, la hija de Euclides, generó dudas en el alfa. A pesar de su confianza en el hombre, el alfa prefería ser él quien tomara las decisiones en asuntos cruciales para la supervivencia y prosperidad de la manada.Una semana después. Ares regresaba a la casa para cenar, al llegar, se dirigió apresuradamente hacia su habitación. Sin embargo, al abrir la puerta, buscó a su esposa, pero no la encontró, cuando iba a dar unos pasos para salir, la puerta se abrió de repente, y allí apareció Iris con un pastel en la mano—Hola, mi amado Ares —susurró con una sonrisa juguetona, mientras movía sus caderas de manera seductora—. Estaba ocu
En la mansión Willfón, Gina se esforzaba por adaptarse a su nueva vida. Sin embargo, estaba un tanto resentida con Ares debido a que él se había comprometido a encontrar a alguien que la ayudara a tomar clases de defensa personal, pero hasta ese momento, le decía que aún no había encontrado a la persona adecuada. Ella se encontraba en el jardín, sintiéndose aburrida mientras observaba las flores. —Mi niña, ¿qué haces sola aquí? —sorprendió a Gina la voz cariñosa de Hécate, quien había llegado de visita a la mansión. Había preguntado por la joven y le habían informado que estaba en el jardín, así que se dirigió hacia allí para ver cómo se encontraba desde su llegada a la manada. —Abuela Hécate, qué alegría verla. Nada especial, solo contemplando las hermosas flores que crecen en este jardín —respondió Gina tímidamente, pero su expresión seguía reflejando cierta ansiedad. Hécate notó de inmediato el semblante pensativo de Gina y dio unos pasos hacia ella y se sentó a su lado. —¿Qué p
Gina dio un gran suspiro de alivio cuando observó a Iris alejarse, sus manos aún le temblaban. Volvió la mirada hacia Helena, quien ajustaba el arco en su espalda antes de prepararse para partir. Con voz llena de gratitud expresó.—Gracias, Helena. No sé qué habría sido de mí si no hubieras llegado.Helena la miró en silencio durante unos instantes y, sin decir palabra alguna, comenzó a caminar. Gina, sintiendo la necesidad de hablar con ella, salió corriendo detrás de ellas.—Helena, por favor, espera. —Suplicó con voz agitada—. De verdad, si no hubieras intervenido, no quiero ni pensar que me hubiera hecho esa loba desquiciada.Helena se detuvo abruptamente y se volvió hacia Gina, quien la mirada ansiosa.—Te ayudé por pura casualidad, porque simplemente pasaba por aquí en ese momento. —Declaró con un tono sarcástico y una expresión grave—. Mi consejo sería que te mantengas alejada de esa mujer. Conozco a su tipo, no tienen remordimientos, y no dudarían en usar la violencia. Y, por
A escasos metros de la mansión Willfón, dos mujeres escuchaban los murmullos distantes de personas. Helena interrumpió su paso y, con una mirada decidida, se dirigió a Gina. —Hasta aquí te acompaño —Vociferó y le señalo el camino con un dedo—. Continúa recto y encontrarás la salida trasera de la mansión. Nos encontraremos aquí mañana, después del mediodía. —Helena, al final resultaste ser una buena persona —agradeció Gina con una sincera sonrisa—. Bueno, nos vemos mañana. Helena le dio la espalda y comenzó a retroceder por el mismo camino por el que habían caminado. Antes de dar el primer paso, le aconsejo con voz fría. —Recuerda, que no debes demostrar debilidad frente a los demás. Deja de llorar y habla con determinación en tu voz —sin esperar respuesta, inició su marcha sin mirar atrás. Gina avanzó, absorta en sus pensamientos sobre los cambios que necesitaba implementar en su vida. Sabía que si no lo hacía, su existencia seguiría siendo un ciclo repetitivo en el que alfas domi
—Amor, ¿no tenías trabajo y reuniones esta tarde? Me imagino que mi descuido retrasó tu gestión de alfa. —Sus palabras salieron con una nota de pesar, consciente de que había causado un inconveniente en su ocupada agenda. Sabía que su esposo tenía una jornada importante de reuniones y auditorías. Se preguntaba cuánto tiempo había estado esperándola allí, de pie, con una expresión lujuriosa en su rostro. Ella agradecía la discreción que le brindaba estar sumergida en el agua. De lo contrario, habría visto la reacción que su presencia desnuda despertaba en su cuerpo.Los intensos ojos verdes de él la observaba fijamente, mientras metía los pies en el agua tibia y se colocó detrás de ella, apoyó su espalda contra su pecho. Se quedó callado un momento antes de respirar hondo y decir.—El trabajo de la oficina puede esperar, ahora quiero estar contigo.—Está bien.—No sabes lo asustado que estaba, si te hubiera pasado algo en estas tierras que no conoces, nunca me lo perdonaría. —La rodeó
Al día siguiente, Gina se despertó más tarde de lo habitual y se dio cuenta de que Ares ya no estaba en la habitación. Se levantó con una sensación de felicidad contagiosa, al sentir sus piernas que le flaqueaban y le recordaban la apasionada tarde anterior, que la había mantenido en la habitación hasta ese momento. Después de asearse, salió en busca del desayuno. En su camino hacia la cocina, notó un susurro entre los empleados de la casa, y su paso se detuvo de inmediato cuando escuchó claramente su propio nombre en la conversación. —¿Cómo puede una criatura tan insípida como ella puede hacer que toda una manada la busque? —Expresó la cocinera con desdén. —La reina Danna se volvió loca al enviarnos a una Luna como ella —dijo otra mujer con desaprobación. —La reina no tiene la culpa. Ares es un bombón —suspiró con deseo. —Ese guerrero alfa, al ver que le tocó como mate a una piltrafa de loba, tenía que rechazarla. Él sí se volvió loco al colocarla como Luna de una manada como esta.
Después de visitar a Gina, Hécate se encontraba inquieta. No sabía si debía contarle a su nieta las barbaridades que estaban ocurriendo en la manada después de que ella se marchara. Durante el dominio de la reina, siempre había predominado el respeto entre la gente. Sin embargo, no sabía en qué momento los lobos salvajes dejaron de entrar en la manada, la gente se volvió irrespetuosa y dejó de ser amable con sus vecinos. Hécate esperaba con ansias que la gestión de Ares diera pronto sus frutos.Después de desayunar, Gina se dispuso a hornear galletas para distraer su mente. En ese momento, una joven se acercó a ella con una voz apacible y le comentó.—Luna Gina, si lo desea, puedo ayudarla. Ya he terminado mis tareas de la mañana.Gina, que en ese momento estaba de espaldas, se volteó y vio a una jovencita de alrededor de 18 años. La chica tenía la cabeza medio agachada, pero aun así le regaló una dulce sonrisa mientras le preguntaba.—¿Cómo te llamas?—Valentina, señora —expresó con
Con paso decidido, Gina regresó al lugar convenido donde había quedado con Helena. La luz del sol se filtraba a través de las hojas de un viejo, que alumbraba a Helena sentada en las raíces de aquel árbol.Helena levantó la cabeza y con una sonrisa preguntó.—¿Por qué vienes de ese lado del bosque?—Estaba disfrutando de este hermoso lugar. ¿Llevas mucho tiempo esperando? —respondió tranquilamente.—Algo. Mejor vamos. Te llevaré a un lugar que será ideal para comenzar tu entrenamiento.Helena se inclinó ligeramente para ponerse de pie y ambas mujeres comenzaron a caminar. Finalmente, llegaron a un hermoso llano rodeado de coloridas flores y coronado por una majestuosa cascada que caía con aguas cristalinas.—Qué hermoso lugar. Definitivamente, esta región es impresionante —murmuró Gina mientras sus ojos brillaban con admiración.—Sí, pensé lo mismo cuando empecé a explorar esta región. Vivo cerca de aquí, pero siempre vengo a este lugar cuando necesito encontrar paz — respondió con un