Zoe camina por el jardín envuelta en una manta, mirando los árboles con una sonrisa llena de melancolía. El sol recién está apareciendo en Roma, pero para ella salió mucho antes. Cierra los ojos para recordar la noche anterior, en donde quiso entregarse a Robert, aunque su hija los detuvo, luego sí pudo dar rienda suelta a esa curiosidad y al deseo de estar con aquel hombre que en todo momento la hizo sentir protegida. Sus manos bajan a su vientre, mientras que su mente se pierde por completo en la noche anterior. «Robert la ve con la decisión retratada en los ojos y sólo puede ceder ante sus encantos. Antes de que ella se vuelva a posicionar sobre él, saca de la mesita de noche un preservativo, algo que no pensó en el primer intento porque su mujer lo pilló desprevenido, mientras se lo coloca Zoe lo mira directo a los ojos antes de volver a sentir su dureza en la entrada y comienza a bajar lentamente. No puede evitar gemir por el dolor y la satisfacción de sentirse llena, Robert
Las cosas iban marchando tal como Zoe lo había planeado. El nombre de Anabet estaba en la palestra de nuevo y hasta los programas de chismes se habían encargado de perseguirla, mientras que Daryl emitió un comunicado limpiándose de todo acusando que seguramente la mujer lo había drogado como años atrás le había sucedido. Pero nada de eso era suficiente, a menos que iniciara una venganza real en contra de aquellos quienes le habían hecho tanto daño. Está sentada en el despacho de la casa, mirando con satisfacción las noticias en contra de Anabet, donde se recuerda lo desgraciada que fue con su prima, a la que no mencionan, pero es obvio que quienes están al tanto de la relación familiar saben que se refieren a ella. No sabe exactamente por qué, pero se le viene la historia del Conde de Montecristo, que hizo de la venganza un arte bien elaborado y lleno de florituras que le permitieron hacerla como algo que era justo. Mira el cuarto y allí está el retrato de su abuelo, el que la mi
El silencio se hace pesado, las miradas en aquel espacio van de Francesco que está muerto de miedo a Nicholas que lo mira con desprecio, en especial porque oyó todo lo que le dijo a Zoe. Finalmente, es Antonieta quien rompe aquel silencio.—No puede ser… ¡Tú estabas muerto! —le grita Antonieta.—Pregúntale a tu esposo si fue capaz de matarme con sus propias manos —camina imponente hacia Francesco y lo enfrenta.Zoe se hace a un lado, para entrar a la protección de Robert, pero no pierde detalle en el temblor de los labios de Francesco, que observa a su hermano con una mezcla de odio y miedo.—Ni-Nicholas… hermano.—Cállate —sentencia Nicholas—. No tienes derecho a decirme hermano, por tu ambición me perdí de la vida de mi hija, la muerte de mi esposa, de la partida de mi padre… pudiste al menos ser un buen padre para mi niña, pero solo la hundiste más y lo seguirías haciendo, si yo no hablo ahora lo que hiciste.—¡No, yo no hice nada…! ¡Tú resbalaste!—¿Y quién está hablando de mi «ac
Cuando Robert regresa de verse con su hermano, los hombres de seguridad le dicen que Zoe ha recibido la visita de Daryl y corre para ver cómo está, porque sigue en ese limbo de no saber qué demonios pasa entre ellos dos. Se la encuentra mirando al jardín, mientras Hope duerme entre sus brazos toda desparramada. A Robert le basta ver los ojos de Zoe para saber que algo malo pasó. Con lágrimas en los ojos ella le cuenta lo que Daryl le fue a decir, por un momento cree que llora desconsolada por la historia entre ellos, pero en realidad es porque la empresa cuyo abuelo tanto cuidó, deberá desaparecer para que Francesco no pueda hacer nada para salir de la cárcel. Robert sólo la abraza, le quita a Hope de los brazos y se las lleva a las dos a descansar. Después de eso, todo se vuelve revelaciones, cada una más dolorosa que la otra. En este momento, Zoe recuerda todo aquello que ha salido a la luz mientras se come una manzana. Su padre se sienta a su lado, le toma la mano libre y ella
Zoe no deja de pensar en el momento adecuado para decirle a Daryl la verdad, pero ahora que quiere hacerlo no parece ser tan sencillo después de todo. Y la actitud distante de Robert no le pone las cosas más sencillas, porque finge trabajar hasta tarde en algo sólo para no tener intimidad de nuevo con ella. Las cosas son más complicadas cada vez y sabe que pronto todo va a reventar, por eso quiere atesorar esos momentos que la hacen sentir feliz. Como cada mañana, Zoe se levanta y lo primero que hace es ir por Hope. La pequeña, como si tuviera un radar, en cuanto su madre pone un pie en la habitación, abre los ojos y comienza a moverse por todos lados. Zoe se pregunta cada día de dónde saca tanta energía para ser como es ella. —¡Mami, mami! —le salta encima y se deja amar por Zoe, que la llena de besos por el rostro, la cabeza y el cuello. Luego de eso, Zoe se dedica a vestirla, le da la mano y ambas caminan a la cocina para su desayuno. Esta vez, antes de cualquier escándalo, Zo
Robert puede ver que él no tiene nada que ver y también que está dispuesto a todo por la pequeña, aun creyendo que es hija de la mujer que ama con otro hombre. En verdad ha cambiado, pero eso Zoe no lo nota ahora producto del miedo y la desolación que la desaparición de su hija le ha dejado, por lo que arremete contra Daryl. —¡No te hagas el estúpido, Marchetti! —le grita Zoe desesperada separándose de él porque ese contacto no le pasa desapercibido—. ¡¡El único que sabe de esa puerta eres tú y está abierta!! —No tengo idea de lo que están hablando —interrumpe Alessia matando a Zoe con la mirada—. Pero Daryl ha estado conmigo en toda mi práctica, desde hace más de una hora. Zoe se queda impactada, pero no les cree, no… su hija debe estar allí. Le dedica una mirada de molestia absoluta a Daryl y corre a las escaleras, llamando a su hija mientras sube los peldaños de dos en dos. Los hombres la siguen, mientras ella abre las puertas del segundo piso, no reconociendo mucho de lo que a
Todo en la mansión Amato es un revuelo, la gente moviéndose, buscando a Hope en cada rincón con la esperanza de que las sospechas de que Anabet se la hubiese llevado no sean ciertas.Pero Robert ya sabe la verdad, por eso en cuanto Daryl corta la llamada, Robert se gira para organizar a su gente con toda la rapidez que la situación lo amerita, pero la figura estoica de Zoe en el pasillo hacia la salida con los brazos cruzados lo detienen en seco.—¿Quién era? —pregunta ella con seriedad y sin perder ni una de las expresiones de Robert porque sabe que así no le puede mentir, por eso mismo él no le miente y porque tampoco considera a Zoe frágil para no hacerle cara al asunto tal como está.—Marchetti.—¿Qué quería?—Llamó para decirme que Anabet tiene a Hope y lo llamó para negociar con él.—¿Por qué con él? ¡Yo soy su madre! —dice Zoe completamente alterada, pero la respuesta de Robert le baja la histeria en dos segundos.—Y él su padre… aunque no lo sepa, está dispuesto a entregarse a
Cuando logra separarse de la mujer, consiguiendo no limpiarse el beso para no alterarla, puede ver que se le ha caído la capucha de la sudadera, así consigue ver el cabello de la mujer hecho un desastre. Evidentemente, no ha logrado tintarlo, por lo que una raíz castaña es visible, va sin maquillaje y sus uñas son del terror. Siempre fue así de falsa y él no se dio cuenta antes. O tal vez sí, pero estaba cegado con una parte incompleta de su memoria, aferrándose a ella con todas sus fuerzas para recobrar parte de su vida perdida en este mismo lugar. Escucha unos ruidos afuera y sabe que Robert está allí, nadie más podría ser. Eso lo pone más alerta de lo que debería hacer. Anabet gira la mirada a la puerta, pero Daryl la atrae a su cuerpo y le da un beso corto, distrayéndola de lo que en realidad sucede afuera enseguida, ella sonríe y pasa su manos por el pecho del hombre, sin soltar el revolver. —Déjame sacar a la niña de allí para hacerla dormir y luego podemos buscar un lugar má