La noticia de la venta de la mansión Amato le llega a Daryl como un golpe en el estómago que le quita todo el aire, ese mismo que hace tiempo le escasea cada vez que ellas le llegan a la memoria. No puede concebir la idea de que alguien más ocupe el lugar que era de su Zoe, su niña bella. Por esa misma razón se atreve a llegar a Amato Inversiones a pedirle explicaciones a Carlo, quien lo recibe de mala manera en su oficina. —¿Qué quieres? —Quiero saber por qué vendiste la mansión —Carlo no puede evitar levantar las cejas por la sorpresa. —Ese no es tu problema, la mansión es mía y puedo hacer lo que quiera con ella. —¿Eso es lo que piensas? Tú y yo sabemos que esa mansión es de Zoe, aunque tu abuelo no le dejara nada. ¿Al menos le preguntaste si podías venderla? Sabes lo que significa para ella… —No vengas aquí a dártelas de muy conocedor de mi prima. Si así hubiese sido no la habrías tratado como lo hiciste. Y por supuesto, claro que le pregunté si estaba de acuerdo con que ven
Mientras Daryl está allí, llorando por su pequeña, en Londres Zoe entra al lugar en donde se llevará a cabo su matrimonio civil con Robert. Su padre la lleva orgulloso del brazo, mientras que Robert se para derecho, nervioso de verla entrar así.Va con un vestido blanco, un peinado sencillo y un ramo de botones de rosas blancas. Hope, que está en brazos de Rita, aplaude feliz y se ríe por la cara de su padre, Carlo le da unas palmaditas en el hombro a Robert para tratar de darle algo de apoyo.Puede ser que ese matrimonio sea un arreglo, pero para él es tan real como puede ser cualquiera y se esforzará lo suficiente para que Zoe se quede con él por el resto de sus vidas.Ella le toma la mano a Robert, los dos se paran frente al oficial y la ceremonia se lleva a cabo sin ningún percance. Para cuando salen de allí, Robert les dice que irán a desayunar a un lugar especial, puesto que la boda se hizo a primera hora de la mañana.El día entre ellos transcurre especial, Carlo les dice que t
En cuanto logran instalarse en la mansión con propiedad, Zoe y Robert se ponen de cabeza a preparar la que sería la velada en donde ella se mostraría a la alta sociedad de Roma nuevamente. Lo mejor de todo eso es que Robert había logrado convencerla de usar un vestido rojo de infarto, bastante recatado para ella, pero que la hacía lucir espectacular. Es por eso que ahora la mansión Sanders está hecha un caos, porque el momento de la famosa velada había llegado y esa noche pintaba ser muy especial, en donde conocerían gente nueva, pero también para volver a ver a aquellos que tanto daño le habían hecho a Zoe. Carlo se había encargado de conseguir un espacio amplio en la ciudad, le costó un poco porque quería uno con una bella escalera desde donde su prima bajara del brazo de su esposo. Era un dramático, pero sabía que eso iba a impactar mucho más y dejaría a muchos con la boca abierta… y esa era la idea. Personalmente se hizo cargo de las invitaciones, la que incluso se encargó le l
Zoe mira el salón con una sonrisa de suficiencia, está repleto de personas que se son o se creen importantes y respiran con aires de una grandeza que difícilmente tienen, de reojo puede ver a Anabet… Y a él. Le aprieta la mano a Robert por los nervios de estar en el mismo espacio que el hombre que tanto mal le hizo y él le regresa el apretón para darle ánimo. —Tranquila, ninguno puede hacerte daño. —Lo sé, pero tengo más miedo de lo que yo les haré. —No lo tengas… —los dos se miran cómplices y eso cala más hondo en Daryl, quien ya sabe que no hay ni una posibilidad con su Zoe—. Es poco para lo que se merecen. El primero en acercarse a saludar es el primer ministro, que besa su mano con delicadeza y luego le da un apretón de manos a Robert. —Sir Robert, es un placer poder conocerlos al fin. —Primer ministro, el gusto es todo mío. Sí, Robert tiene el título de caballero y Zoe se enteró hace sólo unos meses, también que no lo usa porque se le hace de lo más esnob, pero ahora tod
Tras lo que parecen días, Daryl logra ponerse de pie con mucha dificultad porque el peso del alma mucho mayor al de su cuerpo. Cuando llega a su refugio, mira todo con una profunda tristeza, mucho más al pensar en la sonrisa que debió tener Zoe al ordenar cada cosa y que debió ser la misma que vio por la noche, mientras caminaba de la mano de él…Se mete a la ducha, deja que el agua se lleve el aroma de Anabet, las lágrimas y parte del pesar que trae. Se viste con la mejor ropa que tiene y toma el rumbo a la mansión Amato, porque sabe que no hay otro lugar en donde debe estar.Necesita explicarle lo que sucedió en la noche, que no recuerda nada y que entre Anabet y él no hay nada.Del otro lado, Zoe está sentada en la cocina tratando de que Hope se tome su leche blanca, pero ese día ella quiere que sea con fresas… el problema es que no hay fresas.—Hope, enviaré a alguien de compras para que por la tarde tengas tu leche con fresas —intenta negociar, pero la pequeña se cruza de brazos
Zoe camina por el jardín envuelta en una manta, mirando los árboles con una sonrisa llena de melancolía. El sol recién está apareciendo en Roma, pero para ella salió mucho antes. Cierra los ojos para recordar la noche anterior, en donde quiso entregarse a Robert, aunque su hija los detuvo, luego sí pudo dar rienda suelta a esa curiosidad y al deseo de estar con aquel hombre que en todo momento la hizo sentir protegida. Sus manos bajan a su vientre, mientras que su mente se pierde por completo en la noche anterior. «Robert la ve con la decisión retratada en los ojos y sólo puede ceder ante sus encantos. Antes de que ella se vuelva a posicionar sobre él, saca de la mesita de noche un preservativo, algo que no pensó en el primer intento porque su mujer lo pilló desprevenido, mientras se lo coloca Zoe lo mira directo a los ojos antes de volver a sentir su dureza en la entrada y comienza a bajar lentamente. No puede evitar gemir por el dolor y la satisfacción de sentirse llena, Robert
Las cosas iban marchando tal como Zoe lo había planeado. El nombre de Anabet estaba en la palestra de nuevo y hasta los programas de chismes se habían encargado de perseguirla, mientras que Daryl emitió un comunicado limpiándose de todo acusando que seguramente la mujer lo había drogado como años atrás le había sucedido. Pero nada de eso era suficiente, a menos que iniciara una venganza real en contra de aquellos quienes le habían hecho tanto daño. Está sentada en el despacho de la casa, mirando con satisfacción las noticias en contra de Anabet, donde se recuerda lo desgraciada que fue con su prima, a la que no mencionan, pero es obvio que quienes están al tanto de la relación familiar saben que se refieren a ella. No sabe exactamente por qué, pero se le viene la historia del Conde de Montecristo, que hizo de la venganza un arte bien elaborado y lleno de florituras que le permitieron hacerla como algo que era justo. Mira el cuarto y allí está el retrato de su abuelo, el que la mi
El silencio se hace pesado, las miradas en aquel espacio van de Francesco que está muerto de miedo a Nicholas que lo mira con desprecio, en especial porque oyó todo lo que le dijo a Zoe. Finalmente, es Antonieta quien rompe aquel silencio.—No puede ser… ¡Tú estabas muerto! —le grita Antonieta.—Pregúntale a tu esposo si fue capaz de matarme con sus propias manos —camina imponente hacia Francesco y lo enfrenta.Zoe se hace a un lado, para entrar a la protección de Robert, pero no pierde detalle en el temblor de los labios de Francesco, que observa a su hermano con una mezcla de odio y miedo.—Ni-Nicholas… hermano.—Cállate —sentencia Nicholas—. No tienes derecho a decirme hermano, por tu ambición me perdí de la vida de mi hija, la muerte de mi esposa, de la partida de mi padre… pudiste al menos ser un buen padre para mi niña, pero solo la hundiste más y lo seguirías haciendo, si yo no hablo ahora lo que hiciste.—¡No, yo no hice nada…! ¡Tú resbalaste!—¿Y quién está hablando de mi «ac