Haidar salió de su oficina y subió a su auto. Inicialmente, planeaba dirigirse a su casa para reunirse con Brenda, pero una llamada repentina lo hizo cambiar de rumbo. Era su tía Aisha, quien con su voz cálida, lo invitaba a cenar a su casa.—Haidar, me hace mucha ilusión que vengas. Al menos comparte una comida con nosotros. Antes solías venir con frecuencia y ahora apenas lo haces. Entiendo que tengas más responsabilidades, pero me gustaría que por favor cenemos juntos esta noche. Y si es posible, trae a tu esposa.Haidar pensó por un momento, consciente de que no podía rechazar la invitación.—Tía, agradezco muchísimo tu invitación. Puedo ir, pero Brenda no podrá acompañarme esta vez.—Entiendo, ya será en otra ocasión. Te esperamos.La llamada terminó poco después, y Haidar ajustó el rumbo hacia la casa de sus tíos. Afortunadamente, el tráfico era ligero, y llegó a la propiedad en poco tiempo. Al entrar, fue recibido por los brazos abiertos de Aisha, quien lo abrazó con emoción.
Brenda estaba acomodándose en la cama, acostumbrada ya a las llegadas tardías de su esposo. Sin embargo, esta vez algo en su pecho le decía que había algo diferente. Haidar aún no regresaba a casa, y la inquietud comenzaba a instalarse en su mente. Decidió llamarlo, esperando escuchar su voz y que le asegurara que ya estaba en camino, pero el teléfono sonaba una y otra vez sin respuesta. Con cada tono que pasaba, su preocupación aumentaba. Finalmente, colgó la llamada, mirando el teléfono con la intensa necesidad de ver algún aviso de su parte, algo que le dijera que todo estaba bien, que ya estaba llegando. Pero no hubo ninguna señal.Resignada, dejó el teléfono sobre la mesita de noche y decidió distraerse. Acostada boca arriba, colocó ambas manos sobre su vientre abultado, acariciándolo con ternura mientras comenzaba a hablarles a sus pequeños bebés.—Mis pequeños, me pregunto cómo serán ustedes… falta tan poco para que lleguen a nuestras vidas. Támara, Amira y mi pequeño Jamil… ya
Haidar ingresó a la habitación con pasos cautelosos, cuidando de no despertar a Brenda, quien dormía plácidamente entre las sábanas. Por un momento, la observó en silencio, disfrutando de la calma que irradiaba su rostro. Se inclinó y dejó un beso suave y cariñoso sobre su frente, como si ese simple gesto pudiera transmitirle todo lo que no se atrevía a decir en palabras. El árabe sacó de su bolsillo dos pequeñas cajitas de terciopelo oscuro. En su interior estaban los anillos, esos que había escogido cuidadosamente pensando en Brenda. También había escrito una nota breve, sencilla pero sincera. Sabía que no era la forma más romántica de entregárselos, pero su mente estaba revuelta. La confusión, la preocupación y la carga emocional que llevaba consigo le impedían pensar en algo más detallado o especial. Simplemente quería que Brenda los tuviera, que supiera lo importante que era para él, aunque fuera de esa manera.Colocó las dos cajitas sobre la mesita de noche, asegurándose de que
Ese día, Madelaine decidió tomarse un descanso y aprovechar para visitar a Brenda. Llegó al piso casi de inmediato, tocando suavemente la puerta antes de entrar. Brenda, quien estaba descansando en el sofá con una taza de té caliente en una mano, se levantó con una sonrisa al ver a su amiga.—¡Madelaine! Qué alegría verte. —Brenda caminó hacia ella con pasos lentos y le dio un cálido abrazo—. Siento que eres la única persona que se esfuerza tanto por visitarme. Debería también poner de mi parte y visitarte a ti alguna vez.Madelaine le devolvió el abrazo, riendo con suavidad.—No te preocupes por eso, Brenda. Entiendo perfectamente tu situación. Estás embarazada, y no deberías salir con frecuencia. Además, me encanta venir a verte.—Gracias por comprender. —Brenda suspiró aliviada, tocándose ligeramente el vientre mientras volvían a sentarse.Madelaine se acomodó en uno de los sillones, pero de repente su mirada se posó en las manos de su amiga. Fue entonces cuando notó algo que no ha
Haidar llegó a casa después de un día bastante ajetreado, pero no pudo evitar sonreír al darse cuenta de que había llegado a tiempo para cenar con Brenda. Ese simple hecho le alegró más de lo que esperaba. Al entrar en el comedor, vio a Brenda sentada en una de las sillas, con las manos descansando sobre su vientre mientras esperaba para comenzar a comer. Al escuchar sus pasos, levantó la mirada y sonrió al verlo.—Haidar, estás aquí —pronunció alegre y su rostro se iluminó.Él se acercó a ella y, sin decir una palabra, se inclinó para dejar un beso cariñoso sobre sus labios. Ese simple gesto hizo que Brenda se sintiera mejor, como si todo estuviera bien en ese momento.—Así es. Estoy aquí. —Haidar le dedicó una sonrisa antes de tomar asiento frente a ella.Marilyn, al darse cuenta de que su jefe había llegado, se apresuró a servirle la comida y luego se retiró, dejándolos a solas. Brenda tomó un sorbo de agua antes de romper el silencio.—Así que… dejaste los anillos sobre la mesita
Mientras Brenda se acurrucaba en el pecho desnudo de su esposo, no podía dejar de pensar en su repentino llanto de momentos antes. Ahora, con la calma instalada entre ellos, se sentía un poco avergonzada. Arrepentida, se reprochaba haberse puesto a llorar como una niña frente a él. Exhaló profundamente, intentando soltar sus pensamientos.Decidió dejar de martirizarse por ello y dirigió su atención a los anillos que adornaban su mano, la misma que reposaba sobre el pecho de Haidar. —Haidar… —comenzó con un tono suave—. ¿Cuándo nació tu ilusión y ese deseo tuyo de convertirte en padre?El árabe levantó ligeramente una ceja, sorprendido por la pregunta.—¿Por qué preguntas eso?—Nada en particular. Sólo quiero saber en qué momento quisiste tener un hijo —respondió ella, mirándolo con curiosidad.Haidar se quedó en silencio por un momento. La pregunta lo tomó desprevenido, y la respuesta que cruzó por su mente no era algo que pudiera decir tan fácilmente. "Deseé con todas mis fuerzas t
Haidar se levantó temprano esa mañana, dejando a Brenda durmiendo plácidamente en la cama. Tenía asuntos que atender, y no podía quedarse mucho tiempo. Con cuidado, salió de la habitación, se dio una ducha rápida, se vistió y salió del apartamento sin hacer ruido.Había citado a Tyler en una cafetería cercana. Cuando llegó, vio al rubio esperándolo en una de las mesas más alejadas, lo suficientemente discreta como para evitar oídos indiscretos. Tyler le hizo un gesto con la mano para indicarle dónde estaba, y Haidar se acercó con su habitual caminar seguro.—Señor Abdelaziz —saludó Tyler, poniéndose de pie por cortesía.—Tyler —expresó Haidar con seriedad, sin molestarse en devolver el gesto. Su tono era frío y cortante, y su mirada intensa no se apartaba del rubio.Tyler volvió a sentarse, algo nervioso la actitud del árabe. Haidar tomó asiento frente a él, pero no dejó de mirarlo fijamente, como si intentara atravesarlo con la mirada. Tyler, por su parte, parecía cada vez más intimi
Brenda subió al auto cuando su esposo se lo indicó, asegurándose de colocarse el cinturón de seguridad antes de que se pusieran en marcha. Durante el trayecto, notó el silencio profundo que Haidar mantenía. No era común que él estuviera tan callado, y eso despertó su curiosidad. Parecía que algo le estaba afectando, pero no quería arruinar el día con preguntas innecesarias. Quizá todo era un invento de su cabeza.Al final decidió hablar. —Estoy muy emocionada por este día. Comprar cosas de bebé… nunca creí que podría ser tan emocionante —admitió con una sonrisa cálida.Haidar la miró de soslayo, una ligera sonrisa apareció en sus labios.—Tampoco creí que terminaría involucrándome en algo como esto. De haber sido de otra forma, probablemente habría encargado a alguien más que se ocupara de estas cosas. Pero… sin duda, no hay nada mejor que hacerlo nosotros mismos.—Es lo bonito de todo esto —contestó Brenda, animada—. Podremos escoger ropa para ambos sexos: para nuestras niñas y nues