34

Cuando el árabe se presentó en su oficina esa mañana, estaba de mal humor porque había despertado con una horrible resaca que ni siquiera se calmó con el medicamento que tomó.

Aurora estaba en el exterior y le daba miedo ingresar a su oficina, pero se sentía presionada por el hecho de tener que entregarle una información importante, así que se armó de valor para ingresar a la oficina de su jefe malhumorado.

Incluso cuando intentó ser firme al andar, sus pasos eran vacilantes, finalmente estaba allí frente a su escritorio y con una mano temblorosa extendió la misma, dejando el documento sobre la superficie del escritorio. El hombre alzó la vista y ella sintió que quemaba con solo la mirada.

—Buenos días, señor Abdelaziz. Lamento mucho si estoy interrumpiendo algo, pero necesito darle esos documentos —admitió casi temblando en su lugar.

—¿Tienes que decirme algo más?

—No, es todo. Con su permiso —agregó al recibir su otra mirada casi echándola de la oficina.

Ella, salió despavorida
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP