Esa tarde, mientras Brenda estaba en casa, Madelaine llegó de visita. La amiga de Brenda pudo notar que algo parecía inquietar a la joven esposa. Colocando una mano sobre su hombro, Madelaine la miró con preocupación.—Dime, ¿qué es lo que pasó ahora? —preguntó con suavidad.Brenda suspiró y la miró a los ojos.—Aisha, la tía de Haidar, me comentó que el padre de Haidar perdió la vida en un robo armado. Lo asesinaron.Madelaine abrió los ojos con sorpresa.—¿Lo asesinaron? Claro, eso tiene sentido. Esos recortes de periódico que viste debían ser sobre ese fatídico momento.—Sí, Madelaine. Es exactamente eso lo que pasó —confirmó Brenda, con tristeza en su voz.—¿A qué hora le dirás a Haidar que ya sabes eso? —preguntó Madelaine, con cautela—. No me digas que ya has decidido decírselo.—¡No, no podría hacer eso! —exclamó Brenda, negando con la cabeza—. Además, su tía me lo contó casi en secreto. Vio mi desesperación y solo me lo comentó por eso.—¿Qué pasó con la madre de Haidar? —preg
En poco tiempo, Jamal llegó al hospital. Apenas ingresó, un doctor lo recibió con amabilidad, aunque su expresión reflejaba la gravedad del momento.—Señor Jamal, puede entrar a verla. La señorita Madelaine está consciente, pero debo advertirle que está algo confundida y agotada. Por favor, sea paciente con ella, es importante que no se esfuerce demasiado emocionalmente —explicó el médico, colocando una mano sobre su hombro.—Gracias, doctor. Haré todo lo que pueda para apoyarla —respondió Jamal, su voz temblando ligeramente.Cuando Jamal ingresó a la habitación, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Allí estaba Madelaine, postrada en la cama del hospital, con la mirada perdida en un punto fijo de la habitación. Sus ojos estaban hinchados, su rostro pálido, y su expresión reflejaba un dolor tan profundo que Jamal apenas podía soportarlo. Cuando ella lo vio, su mirada se llenó de tristeza, y le habló con una voz débil.—Jamal… no tenía idea de que estaba embarazada. ¿Cómo no
—¿Hay alguna razón por la que parezcas preocupado? —preguntó Brenda, mirándolo con curiosidad mientras él sostenía el teléfono en sus manos.Haidar se aclaró la garganta antes de devolverle la mirada.—¿Por qué lo preguntas?—Es evidente que algo te está preocupando, y solo quiero saber qué es —insistió ella, con un tono dulce pero firme.—Jamal no tomó mi llamada. Es bastante raro, casi siempre contesta de inmediato. Probablemente esté ocupado… o no lo sé —respondió Haidar, tratando de restarle importancia al asunto.—¿Crees que le haya pasado algo malo? —preguntó Brenda, frunciendo el ceño.—No, no es eso —dijo rápidamente, aunque su tono no era del todo convincente.En ese momento, Brenda recordó que Madelaine había estado un poco diferente en los últimos días. Decidió escribirle un mensaje para saber cómo estaba, pero no recibió respuesta. Algo inquieta, intentó llamarla, pero tampoco obtuvo una contestación. Esto solo incrementó su preocupación.—¿Ahora llamas a Madelaine? —quiso
Esa noche, Madelaine se acurrucó al lado de Jamal en la cama. Aunque su cuerpo estaba agotado, su mente seguía activa, llena de pensamientos que no la dejaban descansar. Se sentía un poco culpable por haber ignorado las insistencias de Jamal durante la mañana, especialmente cuando él solo estaba preocupado por su bienestar. Pero la tristeza la había consumido tanto que simplemente no tenía apetito ni fuerzas para discutir.Madelaine suspiró profundamente antes de romper el silencio.—Jamal, lo siento mucho… —murmuró, con un nudo en la garganta—. No quise hacerte pasar un mal rato esta mañana. Sinceramente, no tenía apetito. Me sentía tan desanimada y triste por todo lo que pasó…Jamal giró hacia ella y, con ternura, hizo que lo mirara directamente a los ojos. Su mirada estaba llena de comprensión, y con un gesto cariñoso, besó su mejilla.—Madelaine, no quiero que te preocupes por eso. Entiendo cómo te sientes. No tienes que disculparte. Sé que en ese momento no querías comer, y eso e
Mientras Alexandra dormía, su sueño pronto se tornó en una pesadilla oscura, una recreación vívida de los momentos más dolorosos de su vida. Aquellos recuerdos que llevaba enterrados profundamente en su corazón comenzaron a emerger con fuerza, reviviendo aquel fatídico día que había marcado su alma para siempre.Alexandra estaba en la cocina de la mansión Abdelaziz cuando sonó el teléfono principal. Con rapidez, atendió la línea, como era su costumbre.—Familia Abdelaziz, ¿con quién hablo?—Alexandra, soy Abdul —respondió el hombre al otro lado de la línea—. ¿Podrías decirle a Amira que quiero hablar con ella? Es algo importante.—Por supuesto, señor. De inmediato le aviso a su esposa para que lo atienda.Alexandra colgó y fue en busca de Amira, quien descansaba en su habitación. Al informarle que Abdul estaba en la línea, la mujer se apresuró a tomar el teléfono con una sonrisa en el rostro. Su voz estaba llena de calidez y amor mientras hablaba con su esposo.—Hola, cariño. Qué sorp
La mañana llegó, pero Alexandra no se sentía como siempre. Esa pesadilla que había tenido la noche anterior seguía fresca en su mente, como si cada detalle estuviera grabado en su piel. A pesar de haber despertado hace horas, el recuerdo del pasado pesaba sobre su pecho, opacando cualquier intento de normalidad.Se levantó, se duchó y se vistió con la esperanza de que la rutina diaria la ayudara a distraerse. Pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Amira colgada del techo volvía a su mente como un fantasma que no estaba dispuesto a dejarla en paz. Suspiró profundamente, tratando de calmar su mente antes de bajar a la cocina, donde Brenda ya estaba despierta.Brenda, con su barriga prominente, estaba sentada tranquilamente en la mesa, tomando una taza de té caliente. Cuando vio a Alexandra entrar, le dedicó una sonrisa cálida.—Buenos días, Alexandra. ¿Dormiste bien? —preguntó con amabilidad.Alexandra intentó sonreír, pero sabía que su esfuerzo era débil. No quería que Brenda
Jamal le dio una palmada en el hombro a su amigo mientras Haidar lo miraba con nerviosismo. Sabía que no había vuelta atrás. Ahora sí estaba decidido a contarle a Brenda sobre su pasado. No podía dejar que Marlene, quien había estado ausente y sin dar señales de vida, reapareciera y le dijera todo por su cuenta. Eso solo lo empeoraría. —Serás sincero desde el principio, y eso es lo mejor que puedes hacer. No hay duda de eso —dijo Jamal, con un tono firme y alentador. Haidar asintió, dejando escapar un suspiro. —Sí, sé que debí hacerlo desde hace mucho tiempo, pero ahora sí estoy completamente seguro. Confío en Brenda… confío en que ella no me juzgará ni se sentirá traicionada —respondió, aunque su voz revelaba un atisbo de incertidumbre. Jamal asintió con la cabeza, compartiendo la confianza de su amigo. —Hazlo cuando te sientas listo, pero no lo postergues más. Es hora de cerrar ese capítulo de tu vida. —Tienes razón. Gracias por venir, Jamal —dijo Haidar, con un leve gesto de
Haidar estuvo recorriendo la habitación que ocuparían los trillizos y de alguna manera pudo evocar aquel tiempo en el que también su padre se encargó de preparar la habitación para la llegada de la pequeña Olivia, su difunta hermanita. Se le hizo un nudo en la garganta al recordar el momento, y más recordando también a Alexandra, quien le contó sobre su pesadilla.Repasó con las yemas de sus dedos el borde de una de las tres cunas y suspiró. ¿Era posible que lo que tanto temía ocurriera de nuevo? ¿Y si Brenda también tomaba la decisión de dejarlo? Pensar en eso lo aterraba mucho. Pero ya tenía que enfrentar la realidad; no podía ocultarlo más. Tal vez ser sincero pondría fin a lo que aún no necesitaba un punto y final, pero tampoco tenía opción de dejarlo en puntos suspensivos. —Haidar, estás aquí. Creí que estarías en tu despacho, pero te encontré aquí en la habitación de los trillizos. Él dirigió la mirada de inmediato hacia Brenda y se obligó a deslizar una sonrisa, como si nad