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—Ah… —sonrió con malicia mientras daba pasos hacia ella y Elisa se aceleraba—. Entonces pretendías estar sola en un lugar desagradable como este… —se detuvo cuando estuvo frente a ella—. A mí no me engañas, eres miedosa. Me quisiste traer a este lugar, ¿qué pretendes hacerme?

—No seas ridículo… —rió nerviosa y él seguía con esa sonrisa intimidante y sus ojos con fuego, entonces le dio otro sorbo a su tequila—. El único que puede hacerme algo eres tú…

—Sí, puedo… Más aún luego de tantos insultos seguidos. No me gustan esos tratos… —soltó su vaso y llevó sus manos a tomar su cintura para atraerla hacia él, estrechando sus brazos para ir a besar sus labios, saboreándolos con esa dedicación erótica que tanto la volvía loca.

Elisa soltó entonces la copa también y posó sus manos en sus hombros, para luego deslizarlas hasta su nuca y profundizar ese beso.

Cómo había extrañado besarlo y cómo él había extrañado ponerle las manos encima.

La boca de Andrei prontamente se deslizó hasta su cuell
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