—Ah… —sonrió con malicia mientras daba pasos hacia ella y Elisa se aceleraba—. Entonces pretendías estar sola en un lugar desagradable como este… —se detuvo cuando estuvo frente a ella—. A mí no me engañas, eres miedosa. Me quisiste traer a este lugar, ¿qué pretendes hacerme?—No seas ridículo… —rió nerviosa y él seguía con esa sonrisa intimidante y sus ojos con fuego, entonces le dio otro sorbo a su tequila—. El único que puede hacerme algo eres tú…—Sí, puedo… Más aún luego de tantos insultos seguidos. No me gustan esos tratos… —soltó su vaso y llevó sus manos a tomar su cintura para atraerla hacia él, estrechando sus brazos para ir a besar sus labios, saboreándolos con esa dedicación erótica que tanto la volvía loca.Elisa soltó entonces la copa también y posó sus manos en sus hombros, para luego deslizarlas hasta su nuca y profundizar ese beso. Cómo había extrañado besarlo y cómo él había extrañado ponerle las manos encima. La boca de Andrei prontamente se deslizó hasta su cuell
La superficie del tronco del árbol le provocaba una sensación de irritación, hasta llegaba a dolerle, dolor que era sumamente placentero junto a las olas de sensaciones deliciosas que estaba sintiendo. Volvió a enredar sus dedos en el cabello largo de Andrei y fue a besarlo, alejando su espalda del tronco, posición que también le permitió aumentar el ritmo. Gemía dentro de la boca del líder mafioso, moviendo sus caderas en sentido contrario y gimiendo fuertemente sin importarle que pudieran escucharla los muertos. Andrei cerró sus ojos y comenzó a morder su cuello, era tan deliciosa que no podía despegarse de ella y sus movimientos lo incitaban a moverme más rápido sin ningún tipo de cuidado. Elisa en respuesta dejó de moverse y siguió siendo escandalosa, comenzando a ahogar sus gemidos porque estaba al límite, sentía el orgasmo venir así que se entregó a todas las sensaciones de su cuerpo, mente y alma terminando en un largo y fuerte sonido provocado por el éxtasis.Andrei comenz
La mirada que estaba concentrada en el amarre de su bata subió hasta el rostro de Igor, arqueando una ceja e irguiendo su espalda.—¿Por qué está aquí? —preguntó tranquilamente.—Dice que quiere visitar la tumba de Kirill.Andrei chasqueó la lengua. Había olvidado que probablemente tendría que lidiar con ese tipo de peticiones, mal aquel sujeto desagradable era familia de su fallecido amigo. "Kirill", pensó.Hace mucho ya que había suplantado sus recuerdos por otros y lo había apartado de su memoria. Pero así era la muerte, ingrata, olvidadiza.—Bien, Igor. Me encargaré de eso. ¿Dónde está?—En la sala de las fotografías.—Sinvergüenza… —alcanzó a decir, antes de dirigirse hacia dicho lugar que no estaba demasiado lejos de su habitación, pero sí demasiado lejos de donde deseaba estar.Igor se quedó mirándolo hasta que se perdió por el pasillo, luego miró la puerta de Andrei, recordando quién estaba allí adentro. No había que ser adivino para saber lo que había pasado tras esa puerta
—Bien… —ella lo miró por un segundo más sin convencerse realmente sobre su estado anímico, así que terminó por dedicarle una sonrisa y alzarse los centímetros que le quedaban para llegar a su boca y darle un beso que duró poco más de un segundo, pero que fue correspondido—. Te amo.Él sonrió ampliamente y le ordenó el cabello, dejando una parte tras su oreja como respuesta, mientras Elisa se volteaba e iba hasta donde los hombres de ese clan estarían esperándola.Andrei miró hacia la salida, tenía una cita pendiente con el cementerio, así había concluido su reflexión que duró toda una tarde, llevando una botella de whisky con él y dos rosas rojas que estaban en la sala consigo. El whisky lo tomaría junto a un Kirill imaginario tal vez para disculparse por haberlo sacado de su mente tan pronto y por no haber hecho lo necesario, pero necesitaba hacerle saber que ya no podía hacer nada; y las rosas eran para sus padres para enmendar el hecho de que jamás les llevó nada. Nunca era demas
Eran alrededor de las once de la noche y en una hora de fiesta Elisa sólo había conseguido emocionarse al saber que el señor Romanov era Arnold, y que por fin estaba en una fiesta con música que se escucharía en cualquier fiesta ordinaria. Pequeña emoción que ironizaba lo bien que lo estaba pasando, porque estar acompañada de dos hombres que tenían más del doble de su edad, estaba lejos de ser un buen panorama. Se excusó luego de un rato, quería bailar y al parecer, la pista estaba ligeramente encendida gracias a un par de jóvenes que ya se entregaban a los envolventes sonidos de la música electrónica, no sin antes ir hacia una mesa para sacar una copa de champaña. Se tomó una rápidamente frunciendo su rostro gracias a lo fuerte del alcohol, y luego volvió a sacar otra copa para irse con ella un poco más a tono con la pista de baile.Mientras caminaba miraba a la gente a su alrededor, habían muchas mujeres que parecían de su edad y la miraban de vuelta porque andaba sola. ¿Por qué
—Elisa, no. ¿Qué haces? —andar con ese vestido largo y hermoso no parecía una tarea fácil cuando se estaba en la playa—. Tu vestido…Ella rió y volteó su rostro mientras pasaba los hombros del vestido por sus brazos, deslizándolo pronto por todo su cuerpo, dejándola sólo en su ropa interior de color rojo oscuro. Sintió que su nariz se desangraba al mirarla, pero a ella parecía no importarle. Ni siquiera alcanzó a tener tiempo para procesarlo todo, porque cuando volvió a ser consciente, Elisa ya estaba dentro del mar sumergiéndose de manera casi profesional bajo una ola inofensiva. Cuando volvió a aparecer apenas un metro más allá, ella se volteó y lo miró extrañada.—¿No te vas a meter? ¡Entra!Igor sonrió y se sentó en la arena, estaba fría.—Te esperaré. ¡Deja de mojar tu cabello! Lo estás arruinando —ella rió, ya se lo había mojado y no se podía hacer nada. Al menos su maquillaje no se iba a correr, sólo iba a desaparecer la perfección de su cabello y su olor se reemplazaría por
Igor deseaba descubrir si eran como los veía con su propia boca, o si incluso se sentían aún mejor de lo que los había pensado.Sin miramientos, entonces bajó su rostro para acercarse al de ella que yacía en su cuello, ella no se movía, así que entendió que tenía licencia para seguir. Elisa estaba relajada, había leído los movimientos del chico rubio y también su intención, pero no quería rechazarlo, quería que la besara así que permitió que llegara a sus labios. Ella sintió su corazón acelerarse en cuanto sintió el aliento de Igor y el calor de sus labios sobre los suyos, así que comenzó a responderle ese beso inocente que no pretendía llegar más allá; solamente deseaban sentirse de esa forma por primera vez, quizá la única vez. Se agitó en cuanto sintió su lengua entrar, y él abandonó su tarea en ese momento arrepentido y perturbado por haberse acelerado.—Elisa, yo…Ello lo miró desde su posición, sonriéndolo suavemente para no hacerle sentir mal.—Está bien, Igor… Fue un beso t
—Y perdiste un detalle.Él ladeó una sonrisa llegando hasta ella, quedándose de pie a su lado pidiéndole su mano.—¿Cuál? —preguntó él, una vez obtuvo su mirada y la aceptación de su mano.—Tú —terminó ella con una pequeña sonrisa, mientras quedaba en frente de un Andrei que la miraba de esa manera intensa—. ¿Por qué tardaste?—Tenía una cita en el cementerio… —le dijo sin problemas mirándola. Incluso con ese look libremente arruinado le fascinaba—. ¿Te gustó la fiesta? —la tomó por la cintura y le acariciaba la frente sacando de ella unos cabellos locos que entorpecían su panorama.—Sí… —lo abrazó sintiendo su olor. Estaba fallando en su tarea de ser ella quien lo cobijara, y es que era difícil poder llevarlo a cabo porque él era Andrei—. ¿Estás bien? —lo miró desde su lugar y él arrugó el entrecejo.Aquella pregunta era atípica, el si estaba bien o mal jamás era tema para él ni para nadie porque él siempre estaba bien. Que sus hombres se lo preguntaran con anterioridad era extraño,