—Bien… —ella lo miró por un segundo más sin convencerse realmente sobre su estado anímico, así que terminó por dedicarle una sonrisa y alzarse los centímetros que le quedaban para llegar a su boca y darle un beso que duró poco más de un segundo, pero que fue correspondido—. Te amo.Él sonrió ampliamente y le ordenó el cabello, dejando una parte tras su oreja como respuesta, mientras Elisa se volteaba e iba hasta donde los hombres de ese clan estarían esperándola.Andrei miró hacia la salida, tenía una cita pendiente con el cementerio, así había concluido su reflexión que duró toda una tarde, llevando una botella de whisky con él y dos rosas rojas que estaban en la sala consigo. El whisky lo tomaría junto a un Kirill imaginario tal vez para disculparse por haberlo sacado de su mente tan pronto y por no haber hecho lo necesario, pero necesitaba hacerle saber que ya no podía hacer nada; y las rosas eran para sus padres para enmendar el hecho de que jamás les llevó nada. Nunca era demas
Eran alrededor de las once de la noche y en una hora de fiesta Elisa sólo había conseguido emocionarse al saber que el señor Romanov era Arnold, y que por fin estaba en una fiesta con música que se escucharía en cualquier fiesta ordinaria. Pequeña emoción que ironizaba lo bien que lo estaba pasando, porque estar acompañada de dos hombres que tenían más del doble de su edad, estaba lejos de ser un buen panorama. Se excusó luego de un rato, quería bailar y al parecer, la pista estaba ligeramente encendida gracias a un par de jóvenes que ya se entregaban a los envolventes sonidos de la música electrónica, no sin antes ir hacia una mesa para sacar una copa de champaña. Se tomó una rápidamente frunciendo su rostro gracias a lo fuerte del alcohol, y luego volvió a sacar otra copa para irse con ella un poco más a tono con la pista de baile.Mientras caminaba miraba a la gente a su alrededor, habían muchas mujeres que parecían de su edad y la miraban de vuelta porque andaba sola. ¿Por qué
—Elisa, no. ¿Qué haces? —andar con ese vestido largo y hermoso no parecía una tarea fácil cuando se estaba en la playa—. Tu vestido…Ella rió y volteó su rostro mientras pasaba los hombros del vestido por sus brazos, deslizándolo pronto por todo su cuerpo, dejándola sólo en su ropa interior de color rojo oscuro. Sintió que su nariz se desangraba al mirarla, pero a ella parecía no importarle. Ni siquiera alcanzó a tener tiempo para procesarlo todo, porque cuando volvió a ser consciente, Elisa ya estaba dentro del mar sumergiéndose de manera casi profesional bajo una ola inofensiva. Cuando volvió a aparecer apenas un metro más allá, ella se volteó y lo miró extrañada.—¿No te vas a meter? ¡Entra!Igor sonrió y se sentó en la arena, estaba fría.—Te esperaré. ¡Deja de mojar tu cabello! Lo estás arruinando —ella rió, ya se lo había mojado y no se podía hacer nada. Al menos su maquillaje no se iba a correr, sólo iba a desaparecer la perfección de su cabello y su olor se reemplazaría por
Igor deseaba descubrir si eran como los veía con su propia boca, o si incluso se sentían aún mejor de lo que los había pensado.Sin miramientos, entonces bajó su rostro para acercarse al de ella que yacía en su cuello, ella no se movía, así que entendió que tenía licencia para seguir. Elisa estaba relajada, había leído los movimientos del chico rubio y también su intención, pero no quería rechazarlo, quería que la besara así que permitió que llegara a sus labios. Ella sintió su corazón acelerarse en cuanto sintió el aliento de Igor y el calor de sus labios sobre los suyos, así que comenzó a responderle ese beso inocente que no pretendía llegar más allá; solamente deseaban sentirse de esa forma por primera vez, quizá la única vez. Se agitó en cuanto sintió su lengua entrar, y él abandonó su tarea en ese momento arrepentido y perturbado por haberse acelerado.—Elisa, yo…Ello lo miró desde su posición, sonriéndolo suavemente para no hacerle sentir mal.—Está bien, Igor… Fue un beso t
—Y perdiste un detalle.Él ladeó una sonrisa llegando hasta ella, quedándose de pie a su lado pidiéndole su mano.—¿Cuál? —preguntó él, una vez obtuvo su mirada y la aceptación de su mano.—Tú —terminó ella con una pequeña sonrisa, mientras quedaba en frente de un Andrei que la miraba de esa manera intensa—. ¿Por qué tardaste?—Tenía una cita en el cementerio… —le dijo sin problemas mirándola. Incluso con ese look libremente arruinado le fascinaba—. ¿Te gustó la fiesta? —la tomó por la cintura y le acariciaba la frente sacando de ella unos cabellos locos que entorpecían su panorama.—Sí… —lo abrazó sintiendo su olor. Estaba fallando en su tarea de ser ella quien lo cobijara, y es que era difícil poder llevarlo a cabo porque él era Andrei—. ¿Estás bien? —lo miró desde su lugar y él arrugó el entrecejo.Aquella pregunta era atípica, el si estaba bien o mal jamás era tema para él ni para nadie porque él siempre estaba bien. Que sus hombres se lo preguntaran con anterioridad era extraño,
Serguei caminaba a paso seguro hacia la calle cercana a la playa, en donde Stefan lo esperaba en su lujoso Lamborghini Veneno.Estaba tan seguro de lo que haría, que sus labios se mantenían en una línea perfectamente tranquila. Su corazón no le decía nada con el ritmo que adoptaba, pero su cabeza lo empujaba a avanzar mucho más rápido de lo que sus pies le permitían. Sólo quedaban unos cuantos pasos, aquellos pasos que lo separaban de librarse de la estúpida ingenua que le molestaba.El líder estaba sentado en el asiento de copiloto, pues el automóvil sólo poseía los dos primeros asientos, y le hizo una seña con la mano a su hombre para que se bajara y le diera la privacidad que deseaba tener con ese sujeto que quería hablar con él.No dejaba de fascinarle la idea de que un hombre de Andrei estuviera pidiendo hablar con él. Nunca, ni en sus más conciliadores sueños pensó que eso podía llegar a suceder, pero debía ser cauteloso puesto que todo podía ser una trampa. No podía permitirs
A diferencia de Kirill y del mismo Andrei, Arnold siempre había sido el más comprensivo con un alma llena de nobleza; quizá su punto débil.—Sucedió algo, y es importante.—¿Qué cosa? —arqueó una ceja y entonces los ojos de Arnold se lo dijeron, porque se alternaban indecisos y ansiosos en él y en ella, con un deje de tristeza que le molestaba—. Ya veo…—Debes largarte de aquí. Steve y Tom están esperando arriba.Sí, no había dudas. Algo malo estaba pasando y tenía que ver con Elisa, lo único malo que podía pasar con ella era que una amenaza peor que él la atacara, y sólo había una en el mundo o eso él pensaba. El líder mafioso regresó su rostro al de la bailarina y le acarició una mejilla.—Yo no huyo, no soy un cobarde… —seguía con su caricia pausaba sobre el rostro durmiente de la bailarina.Arnold frunció sus labios y luego miró a su camarada ponerse de pie junto a ella.—¿Por qué no me dijiste la verdad? —preguntó, aún con su mirada sobre la pareja.—¿Cuál verdad? —se volteaba c
Elisa perdió sus ojos en la imagen de ese hombre, y sólo sus palabras hacían eco en sus oídos y creaban imágenes en su cabeza.—Harás que me maten —sentenció ella, con un extraño sentimiento parecido a la ansiedad apoderándose de su pecho. Su labio comenzó a temblar. —Por eso, disfruta el paisaje. Stefan vendrá por ti cuando caiga la noche, y espero que la noche anterior hayas visto suficientes estrellas —dijo él como última cosa. No le importaba si Andrei se enteraba de boca de ella que él había sido el culpable, porque él estaba dispuesto a pagar si su líder lo consideraba como traición, pues sabía que se enfurecería con él y lo mataría sin piedad, pero estaba seguro que se lo agradecería después, al igual que Igor.Ella se quedó en su lugar, mirándolo desaparecer con los labios formando una línea. Había deseado tantas veces morir, y había estado en escenarios mucho peores viendo a la muerte cara a cara, que no sabía cómo sentirse. Stefan tenía derecho de hacer lo que quisiera