Capítulo 7 — La amante

Nicole respiró profundamente, estaba nerviosa, sentía que todo le temblaba, había llegado a la empresa en dónde su esposo la esperaba listo para firmar el divorcio.

Se suponía que ella llegaría con Patrick, que se lo restregaría en su cara, pero… Pero al final, se dio cuenta de que no podía hacerlo.

Quizás Walter la había juzgado mal y la había tratado de manipuladora, también la había despreciado por gorda, pero nunca, pero nunca le restregó a otra mujer, siempre la respetó, aunque se tratara de un matrimonio arreglado.

Ella era una heredera, ella representaba a su familia, no podía hacer eso. Tenía miedo, pánico de lo que todos dirían, sobre todo el mismo Walter.

Seguramente, Brenda la mataría cuando se enterara de la decisión que había tomado, pero de cualquier manera, ya se le pasaría el mal genio y después, Nicole encontraría la forma de devolverle el dinero que le había dado para el gigoló.

La secretaria de Walter la saludó viéndola con algo de pena y sintiendo el estómago revuelto, Nicole entró en la oficina.

Walter levantó la mirada, provocando un sobresalto en ella.

Él tenía esa mirada, aquella mirada llena de rabia y desprecio, ceñuda, fría, la que siempre le demostró desde el día en que se casaron.

— Llegas tarde, esta no es la hora de nuestra cita. — Gruñó Walter desde su escritorio.

— Sí, lo sé, lo siento. — Contestó Nicole deteniéndose en medio de la oficina.

Él la miró de arriba para abajo ceñudo, ¿por qué siempre hacía eso?, la hacía sentirse desnuda e insegura, seguramente la estaba juzgando por su cuerpo y aspecto.

— Cómo sea… — Walter elevó una ceja. — Salgamos de esto rápido… — Sacó una carpeta que extendió sobre la mesa. — Tengo otros compromisos.

Nicole se acercó lentamente, sintiendo el corazón acelerado, los ojos le ardían, las manos le temblaban, ¿así terminaba todo esto?, ¿ese matrimonio con el que ella siempre soñó y que pensó que algún día cambiaría?

Se había prometido a sí misma que no rogaría más, ya lo había hecho durante mucho tiempo, firmaría el divorcio y eso sería todo, pero había algo que Walter no se esperaba.

— Las empresas de nuestras familias seguirán fusionadas, en los papeles están todos los detalles, la parte de la familia Matthew seguirá siendo enviada a tu padre, así que no te faltará nada, tu padre te proveerá de todo… — Iba explicando Walter mientras que Nicole abría la carpeta. — Como acto de buena fe, te dejaré los papeles de la casa, los encontrarás adentro de la carpeta, firmados… No debería hacerlo considerando lo que hiciste con mi vida, pero… Me siento bondadoso.

Nicole apretó los labios y respiró profundo, intentando mantenerse fuerte, no quería derramar una lágrima más frente a él, «¿se siente bondadoso?, que humillante», sopesó con el nudo en la garganta.

Aunque por lo menos, eso significaba que no tendría que volver a la casa de su padre.

No podía hablar, si lo hacía, se le escaparía el gemido que estaba aguantando y se vendría en llanto, así que Nicole solo asintió, tomando el bolígrafo para firmar el acta de divorcio que tenía al frente.

Justo cuando la puerta de la oficina se abrió abruptamente y resonó una voz, llamando la atención de ambos.

— ¡Cariño, ya llegué!

El sonido emitido por la voz de esa mujer, se sintió como un chillido en los oídos de Nicole. «¿Cariño?», el corazón le dio un sobresalto al escuchar esa palabra.

Walter, que estaba al frente de Nicole, pareció sorprendido, pero… En su expresión también se vio una chispa de emoción cuando miró en dirección a la puerta.

Nicole volteó por inercia encontrándose con una hermosa mujer, de rostro perfilado y agradable, larga cabellera castaña y ojos verdes esmeraldas.

Aquella mujer sonrió sin despegar los ojos de Walter, sus labios rojos y pulposos combinaban con el color del vestido ajustado hasta la rodilla que llevaba, resaltando su perfecto cuerpo.

Ella volteó momentáneamente hacia Nicole, quedándose sorprendida.

— Oh, lo siento cariño… Pensé que… Pensé que estabas solo. — La mujer bajó la vista, para luego ver a Walter con preocupación. — No sabía que estabas ocupado…

— Tranquila, no es tu culpa… — Walter le habló con amabilidad, levantándose de su asiento. — Se suponía que Nicole debía venir temprano para evitarte este mal momento…

Walter le dirigió a Nicole una mirada severa, para luego abrir los brazos en dirección a la mujer, instándola a acercarse a él.

— Mmm, bueno… Supongo que tarde o temprano se enteraría… y creo que fue mejor qué sucediera temprano. — Alegó la mujer al tiempo que caminaba en dirección a Walter, pasando a lado de Nicole. — Así no tendremos que ocultarlo más.

Esa mujer saludó a Walter con un tierno abrazo, para luego darle un pequeño pico en los labios, dejando algo de labial rojo marcado en la boca de él, mientras Nicole lo veía todo paralizada y con la respiración agitada.

— ¿Cómo estás, Nicole?, cuánto tiempo sin verte… — La mujer la saludó, todavía abrazada a Walter, pero Nicole no le pudo responder. — Lamento mucho que nos volvamos a reencontrar en estas circunstancias, es una situación bastante incómoda, pero supongo que era inevitable…

— ¿Inevitable...? — Susurró Nicole con el nudo en la garganta y las lágrimas contenidas en los ojos.

La recordaba, claro que la recordaba, Tabitha Johnson, la exnovia de Walter, eso fue hace mucho tiempo, ellos se veían muy enamorados y de un momento a otro, su relación terminó.

Nicole nunca supo por qué se separaron, pero recordaba muy bien como los observaba suspirando, desde la habitación de Amanda, la hermana de Walter, mientras ellos caminaban tomados de la mano por el jardín de la mansión de los Gibson, riendo y besándose apasionadamente.

Nicole los envidiaba, sobre todo a Tabitha.

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