Isabella se levantó y caminó con pasos firmes sobre el agua de las flores que cubría el suelo. Se acercó lentamente a Desislava, se inclinó y susurró en su oído, —¿Aún no has comprendido la venganza de Ordos? ¿Sigues bobamente creyendo que eres la mejor general del mundo? Para Theobald Vogel, no eres nada. Solo te casó porque le resultabas interesante, pero si en verdad te quisiera, te habría dado el puesto de esposa legítima, no el de una simple concubina.La cara de Desislava palideció como una vela. —Eso fue solo porque Theobald me dio algo de consideración, mientras que yo no me importa el estatus.Isabella sujetó la manga de Desislava, la soltó y luego suavemente alisó su collar. Su voz estaba llena de rabia:—¿En verdad piensas que necesito la consideración que él me dio? ¿Y tú qué has ganado con no importarte el estatus? Y vienes con el descaro aquí a hacerme frente, pensando que me preocupará tu reputación y que te permitiré hacer lo que quieras ¿no es asi?Sus dedos apretaro
Ella dijo esas palabras con tal vehemencia que enfurecieron profundamente a Desislava.Se levantó de golpe y, dando una patada en el abdomen de Isabella, la hizo caer hacia atrás. Isabella no se apartó, sino que respondió con un codazo directo, golpeándole la pierna a Desislava.Isabella agarró la ropa de Desislava y la empujó contra la silla. Se inclinó sobre ella, mirando con frialdad a sus ojos. —¿Qué crees que haces atacándome en mi propia casa? ¿Cuál es tu propósito?Desislava luchaba por liberarse, pero no podía. Finalmente, se le cayó la máscara que cubría su rostro, revelando una mitad de su cara desfigurada.Viendo cómo Isabella la observaba, Desislava gritó en un arranque de desesperación.—¡Esto es por tu culpa! ¡Hoy vine para pedir cuentas! ¡Tú pudiste haber enviado a tus tropas a rescatarme, pero no lo hiciste! ¡Incluso impediste que Theobald me ayudara! ¡Isabella, lo que me has hecho es por celos, porque no puedes soportar que lo haya robado de ti! ¡Lo hiciste a propósit
Isabella le dio una patada en la rodilla a Desislava, obligándola a arrodillarse.—¿Sabes cómo murieron ellos? Cada uno fue apuñalado hasta ya mas no poder y en cada uno de ellos se encontraron exactamente 18 puñaladas. ¿Por qué dieciocho? ¡Piénsalo detenidamente!—¡No! —Desislava estaba palida, tragó saliva. Recordó a aquel joven comandante de la familia real enemida, a quien habían capturado, y al que le habían hecho dieciocho cortes antes de…—No puede ser, eso fue culpa de los enemigos del reino, tus familiares fueron asesinados por ellos. ¡No tengo nada que ver, no tengo nada que ver con eso!Intentó levantarse para escapar, pero Isabella la sujetó firmemente por los hombros, manteniéndola arrodillada e inmovilizada.—Por lo que hiciste en Villa Desamparada, toda mi familia fue masacrada, incluso mi pequeño sobrino no fue perdonado. Ese pequeño cuerpo, siempre débil desde su nacimiento, vivía tomando medicinas para fortalecerse. ¡Dieciocho cortes! Su pequeño cuerpo quedó destrozad
Desislava recordó lo ocurrido en el campo de batalla de los Llanos Fronterizos del Sur. Lo había repasado varias veces, y efectivamente, había caído en una trampa.Muchos detalles, tenía sus sospechas, pero no quería creerlos. Por lo que encontró muchas excusas, muchos motivos.La principal era que Benito deseaba apoyar a Isabella para que ascendiera, y por eso intentaba borrar sus méritos, diciéndole de antemano que no tendría ninguno.Pero Isabella estaba allí, y lo contó todo con claridad. Isabella no podía escapar. Solo pudo moverse lentamente hacia la puerta y encogerse allí, negando mientras murmuraba:—No, no es así.Isabella estaba de pie frente a una lápida, con la luz a sus espaldas que oscurecía su cara.—Desislava, sigues viva... y deberías estar agradecida por ello.Su voz era baja.—Pero mi familia... mi familia nunca regresará, y todo por tu culpa. ¿Cómo no debería odiarte? He soportado tanto tiempo, no quería hacerte daño, pero ¿por qué viniste directamente a mi puerta?
Ella ni siquiera se atrevió a mirarle a los ojos a Isabella. Cada palabra que Isabella decía le resultaba desagradable, pero sabía que ninguna de ellas era equivocada.Ella ansiaba urgentemente lograr algún mérito. En la batalla de Villa Desamparada, creyó que lo había logrado, y que además había sido la heroína. Ya no era la hija de un viejo soldado, sino Desislava, un general de renombre. Había alcanzado ella misma todo eso por su propio esfuerzo, pero en el fondo sabía que seguía siendo una persona humilde. De lo contrario, no se habría conformado con que, con sus méritos, la emparejaran con Theobald como esposa secundaria. La mayoría de la gente no hubiera aceptado eso.Ella aceptó, en parte porque sentía una atracción por Theobald, y en parte porque sabía que, si no conseguía un mérito, nunca podría aspirar a estar cerca de la familia del general. Cuando dijo que no le interesaba pelear en las intrigas del hogar, y que solo deseaba que las mujeres también pudieran luchar en los c
Pasaron dos días, y Eduardo llegó a la casa de losVogel con dos guardias.El día anterior, Desislava había regresado de su visita y, desde entonces, comenzó a tener fiebre alta. En la noche, un médico la atendió, tomó su medicina y durmió, pero sus noches estaban llenas de pesadillas continuas. Solo hoy se sentía un poco mejor.Pero no le dio importancia a la nota de deuda, pensando que solo era una humillación por parte de Isabella.Unos cuantos centimos por un estúpido florero, ¿qué significaba eso para Isabella? ¿Cómo podría en serio ir hasta su casa a exigir ese dinero?Pero realmente hay estaban, cobrándole el florero.Cuando se enteró de la visita, la vergüenza la invadió completamente, sintió que su cuerpo se calentaba de nuevo.Theobald no fue a trabajar ese día, así que se encontraba en casa.Ni siquiera sabía que Desislava había ido a causar problemas. Ni siquiera se percató de que ella había salido. Últimamente estaban peleando constantemente, por lo que él se quedaba en su
Doña Rosario se encontraba muy alterada cuando los sirvientes le informaron que alguien de la casa del Duque Defensor del Reino había ido a exigir el pago de una deuda. Inmediatamente mandó llamar a Theobald para interrogarlo sobre el asunto.Theobald sabía que ya no podía ocultar la situación. Al ser tan visible y comentada por los sirvientes, decidió contar la verdad.Doña Rosario, furiosa, exclamó:—¡Pero qué desastre! ¿Cómo pudiste casarte con alguien así? ¡Cada día trae problemas! Si no bastaba con los escándalos en la casa, ¡ahora va a hacer escándalos afuera! ¿Acaso no se mira al espejo antes de hacer el ridículo?Se llevó una mano al pecho, visiblemente afectada, y continuó:—¡Es un desastre! Seguro que fue a ver a Isabella, intentando interferir con tu boda con la señorita Dolores.Theobald se sintió súbitamente alarmado, ya que había comenzado a entender que las acciones de Desislava no eran tan aleatorias. Quizás, como su madre había dicho, se debía a su matrimonio con la se
Theobald finalmente decidió buscar a Desislava. No quería seguir discutiendo pero necesitaba hablar seriamente con ella.Al llegar a la habitación, la vio sentada en la cama, abrazada a una manta. Su rostro seguía cubierto por un velo negro. Desde que tenía cicatrices en su cara, había mandado hacer muchos velos de diferentes colores. Salir sin velo o sombrero era algo que nunca haría.Antes, cada vez que la veía, siempre parecía lista para enfrentarlo en cualquier momento, con una actitud agresiva. Pero hoy estaba débil, enferma, y solo levantó la vista para mirarlo antes de bajar la cabeza sin decir nada.La doncella que estaba junto a ella, al ver a Theobald, comentó:—Menos mal que el general ha venido. La señora lleva dos días enferma.Él ya sabía que había llamado a un médico, así que preguntó:—¿Ya te sientes mejor?Desislava giró dándole la espalda, sin deseo de responder. Al parecer ninguno de los dos tenía ganas de discutir.Theobald se sentó en una silla y permaneció en sile