Doña Pacífico, quien era la madre de la señorita Dolores, llevaba un abrigo de algodón de color azul, y sostenía una caja con hierbas medicinales. Ella ya estaba alrededor de sus cincuenta años, su cabello largo y canoso, recogido en moña y elegante.En cuanto a la señorita Dolores, ella llevaba un atuendo muy sencillo: bajo su abrigo blanco, llevaba un vestido de color amarillo pollito. Tenía poco más de veinte años, y era hermosa, pero su cara mostraba una expresión de mucha seriedad. Si no fuera por su vestido vistoso, su presencia podría haber hecho pensar que su aura era aún más envejecida que la de su madre. Se le veía a decir verdad bastante demacrada.Después de que Isabella las invitara a sentarse, explicó: —Hace unos días recibí una carta de doña Pacífico, pero en ese momento Raulito estaba recibiendo tratamiento y no pude recibirlas como se debía. Me preocupaba no ser lo suficientemente atenta, por eso mandé a rechazar su visita en ese momento. Ahora que él está mucho mejor
La señorita Dolores sonrió después de hablar y agregó: —Pero en realidad, ¡es mejor que haberse divorciado! Ahora puedes casarte con el mismísimo Rey Benito, y ser la esposa del Rey Benito es mucho mejor que ser la esposa de un simple general, ¿no es eso cierto?Isabella no le gustó el tono burlón de la joven, así que respondió con indiferencia.—Los designios de nuestro Dios bendito no se encuentran bajo nuestro control. Cuando me divorcié, no se me cruzo por mi mente de ninguna manera el casarme con el Rey Benito.—¿Cómo puedes hablar así? —exclamó doña Pacífico, regañándola.La señorita Dolores se contuvo y dijo:—Disculpe usted, pero tenga la certeza que hablo con mucha franqueza, pero espero que la señorita Isabella no se ofenda. — Luego continuó —¿Qué piensa usted del Theobald? Al haberse divorciado de él, seguramente lo piensas muy mal.Isabella se rio por lo bajo y respondió: —¿Por qué me haces esta pregunta si ya lo has dicho todo?Doña Pacífico le echó una mirada fulminante
Después de despedir a doña Pacífico y a la señorita Dolores, Isabella se sentó pensativa en la sala de estar por un buen rato.¿Qué pensará Theobald sobre este matrimonio? ¿No es que solo ama a Desislava? Recordando cómo Desislava se acercó tan orgulloso para hacerle una demostración de amor y apego, no esperaba que tan pronto tuviera una nueva esposa. ¿Qué pensará Desislava? ¿Se sentirá que quedo en ridículo por haber sido tan arrogante aquel día?Aunque la Señorita Dolores no era fácil de tratar, al menos venía de la familia del Conde y era la opción más adecuada para manejar las finanzas de la casa.Además, la vieja Rosario seguramente se encargaría de que esta nuera le agradara. No por nada en particular, sino porque, aunque era una segunda esposa, traía una dote considerable y su familia era bastante poderosa e influente. A doña Rosario le encantaban las nueras con familias poderosas.Desislava Maiquez había dicho que no pelearía con otras mujeres, pero no sabía si esta vez se ag
Doña Filomena entró con un tazón de sopa de pichón que tanto le gustaba a Angeles, y sonriendo le dijo: —Doña Angeles qué suerte tiene usted, hacía días que no cocinaba paloma, justo hoy que lo preparé, ¡usted llega!Ella decía esto de manera poco sincera, pues en realidad se cocinaba todos los días, y era para Raulito, como parte de la medicina que le daban para fortalecerlo.La familia Conrado había llevado una gran cantidad de palomas, el mayordomo de Benito también envió muchas, y Eduardo compró más.Doña Angeles miró a la criada Filomena y sonrió: —A decir verdad, mi pecado capital es el de la gula, cuando sé que hay algo bueno, ¡vengo a probarlo! Últimamente he estado algo mal, así que comeré un poco seguro me compondré.Isabella preguntó con preocupación: —¿No ha mejorado su salud? La última vez que vino a ver a Raulito, escuché que tosía un par de veces.Angeles suspiró mientras removía los huesitos de paloma del tazón, con una expresión preocupada y despectiva: —Es que no
Cuando Angeles se marchó, Isabella llamó a doña Filomena para que le trajera también un poco de sopa.Angeles tenía la garganta débil, y el sereno siempre le causaba molestias. En el pasado, Isabella le había enviado mucha de esa sopa.Ella intentó rechazarlo, pero Isabella utilizó su propio argumento para contradecirla:—Si no lo quieres, es porque me desprecias, entonces no puedo aceptar nada de ti.Dicho esto, comenzó a pedirle a doña Filomena que devolviera los brazaletes de oro.—¡Ay eso ni se te ocurra! La tomaré entonces conmigo—respondió rápidamente la señora Angeles, abrazando el tarro de sopa con las manos—Siempre yo por aqui tomando tus cosas, me da mucha vergüenza.—En el momento más difícil, fue usted quien estuvo a mi lado, y eso lo llevo en mi corazón, —dijo. Isabella, abrazándola y acompañándola hasta la puerta.Cuando la familia Díaz de Vivar sufrió la tragedia, aunque la familia Vogel también le brindó consuelo, solo fueron palabras. Solo Angeles la acompañó sinceram
El doctor Dagel fue llamado inmediatamente. Tras revisarlo, primero aprobó los esfuerzos de su asistente el doctor Escarlata y luego reconoció la increíble capacidad de recuperación de Raulito.Después, tocó suavemente la pequeña nariz de Raulito y dijo: —Buen muchachito, eres un niño impresionante. Pensé que al menos necesitarías uno o dos años para recuperarte, pero mírate ahora.Isabella rápidamente le preguntó: —Pero doctor, ¿no dijo usted que tendría que expulsar ese coagulo de sangre con veneno para hablar?—Eso no es algo absoluto. Ahora veo que la toxina en su cuerpo ya está casi eliminada. Solo que no ha hablado en dos años, así que es un poco difícil para él volver a usar sus cuerdas vocales. Además, su garganta estuvo constantemente tratada, lo que causó algun dolor. Pero con el tiempo, todo mejorará.Todos exclamaron un ah, sonriendo al comprender.Antes, todos estaban preocupados por cuándo Raulito expulsaría esa sangre oscura, pero al parecer no era necesario.La habili
Juanita llegó temprano por la mañana para informar: —Desislava está afuera del palacio exigiendo verte. Está haciendo un gran escándalo, gritando y dándole patadas la puerta, no hemos podido echarla. No tuvimos otra opción más que despertarte.Isabella se incorporó en la cama, con los ojos aún somnolientos, y quedó aturdida por un momento. ¿De verdad había venido?Se despejó un poco y escuchó atentamente. Afuera, efectivamente, había alguien gritando. Era la voz de Desislava, acompañada de totazos contra la puerta. Si seguía armando tanto alboroto, terminaría despertando a Raulito. Aunque él estaba mucho mejor, todavía le tenía miedo a los gritos agresivos.El primer impulso de Isabella fue levantarse de un salto y agarrar su lanza para echarla a bastonazos. Pero, dado que su hogar estaba rodeada de residencias de nobles y que Desislava seguía siendo, técnicamente, una persona respetable, no sería apropiado para la jefa de la casa rebajarse a lidiar personalmente con ella.Bien, pensó
Desislava se rio locamente al escuchar esas palabras, —¡Ni siquiera eres capaz de decir la verdad, Isabella, qué audacia la tuya! ¡Y qué hipócrecia también! —Isabella no le prestó atención y continuó,—Segundo, viniste a buscarme, diciendo con arrogancia aquellas palabras que todavía recuerdo. Dejame recordarte que menosprecias a las mujeres que antes decias que por que tenías el cargo de generala tanto protegías y animabas a ser mejores. No te envidio, pero sí te desprecio. Como mujer, no tienes piedad por otras de tu mismo sexo. Tu moral y carácter son muy reprochables.Desislava respondio fríamente. —¿Ah sí? Pero en ese entonces tu habilidad en la guerra era tan poderosa. Si no te agradaba, ¿por qué no me corregiste?—¡Porque no valías la pena carajo! —los ojos de Isabella mostraban firmeza.—En mi opinión, en ese momento eras una simple gallina que aletea y aletea, pero nada de huevos. No me dignaba a pelear contigo, y como solo me atacaste con palabras, yo te respondí de igual