Capítulo280
Cuando Angeles se marchó, Isabella llamó a doña Filomena para que le trajera también un poco de sopa.

Angeles tenía la garganta débil, y el sereno siempre le causaba molestias. En el pasado, Isabella le había enviado mucha de esa sopa.

Ella intentó rechazarlo, pero Isabella utilizó su propio argumento para contradecirla:

—Si no lo quieres, es porque me desprecias, entonces no puedo aceptar nada de ti.

Dicho esto, comenzó a pedirle a doña Filomena que devolviera los brazaletes de oro.

—¡Ay eso ni se te ocurra! La tomaré entonces conmigo—respondió rápidamente la señora Angeles, abrazando el tarro de sopa con las manos

—Siempre yo por aqui tomando tus cosas, me da mucha vergüenza.

—En el momento más difícil, fue usted quien estuvo a mi lado, y eso lo llevo en mi corazón, —dijo. Isabella, abrazándola y acompañándola hasta la puerta.

Cuando la familia Díaz de Vivar sufrió la tragedia, aunque la familia Vogel también le brindó consuelo, solo fueron palabras. Solo Angeles la acompañó sinceram
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