Pasaron dos días, y doña Rosario envió una carta diciendo que al día siguiente vendría a visitar a Isabella acompañada de la señorita Dolores, la tercera hija de la familia León.Cuando doña Filomena fue a informarle le dijo: —¿Por qué no mejor no los recibimos? No sabemos qué quieren. Si fuera para preguntar sobre la situación de la casa de los Vogel, ya lo habrían hecho, no después de que el matrimonio estuviera casi resuelto, ¡y hasta los vestidos de novia ya estaban en preparación!Isabella también pensaba que no era adecuado verlas, así que preguntó: —¿Cómo está redactada la carta?Doña Filomena respondió: —Dice que vienen a felicitar el regreso de Raulito. Eso es solo una excusa, porque Raulito ya ha estado de regreso durante bastante tiempo, ¿por qué no vinieron antes?Isabella pensó por un momento y dijo: —Ve y responde que Raulito está recuperándose de una herida y no es adecuado recibir visitas en este momento. Cuando esté mejor, iremos a visitarle personalmente.Doña Filomen
Por la tarde, Benito también fue a visitar a Raulito. Sus palabras de consuelo fueron más efectivas que las del doctor Escarlata y las de su tía. Solo dijo una frase corta:—Debes saber soportar.Con esas palabras, toda la ansiedad de Raulito desapareció, y con calma y obediencia continuó su tratamiento.Benito pasó media hora con él practicando caligrafía. Ahora, su escritura era mucho mejor, y la movilidad de sus dedos había mejorado significativamente, algo que alegraba a todos.Era evidente que Raulito era un niño al que le encantaba y era muy dado a platicar. Mientras Benito estaba a su lado, escribía en el papel muchas preguntas, la mayoría irrelevantes, solo porque quería charlar con él.Benito tuvo la paciencia de responderle todo lo que preguntaba, dedicándole su tiempo con amabilidad.Isabella los acompañó un rato antes de encargar al mayordomo Eduardo que preparara la cena, ya que esa noche Benito se quedaría a comer.Benito iba ocasionalmente a cenar con ella. Doña Filomena
El Rey quería vengarse de ella y hacer que Theobald se casara con una mujer con la que solo estaría casado un año antes de divorciarse.Justo en ese momento, ella y Theobald se habían casado durante un año y luego se divorciaron.Sin embargo, la señorita Dolores no parecía estar dispuesta a casarse con él, ya que había sido una decisión del el Rey, y no había más remedio que aceptarlo.El día que ella fue a visitarlo, probablemente quería saber qué tipo de persona era Theobald.Al hacer esto, Isabella sintió que tal vez había arrastrado a la señorita Dolores a una situación bastante difícil.No era para vengarse de ella, sino para hacerla enemiga.Parecía que la señorita Dolores debía conocerla al menos, para eliminar cualquier malentendido entre ellos.En cuanto a ella misma, no le importaba tanto, pero por otra parte ya estaba Raulito y en el futuro, y no podía permitir que algo así causara resentimiento hacia la familia.Benito vio que su frente estaba fruncida y dijo: —Ella ha envi
Doña Pacífico, quien era la madre de la señorita Dolores, llevaba un abrigo de algodón de color azul, y sostenía una caja con hierbas medicinales. Ella ya estaba alrededor de sus cincuenta años, su cabello largo y canoso, recogido en moña y elegante.En cuanto a la señorita Dolores, ella llevaba un atuendo muy sencillo: bajo su abrigo blanco, llevaba un vestido de color amarillo pollito. Tenía poco más de veinte años, y era hermosa, pero su cara mostraba una expresión de mucha seriedad. Si no fuera por su vestido vistoso, su presencia podría haber hecho pensar que su aura era aún más envejecida que la de su madre. Se le veía a decir verdad bastante demacrada.Después de que Isabella las invitara a sentarse, explicó: —Hace unos días recibí una carta de doña Pacífico, pero en ese momento Raulito estaba recibiendo tratamiento y no pude recibirlas como se debía. Me preocupaba no ser lo suficientemente atenta, por eso mandé a rechazar su visita en ese momento. Ahora que él está mucho mejor
La señorita Dolores sonrió después de hablar y agregó: —Pero en realidad, ¡es mejor que haberse divorciado! Ahora puedes casarte con el mismísimo Rey Benito, y ser la esposa del Rey Benito es mucho mejor que ser la esposa de un simple general, ¿no es eso cierto?Isabella no le gustó el tono burlón de la joven, así que respondió con indiferencia.—Los designios de nuestro Dios bendito no se encuentran bajo nuestro control. Cuando me divorcié, no se me cruzo por mi mente de ninguna manera el casarme con el Rey Benito.—¿Cómo puedes hablar así? —exclamó doña Pacífico, regañándola.La señorita Dolores se contuvo y dijo:—Disculpe usted, pero tenga la certeza que hablo con mucha franqueza, pero espero que la señorita Isabella no se ofenda. — Luego continuó —¿Qué piensa usted del Theobald? Al haberse divorciado de él, seguramente lo piensas muy mal.Isabella se rio por lo bajo y respondió: —¿Por qué me haces esta pregunta si ya lo has dicho todo?Doña Pacífico le echó una mirada fulminante
Después de despedir a doña Pacífico y a la señorita Dolores, Isabella se sentó pensativa en la sala de estar por un buen rato.¿Qué pensará Theobald sobre este matrimonio? ¿No es que solo ama a Desislava? Recordando cómo Desislava se acercó tan orgulloso para hacerle una demostración de amor y apego, no esperaba que tan pronto tuviera una nueva esposa. ¿Qué pensará Desislava? ¿Se sentirá que quedo en ridículo por haber sido tan arrogante aquel día?Aunque la Señorita Dolores no era fácil de tratar, al menos venía de la familia del Conde y era la opción más adecuada para manejar las finanzas de la casa.Además, la vieja Rosario seguramente se encargaría de que esta nuera le agradara. No por nada en particular, sino porque, aunque era una segunda esposa, traía una dote considerable y su familia era bastante poderosa e influente. A doña Rosario le encantaban las nueras con familias poderosas.Desislava Maiquez había dicho que no pelearía con otras mujeres, pero no sabía si esta vez se ag
Doña Filomena entró con un tazón de sopa de pichón que tanto le gustaba a Angeles, y sonriendo le dijo: —Doña Angeles qué suerte tiene usted, hacía días que no cocinaba paloma, justo hoy que lo preparé, ¡usted llega!Ella decía esto de manera poco sincera, pues en realidad se cocinaba todos los días, y era para Raulito, como parte de la medicina que le daban para fortalecerlo.La familia Conrado había llevado una gran cantidad de palomas, el mayordomo de Benito también envió muchas, y Eduardo compró más.Doña Angeles miró a la criada Filomena y sonrió: —A decir verdad, mi pecado capital es el de la gula, cuando sé que hay algo bueno, ¡vengo a probarlo! Últimamente he estado algo mal, así que comeré un poco seguro me compondré.Isabella preguntó con preocupación: —¿No ha mejorado su salud? La última vez que vino a ver a Raulito, escuché que tosía un par de veces.Angeles suspiró mientras removía los huesitos de paloma del tazón, con una expresión preocupada y despectiva: —Es que no
Cuando Angeles se marchó, Isabella llamó a doña Filomena para que le trajera también un poco de sopa.Angeles tenía la garganta débil, y el sereno siempre le causaba molestias. En el pasado, Isabella le había enviado mucha de esa sopa.Ella intentó rechazarlo, pero Isabella utilizó su propio argumento para contradecirla:—Si no lo quieres, es porque me desprecias, entonces no puedo aceptar nada de ti.Dicho esto, comenzó a pedirle a doña Filomena que devolviera los brazaletes de oro.—¡Ay eso ni se te ocurra! La tomaré entonces conmigo—respondió rápidamente la señora Angeles, abrazando el tarro de sopa con las manos—Siempre yo por aqui tomando tus cosas, me da mucha vergüenza.—En el momento más difícil, fue usted quien estuvo a mi lado, y eso lo llevo en mi corazón, —dijo. Isabella, abrazándola y acompañándola hasta la puerta.Cuando la familia Díaz de Vivar sufrió la tragedia, aunque la familia Vogel también le brindó consuelo, solo fueron palabras. Solo Angeles la acompañó sinceram