Isabella levantó los ojos, con las pestañas humedecidas por las lágrimas, y dijo:—De todos modos, esta deuda la guardaré por siempre yo en mi corazón. No importa lo que me pidas en el futuro, mientras no sea algo inmoral, lo haré todo por ti.Benito respondió con seriedad:—No necesito que hagas nada por mí. Si en verdad quieres hacer algo, solo vive bien, vive feliz, y vive con alegría. Eso será el mayor consuelo para tu familia que ya no está contigo.Su corazón se conmovió, y una lágrima solitaria rodó por su hermoso rostro. Con los ojos llenos de confusión, preguntó:—¿Por qué eres tan bueno conmigo?Benito, al ver su expresión, sintió que el corazón se le rompía. Recordó su fortaleza en el campo de batalla, y ahora, al verla tan vulnerable, no pudo ocultar la ternura y preocupación en su mirada. Giró la cabeza para evitar mirarla directamente y dijo:—¿Por qué no habría de ser bueno contigo? Eres mi prometida. Somos dos personas que pasarán toda la vida juntas.Isabella debería h
Pero por cosas del destino el campo de batalla de los llanos Fronterizos del Sur, al toparse sorprendentemente con ella de nuevo, todo su mundo se volvió de cabeza.Pero lo que encontró en ese tiempo más complejo de entender, era que que siempre cuando encontraba “casualmente” formas de mencionar al esposo de Isabella, ella evitaba hablar del tema. Eso le hizo entender que Theobald probablemente no la trataba bien o la hacía sufrir.Por eso, hubo varias ocasiones en las que sintió que después de tanto pensarlo en su tienda de campaña el impulso de enfrentarse a él.Más tarde, al enterarse de que se habían separado, solo pudo pensar en lo absurdo que era que alguien no la valorara como su mayor tesoro. Theobald. Ese nombre quedó grabado en su mente como una burla. Pensó que un hombre así no merecía ser hombre.¿Cómo había permitido que ella sufriera?Pero después de la ira, vino una felicidad secreta, una alegría que escondió tras una fachada de indiferencia. No podía permitir que nadie
A la mañana siguiente, Raulito se despertó. Aunque seguía sintiendo dolor, ya no era tan intenso como cuando le realinearon el hueso. A pesar de su sufrimiento, el niño se esforzaba por sonreír y consolar a su tía y a sus abuelos. Su fortaleza conmovía profundamente a quienes lo rodeaban.Sin embargo, el tratamiento en la garganta debía continuar. Según el doctor Escarlata, no podían interrumpirlo. Ayer, debido al procedimiento en su pierna, pero no se podía posponer.Especialmente después de que habia ya gritado por primera vez, lo que pareció ser un avance significativo. Tanto el doctor Dagel como su asistente, el doctor Escarlata coincidieron en que el veneno en su cuerpo se estaba eliminando más rápido de lo previsto por ellos.Además, los efectos de la droga que le habían obligado a consumir no se habían manifestado desde hacía tiempo. Esto sorprendió profundamente al doctor Dagel, quien comentó que incluso a un adulto le tomaría varios meses o incluso años superar la necesidad de
Isabella asintió levemente y luego le preguntó:—Entonces, por favor, explícame, ¿en qué incumple él con los principios de rectitud, decoro y honestidad, para que la mirada de la sociedad lo menosprecie?—Es por tu segundo matrimonio. Tú lo perjudicas.—¿Mi segundo matrimonio? ¿Y qué tiene que ver eso con él? Casarme nuevamente es mi decisión. —La voz de Isabella era tranquila y firme, sin la menor muestra de la vergüenza que Leandro esperaba de ella.—Además, después de divorciarme y volver a casarme, ¿es algo prohibido por la ley o por las buenas costumbres? ¿Acaso no hay mujeres que se vuelven a casarse? ¿En qué parte de los principios de rectitud, decoro y honestidad se establece que las mujeres no pueden casarse por segunda vez cuando en su primera vez alguien les fallo? Y otra pregunta: si una mujer es abandonada por su esposo, ¿debe pasar el resto de su vida sola y miserable, solo para cumplir con las expectativas del decoro y las buenas costumbres de la sociedad?Leandro soltó
Isabella recordó vagamente que alguna vez hubo una propuesta de matrimonio por parte de la familia de apellido León. Al parecer, se trataba del primo menor Guillermo León, pero su madre no estuvo de acuerdo.—No importa, —pensó para sí misma.—No tiene sentido hablar del pasado. En dos meses, me casaré con Benito. Todos esos recuerdos quedarán atrás. Pase lo que pase, este será un nuevo comienzo.El clima se estaba volviendo más frío, y los capullos de los ciruelos en el jardín estaban empezando a abrirse. Probablemente florecerían por completo en unos días. Este año, los ciruelos florecieron temprano, y el mayordomo Eduardo en sus tantas supersticiones dijo que ese era un buen augurio.Raulito ya podía caminar, aunque solo unos pocos pasos antes de necesitar volver a acostarse. Mientras tanto, la villa estaba ocupada con los preparativos para la boda. El vestido de novia comenzó a confeccionarse el mismo día en que se fijó la fecha. Fue encargado a las costureras de Girasol, el taller
Pasaron dos días, y doña Rosario envió una carta diciendo que al día siguiente vendría a visitar a Isabella acompañada de la señorita Dolores, la tercera hija de la familia León.Cuando doña Filomena fue a informarle le dijo: —¿Por qué no mejor no los recibimos? No sabemos qué quieren. Si fuera para preguntar sobre la situación de la casa de los Vogel, ya lo habrían hecho, no después de que el matrimonio estuviera casi resuelto, ¡y hasta los vestidos de novia ya estaban en preparación!Isabella también pensaba que no era adecuado verlas, así que preguntó: —¿Cómo está redactada la carta?Doña Filomena respondió: —Dice que vienen a felicitar el regreso de Raulito. Eso es solo una excusa, porque Raulito ya ha estado de regreso durante bastante tiempo, ¿por qué no vinieron antes?Isabella pensó por un momento y dijo: —Ve y responde que Raulito está recuperándose de una herida y no es adecuado recibir visitas en este momento. Cuando esté mejor, iremos a visitarle personalmente.Doña Filomen
Por la tarde, Benito también fue a visitar a Raulito. Sus palabras de consuelo fueron más efectivas que las del doctor Escarlata y las de su tía. Solo dijo una frase corta:—Debes saber soportar.Con esas palabras, toda la ansiedad de Raulito desapareció, y con calma y obediencia continuó su tratamiento.Benito pasó media hora con él practicando caligrafía. Ahora, su escritura era mucho mejor, y la movilidad de sus dedos había mejorado significativamente, algo que alegraba a todos.Era evidente que Raulito era un niño al que le encantaba y era muy dado a platicar. Mientras Benito estaba a su lado, escribía en el papel muchas preguntas, la mayoría irrelevantes, solo porque quería charlar con él.Benito tuvo la paciencia de responderle todo lo que preguntaba, dedicándole su tiempo con amabilidad.Isabella los acompañó un rato antes de encargar al mayordomo Eduardo que preparara la cena, ya que esa noche Benito se quedaría a comer.Benito iba ocasionalmente a cenar con ella. Doña Filomena
El Rey quería vengarse de ella y hacer que Theobald se casara con una mujer con la que solo estaría casado un año antes de divorciarse.Justo en ese momento, ella y Theobald se habían casado durante un año y luego se divorciaron.Sin embargo, la señorita Dolores no parecía estar dispuesta a casarse con él, ya que había sido una decisión del el Rey, y no había más remedio que aceptarlo.El día que ella fue a visitarlo, probablemente quería saber qué tipo de persona era Theobald.Al hacer esto, Isabella sintió que tal vez había arrastrado a la señorita Dolores a una situación bastante difícil.No era para vengarse de ella, sino para hacerla enemiga.Parecía que la señorita Dolores debía conocerla al menos, para eliminar cualquier malentendido entre ellos.En cuanto a ella misma, no le importaba tanto, pero por otra parte ya estaba Raulito y en el futuro, y no podía permitir que algo así causara resentimiento hacia la familia.Benito vio que su frente estaba fruncida y dijo: —Ella ha envi