Capítulo267
Benito observaba los movimientos rápidos y cuidadosos de Isabella mientras vendaba su mano. Al inclinarse, sus pestañas largas y ligeramente curvadas temblaban como una flor meciéndose por el viento. Su corazón, sin querer, comenzó a latir más rápido. Era raro verla tan de cerca.

Miró su mano, ya envuelta con dos vueltas de vendaje, y no pudo evitar reír:

—¿No es solo un rasguño? No era para tanto.

—¿Cómo que no era para tanto? —replicó ella, levantando la vista.—Si no se cuida, podría infectarse. Me pasó una vez, mira mi mano.

Extendió su mano, mostrando una cicatriz pequeña en el dorso. Apenas era visible, una ligera sombra rosada.

—Se infectó, y tuve que usar medicinas de mi maestro para sanarla. Al final, quedó esta cicatriz. Tus manos son tan bonitas que, si te queda una cicatriz, dejarían de ser… bonitas.

Mientras hablaba, recordó haber notado las pequeñas cicatrices en el dorso de la mano de Benito cuando limpiaba la herida.

Él respondió con una sonrisa que le iluminaba el rostr
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