Capítulo22
Theobald se apresuró a detenerla.

—Madre, escúchame muy bien, no puedo quedarme con su dote.

—¡Eres un tonto, hijo mío! ¿Hasta dónde nos ha humillado Isabella? ¿Cómo tienes piedad de ella?, ¡quiere la vida de tu madre!

El corazón de Theobald estaba firme.

—Padre, madre, hermano mayor, quedarse con su dote no es algo que haría un hombre honorable. No puedo aceptarlo. Mañana, por favor, padre y hermano mayor, inviten a los jefes de ambas familias, y al casamentero que arregló nuestro matrimonio como testigos. En cuanto a los vecinos, inviten a dos familias para cumplir con toda la formalidad del caso.

—Quien hizo de casamentera para ustedes fue la señorita princesa Floriana. — Dijo Baldomero, frunciendo el ceño. —Ella es la prima de la señora Diaz de Vivar y tía de Isabella.

—Entonces no la invitemos, invitemos mejor al casamentero que vino a entregar los regalos. Recuerdo que fue alguien de Coacalco.

La princesa Floriana estaba muy enferma, y todo el manejo de la residencia estaba a car
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