Las manos de Isabella que descansaban sobre sus rodillas se apretaron, y con una voz ahogada, murmuró un sonido de angustia, olvidando toda etiqueta al volverse hacia el lado opuesto.Soleado al ver esto, de repente se arrepintió de haberla visitado. Tal vez, las dos familias aún no estaban preparadas para un encuentro adecuado.Un hombre como él, grande y fuerte, apenas podía contener las lágrimas. ¿Qué decir de una joven de diecinueve años?Aunque ella había estado en el campo de batalla y había rodado las cabezas de muchos enemigos, siempre dependió de su familia. Había sido la niña que su familia protegía, pero después de tantos cambios, ahora estaba completamente sola.Aunque hubiera crecido una coraza fuerte para resistir a los enemigos externos, su corazón siempre sentiría dolor.Soleado no solía pensar en esos recuerdos, no se atrevía a hacerlo.Tal vez era hora de enfrentarlo, de lo contrario, pasaría el resto de su vida pensando en ello, con el corazón herido.Habló, pero su
Por eso cuando la princesa Catalina se casó, el actual Marqués de Solano aún era solo el heredero. Después de la muerte del viejo marqués, heredó el título y se convirtió en Marqués de Solano.Sin embargo, tras asumir el título, la Princesa Catalina se convirtió en marquesa. Pero la gestión del hogar… Si no fuera por la vieja Marquesa de Solano, la reputación de dicha familia probablemente habría sido menoscabada.En la casa del Marqués de Solano hay cuatro ramas familiares, y la Princesa Catalina no se llevaba bien con ninguna. Desde el momento en que llegó como esposa, se valió de su rango de princesa para dominar los asuntos internos y hasta intentó involucrarse en los asuntos políticos de los hijos de las otras ramas.Al final, no logró nada, dejando la casa del Marqués de Solano en caos y ganándose el desprecio de todos. Además, gastó una gran cantidad de dinero.La vieja Marquesa, quien estaba recuperándose de una enfermedad, se enfureció tanto que perdió el conocimiento. Posteri
Desde la capital, también se dirigieron a la casa de la Gran Princesa, ya que los difamadores arrestados señalaron al mayordomo de dicha casa como responsable, y la capital tenía que investigar.Por la posición de la Gran Princesa, Soleado fue personalmente, adoptando una actitud de negociación.Tal como se esperaba, la Gran Princesa señaló a una persona al azar como culpable, y Soleado no insistió demasiado, llevándose al supuesto responsable de vuelta.En cuanto a los difamadores, fueron liberados temporalmente, pero con la condición de que en un plazo de tres días aclararan la verdad, pidieran disculpas públicamente a Isabella, de la Casa de los Duques Defensores del Reino, y ofrecieran una compensación.Aunque la Capital también visitó la casa del Marqués de Solano y habló con la Princesa Catalina, el daño a su reputación ya estaba hecho, incluso si la Gran Princesa encontró un chivo expiatorio. La Princesa Catalina no tenía forma de limpiar su nombre.El plazo de tres días dado a
La Marquesa miró los ojos sinceros de Isabella, y comprendió que sus palabras eran genuinas, que no los culpaba, lo cual la tranquilizo bastante. El último deseo de ella era enemistarse o meterse en enredos con alguien, especialmente con el Rey Benito o Isabella. No deseaba verlos como enemigos.Al menos, juzgando por las hazañas militares que habían logrado, eran personas dignas de respeto. Por lo que desde su familia se debían que forjar lazos fuertes para evitar crear conflictos o disputas.La Marquesa suspiró y dijo:—Isabella, usted por su lado comprende bien la situación, pero yo en cambio sigo sintiéndome bastante avergonzada. Si no fuera por el oráculo quien salió a aclarar todo, me temo que usted habría cargado con el estigma de la desobediencia filial. Y esto hubiese sido devastador para vuestra honra. Isabella la contradijo con serenidad: — Para mí fueron solo como habladurías gritadas al viento.¿Habladurías sin importancia?La Marquesa se quedó pasmada, pensando que Isab
La Marquesa le respondió. —Tiene usted razón. Si los hechos fueron así, ese día, aunque su madre tocaba el brazalete con cierta tristeza, al final, tras mi insistencia, me lo dio. Ellos le devolvieron lo que habia pagado, y el asunto se resolvió de manera adecuada.Isabella escuchó sus palabras y supo que había más que contar, así que guardó silencio, esperando que continuara.El rostro de la Marquesa mostró un poco de arrepentimiento.— Después de llevarme el brazalete a casa, me di cuenta de que este no era el que yo había encargado. Mi pulsera debía tener cinco gemas, pero este tenía seis. Claramente no era el mío. Mandé a alguien de la joyería para averiguar, y allí me dijeron que el artesano encargado de hacer mi brazalete había cometido un delito y había huido, llevándose también mi joya. En cuanto a esta pulsera, efectivamente, era el que vuestra madre había encargado, según dijeron, como parte de su dote. — La Joyería Azul no mencionó nada en ese momento porque había otros cli
La Marquesa insistió en aceptar solo una moneda de plata, sin importar cuánto Isabella insistiera en pagar más. Ella simplemente no estaba dispuesta a aceptar más.Al final, Isabella no tuvo más remedio que aceptar el gesto de amabilidad.Antes de marcharse, la Marquesa dijo. — Tenemos un vínculo especial. Si tiene tiempo en el futuro, deme por favor el honor de tener su visita. O, si lo prefiere, puedo ir a vuestro hogar a conversar con usted.Esto claramente indicaba que las dos familias mantendrían contacto en el futuro.Isabella sabía que no era por interés. La casa del Marqués de Solano no tenía necesidad de buscar el favor de nadie. Era una familia con una sólida reputación. Muchos de sus hijos ocupaban cargos en la corte, y varios tenían gran influencia y poder.Pero de cualquier manera, tener un amigo siempre era mejor que tener un enemigo, especialmente cuando había un vínculo tan significativo como el brazalete entre ambas partes.Isabella sonrió y asintió. — Estoy más que c
La princesa Catalina regresó a la casa de la Gran Princesa, donde tanto ella como su madre comenzaron a sufrir las consecuencias de las críticas públicas. Cuando los ciudadanos insultaban a Isabella, las muy víboras lo disfrutaban enormemente, pero ahora, enfrentando la reacción en su contra, estaban casi echando humos de la ira.En particular, los rumores sobre las concubinas del esposo de la Gran Princesa se extendieron por todas partes. La Gran Princesa también comenzó a sospechar de las personas en las que confiaba, preguntándose si alguien había filtrado dicha información.Comenzó a investigar una por una de las sirvientas y demás gente de servicio, lo que provocó caos en su casa. Mientras tanto, la princesa Catalina, agobiada por las discusiones con su esposo, también descargaba su frustración en las criadas.Pensó que, al regresar a la casa de su madre por unos días, el Marqués de Solano iría a buscarla. Sin embargo, no solo no fue, sino que ni siquiera los sirvientes de la casa
A mediados de agosto, ya estaba cerca el festival de la media luna, pero Benito aún no regresaba.Había pasado un mes desde que se fue, y Isabella empezaba a sentirse bastante extrañada. ¿No había dicho que solo iba a entregar un mensaje y luego regresaría?La caminata así fuese al lomo de mula al cerro de los cerezos no tomaba más de tres días. Incluso quedándose algunos días y contando el viaje de ida y vuelta, diez días habrían sido suficientes para regresar.¿Acaso había ocurrido algo en el cerro que ella no tenía aun conocimiento?Justo en ese momento, recibió una carta de su amiga y antigua compañera de armas, Estrella. La carta, de varias páginas, narraba muchas anécdotas divertidas ocurridas en el cerro. Entre ellas, mencionaba que Palo había comprado polvos de maquillaje y, al regresar, fue puesto en confinamiento por el maestro, aunque no recibió castigo físico.Isabella sonrió al leerlo.En la carta, Estrella también la felicitaba por su matrimonio, diciendo que cuando se ca