Capítulo224
La Gran Princesa sonrió lentamente. En efecto ya venía siendo el momento de pedirle algo de plata a su hermana.

En el Palacio, la Reina Leonor estornudó varias veces. Cuando llegó el mediodía y estaba a punto de descansar, le informaron que la Gran Princesa y la princesa Catalina habían llegado.

Doña Matilde frunció el ceño. Cuando las dos víboras, madre e hija venían juntas, casi siempre se podía adivinar el motivo.

Hace años, la princesa Catalina y la Reina Madre Águeda habían abierto una tienda de polvos de rubor y perfumes en el mercado y lograron hacer algo de ganancias. Pero la Reina Madre Leonor, al enterarse de las ganancias, quiso abrir su propia tienda, pero no con la princesa Catalina, sino con un sobrino de su familia materna.

Sin embargo, la princesa Catalina acudió a su puerta, asegurando que tenía una receta secreta para fabricar rubor tan bueno como los que usaban las maquilladoras del palacio. Le pidió a la Reina Madre Leonor que invirtiera tres mil monedas para empren
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