Al tomar el dinero de Reina Madre Leonor, la Gran Princesa gastó algo más y mandó a las fisgones de las tabernas y fondas a seguir difundiendo que Isabella no cumplía con su luto.Viendo que en la residencia del Duque Defensor del Reino no había respuesta alguna, ni siquiera se atrevieron a salir, la Gran Princesa pensó que Isabella debía estar aterrada por las críticas externas y se sintió muy complacida.Se había sobrestimado completamente al oponerse a ella.Aprovechando la situación, continuó entrando al palacio para entrevistarse con el Rey, y le dijo que Benito había casado a Isabella, lo que representaba un riesgo para el Reino. Para el bienestar social, debería impedir que Isabella se casara con su hermano.Ella pensó que el Rey, al escucharla, se pondría a reflexionar, pero para su sorpresa, él respondió con rostro severo y dijo: —¿Qué está usted diciendo, tía? Benito y Isabella son ambos generales, recuperando el Sur del Reino y protegiendo el territorio. Ambos son leales a
Los comensales reconocieron a la persona que hablaba con tanta indignación: era el oráculo del momento.De inmediato, las conversaciones comenzaron a desbordarse, ¿cómo era posible que un día elegido por el señor oraculo estuviera dentro del periodo de luto?El oráculo señaló con furia al difamador, que mostraba un rostro asustado, y lo reprendió:— ¿Quién te mandó a difamar la casa del Duque Defensor del Reino? El Duque Defensor del Reino tuvo siete hijos, todos sacrificados en el campo de batalla del sur, su única hija fue nombrada generala, realizando grandes hazañas en la guerra y ayudando al Benito a recuperar el sur. Cualquier ciudadano de a pie del Reino Montemayor respetaría profundamente a la familia del Duque Defensor del Reino, pero tú te atreves a difamarla y decir que no es piadosa, ¿cuál es su propósito con todas estas mentiras?Alguien gritó fuertemente: — ¿Será que no es un espía de un país enemigo, que vino a difamar a propósito?Otro metiche valiente, también en voz a
Desemascarar al culpable de todo el asunto fue increíblemente fácil para ellos.La casa de la Gran Princesa sobornó a tantas personas que hubo algunos que, al encontrarse con funcionarios y ser preguntados varias veces, terminan soltando la sopa.Dado que esto involucraba a la casa de la Gran Princesa, Soleado dio la orden de no investigar por el momento y fue a la Villa Duque Defensor del Reino a buscar a Isabella personalmente.Cuando Isabella se casó, no invitó a mucha gente a su boda. Fue una ceremonia muy discreta. La casa de su tio Melquíadez Díaz de Vivar solo envió a la tercera esposa para entregar un regalo, y nadie asistió al evento.Isabella y Soleado no se habían encontrado muchas veces; después de todo, ella dejó su hogar siendo muy pequeña y rara vez estuvo en la capital.Cuando regresó del cerro de los cerezos, la casa de Melquíadez Díaz de Vivar solía enviar personas a visitar a su cuñada. Soleado vino un par de veces, pero Isabella estaba ocupada aprendiendo etiqueta y
Las manos de Isabella que descansaban sobre sus rodillas se apretaron, y con una voz ahogada, murmuró un sonido de angustia, olvidando toda etiqueta al volverse hacia el lado opuesto.Soleado al ver esto, de repente se arrepintió de haberla visitado. Tal vez, las dos familias aún no estaban preparadas para un encuentro adecuado.Un hombre como él, grande y fuerte, apenas podía contener las lágrimas. ¿Qué decir de una joven de diecinueve años?Aunque ella había estado en el campo de batalla y había rodado las cabezas de muchos enemigos, siempre dependió de su familia. Había sido la niña que su familia protegía, pero después de tantos cambios, ahora estaba completamente sola.Aunque hubiera crecido una coraza fuerte para resistir a los enemigos externos, su corazón siempre sentiría dolor.Soleado no solía pensar en esos recuerdos, no se atrevía a hacerlo.Tal vez era hora de enfrentarlo, de lo contrario, pasaría el resto de su vida pensando en ello, con el corazón herido.Habló, pero su
Por eso cuando la princesa Catalina se casó, el actual Marqués de Solano aún era solo el heredero. Después de la muerte del viejo marqués, heredó el título y se convirtió en Marqués de Solano.Sin embargo, tras asumir el título, la Princesa Catalina se convirtió en marquesa. Pero la gestión del hogar… Si no fuera por la vieja Marquesa de Solano, la reputación de dicha familia probablemente habría sido menoscabada.En la casa del Marqués de Solano hay cuatro ramas familiares, y la Princesa Catalina no se llevaba bien con ninguna. Desde el momento en que llegó como esposa, se valió de su rango de princesa para dominar los asuntos internos y hasta intentó involucrarse en los asuntos políticos de los hijos de las otras ramas.Al final, no logró nada, dejando la casa del Marqués de Solano en caos y ganándose el desprecio de todos. Además, gastó una gran cantidad de dinero.La vieja Marquesa, quien estaba recuperándose de una enfermedad, se enfureció tanto que perdió el conocimiento. Posteri
Desde la capital, también se dirigieron a la casa de la Gran Princesa, ya que los difamadores arrestados señalaron al mayordomo de dicha casa como responsable, y la capital tenía que investigar.Por la posición de la Gran Princesa, Soleado fue personalmente, adoptando una actitud de negociación.Tal como se esperaba, la Gran Princesa señaló a una persona al azar como culpable, y Soleado no insistió demasiado, llevándose al supuesto responsable de vuelta.En cuanto a los difamadores, fueron liberados temporalmente, pero con la condición de que en un plazo de tres días aclararan la verdad, pidieran disculpas públicamente a Isabella, de la Casa de los Duques Defensores del Reino, y ofrecieran una compensación.Aunque la Capital también visitó la casa del Marqués de Solano y habló con la Princesa Catalina, el daño a su reputación ya estaba hecho, incluso si la Gran Princesa encontró un chivo expiatorio. La Princesa Catalina no tenía forma de limpiar su nombre.El plazo de tres días dado a
La Marquesa miró los ojos sinceros de Isabella, y comprendió que sus palabras eran genuinas, que no los culpaba, lo cual la tranquilizo bastante. El último deseo de ella era enemistarse o meterse en enredos con alguien, especialmente con el Rey Benito o Isabella. No deseaba verlos como enemigos.Al menos, juzgando por las hazañas militares que habían logrado, eran personas dignas de respeto. Por lo que desde su familia se debían que forjar lazos fuertes para evitar crear conflictos o disputas.La Marquesa suspiró y dijo:—Isabella, usted por su lado comprende bien la situación, pero yo en cambio sigo sintiéndome bastante avergonzada. Si no fuera por el oráculo quien salió a aclarar todo, me temo que usted habría cargado con el estigma de la desobediencia filial. Y esto hubiese sido devastador para vuestra honra. Isabella la contradijo con serenidad: — Para mí fueron solo como habladurías gritadas al viento.¿Habladurías sin importancia?La Marquesa se quedó pasmada, pensando que Isab
La Marquesa le respondió. —Tiene usted razón. Si los hechos fueron así, ese día, aunque su madre tocaba el brazalete con cierta tristeza, al final, tras mi insistencia, me lo dio. Ellos le devolvieron lo que habia pagado, y el asunto se resolvió de manera adecuada.Isabella escuchó sus palabras y supo que había más que contar, así que guardó silencio, esperando que continuara.El rostro de la Marquesa mostró un poco de arrepentimiento.— Después de llevarme el brazalete a casa, me di cuenta de que este no era el que yo había encargado. Mi pulsera debía tener cinco gemas, pero este tenía seis. Claramente no era el mío. Mandé a alguien de la joyería para averiguar, y allí me dijeron que el artesano encargado de hacer mi brazalete había cometido un delito y había huido, llevándose también mi joya. En cuanto a esta pulsera, efectivamente, era el que vuestra madre había encargado, según dijeron, como parte de su dote. — La Joyería Azul no mencionó nada en ese momento porque había otros cli