Capítulo162
Durante un largo tiempo, las princesas Heredera y Marina permanecieron en casa de Isabella antes de marcharse. Isabella las acompañó hasta la salida, sin mostrar rastro alguno de resentimiento o pena, se dibujaba en su rostro una cálida sonrisa de alegría.

—Señorita, usted preparó la dote para la princesa Marina, pero la princesa Heredera se la devolvió. Claramente, en ese momento no le tenían a sumercé consideración alguna. ¿Por qué ahora tiene que tratarlas tan bien? —preguntó Juana con sutil gesto de desconcertada.

Isabella se sentó frente al tocador y le indicó a Juana que le quitara las joyas del cabello.

—¿Acaso no es todo esto una formalidad? Al final, todo es sonreír y decir palabras de cortesía. Mi tía siempre me trató bien en el pasado. Además, también fue imprudente de mi parte. Ya estaba divorciada y aún así me atreví a enviar una dote para mi prima.

—Pero sumercé no fue personalmente. Además, fue un divorcio concedido por el rey, no una expulsión deshonrosa de su hogar.
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