Capítulo161
Durante los días siguientes, el umbral de la casa del Duque Defensor del Reino casi quedó desgastado por las numerosas visitas. Las damas de la nobleza y las esposas de los funcionarios, que en el pasado rara vez frecuentaban la residencia, ahora se turnaban para visitarla. No era tanto por el edicto emitido por el Rey, sino más bien porque Isabelita había regresado victoriosa. Aunque en la casa solo quedaba ella, quedaba claro que podía sostener por sí misma el prestigio de la familia.

Cuando se divorció, en las reuniones privadas, las esposas de los funcionarios solían hablar de ella y convertir su situación en tema de conversación. Ahora seguía siendo tema de sobremesa, pero nadie se atrevía a opinar de ella con el tono de antes, digna de total respeto.

Atender a los invitados no le resultaba difícil a Isabelita. Antes de casarse y mudarse a La residencia de Vogel, su madre había contratado a alguien para entrenarla durante un año. Después de todo, la etiqueta social consistía en re
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