Al escuchar esas palabras de Desislava, el corazón de Theobald se heló, y exclamó furioso:—¡No necesitan sacrificarse! Los Halcones de Hierro son la fuerza principal en el asedio, nosotros estamos aquí para apoyar. Incluso si estás conmigo, podrías haberlos asignado a cargar piedras, no a enviarlos a la muerte.—Theodore, sin más preámbulos, ordenó:—¡Halcones de Hierro, suban las escaleras! ¡Los que no pertenezcan a los Halcones de Hierro, que sean empujados hacia abajo!Los Halcones de Hierro, que al principio estaban confusos, rápidamente reaccionaron y comenzaron a trepar nuevamente por las escaleras de asedio. A cualquiera que no fuera de su unidad, lo empujaban o lo tiraban hacia abajo.Aunque los hombres seguían cayendo, al menos ya no eran atravesados por las lanzas enemigas, y muchos sobrevivían.Theobald, al ver que la situación estaba bajo control, empujó a Desislava a un lado.—¡Vete a llorar a otro lado!—Corrió hacia las catapultas y gritó:—¡Sigan cargando las piedras,
El campo de batalla se había trasladado dentro de Villa Simón. Los ciudadanos, al escuchar los sonidos del asedio, se atrincheraron en sus hogares, con puertas y ventanas bien cerradas. Desde que los soldados de los Pastizales de Arena habían invadido la ciudad, habían sometido a la población a trabajos forzados y, en muchos casos, habían abusado de mujeres. A pesar de saber que la toma de la ciudad conllevaría una batalla sangrienta, todos deseaban con fervor que el ejército del Rey Benito lograra expulsar a los invasores.En medio del feroz combate, Desislava, al frente de sus tropas, avanzó rápidamente hasta las primeras líneas. No era la única mujer en la batalla, pero era la única vestida con la armadura especial que el Departamento de Guerra había diseñado para ella. Esta armadura incluía un pañuelo rojo, símbolo de que las mujeres podían ser tan capaces como los hombres en la guerra.A pesar de la confusión de la batalla, su figura destacaba de manera evidente.Ordos, el marisca
Por otro lado, Mitral y Ordos seguían sin entrar en la batalla, contemplando desde las alturas aquella guerra brutal.—Los cadáveres cubrían la ciudad. Allá donde se posaba la mirada, sólo se veían soldados sacrificados; la sangre casi había teñido toda la ciudad de rojo.La mayoría de los muertos eran soldados del reino del oriente y de los Pastizales. La guerra de sitio no era más que una lucha de pura fuerza bruta y valentía, sin lugar para tácticas elaboradas.Mitral sabía que tarde o temprano tendrían que abandonar los Llanos Fronterizos del Sur y replegarse a Villa Simón. Desde su llegada a Villa Simón, había entendido que los soldados del reino de la capital occidental sólo habían venido para desahogar su rabia matando más soldados del Reino de Montemayor.Y también, para matar a una mujer llamada Desislava.No tenían la determinación de derrotar al Reino de Montemayor, ni querían dividir los Llanos Fronterizos del Sur con la gente de los Pastizales. Estaban allí más por venganz
Los soldados enemigos aliados comenzaron una retirada masiva, lo que dejó perplejo al ejército de Benito, que seguía enfrascado en darles una feroz batalla.Al escuchar las señales de retirada, muchos soldados de Benito pensaron que se trataba de una táctica engañosa, una trampa para atraer a sus fuerzas y emboscarlas más tarde. Pero tras una reflexión rápida, se dieron cuenta de que sus enemigos de verdad estaban abandonando Villa Simón. ¿Qué sentido tenía perseguirlos si su objetivo era simplemente expulsarlos, no aniquilarlos por completo?Así que, sin más, las tropas del Rey Benito observaron cómo los enemigos huían, dejando atrás sus armas y escudos.¿Acaso la victoria había sido tan fácil para ellos?Muchos soldados ya estaban preparados para sacrificar sus vidas, dado que los refuerzos enemigos del reino de la capital occidental habían llegado con tal despliegue. ¿Cómo podrían huir tan fácilmente? Incluso el Rey Benito había salido al campo de batalla, y la lucha había sido brut
Desislava se esforzaba por resistir, pero a su alrededor cada vez más soldados de enemigos se abalanzaban sobre ella. Al echar un vistazo rápido, vio cómo los soldados enemigos no paraban de llegar por todos los lados que viera. No estaban en el campo de batalla principal, estaban allí, esperando en hordas precisamente a que ella cayera en su trampa. Lo que antes había sido una táctica exitosa que le trajo una gran victoria, esta vez la había llevado directo a una emboscada.Desislava y su primo, cuyas habilidades eran un poco mejores, lograban resistir por un momento, pero los soldados a su alrededor caían uno tras otro en charcos de sangre y viseras. Los soldados del reino del oeste no mostraban piedad ni tampoco el filo de sus espadas misericordia. Ellos debían provenir de tropas de élite.Desislava sintió un escalofrío de terror en su corazón y trató de escapar. Sin embargo, los soldados enemigos estaban por todas partes, bloqueando su retirada con largas espadas. No la atacaban de
Desislava se puso pálida. Sabía perfectamente lo que le había hecho a él.En aquel entonces, ese joven oficial lideraba a más de cien soldados y se mostró bastante valiente. En el enfrentamiento, lograron matar a algunos de sus soldados antes de huir. Desislava, decidida a encontrarlos, ordenó la masacre de varios pueblos en Ciudad Real, creyendo que él y sus hombres podrían estar ocultos entre los civiles.Tenía que capturarlo, tanto para vengar la muerte de sus compañeros caídos como para aumentar su prestigio. Después de todo, matar a un solo oficial tenía mucho más mérito que hacerse con la vida de muchos soldados.Esa era su lógica en aquel momento. Nunca se imaginó que, tras capturar a uno de esosl jovenjóvenes oficiales, él se mostraría tan altanero, acusándola de haber violado los acuerdos entre los dos reinos al masacrar a civiles inocentes.Sus palabras fueron venenosas, maldiciendo a Desislava y a su ejército, afirmando que aquellos que masacraban a civiles merecían ser mald
Mientras tanto en el Reino de Montemayor, un grupo de espías ya llevaba años infiltrados y operando tras las sombras. Dichos espías fueron directamente controlados por el príncipe heredero del Reino Oeste. Sin embargo, tras la humillación y denigración de uno de sus adorados príncipes, los espías cometieron la atrocidad al masacrar a una familia entera, pasando por el filo de la espada a todo ser viviente. Con esto, no solo mancharon la reputación de su reino, sino que también causaron que salieran huyendo por temor a represarías.Esteban Diaz de Vivar, un respetado comandante tanto por sus subalternos como por sus enemigos, perdió a todos los hombres de su familia en la guerra de los Llanos del Sur. Su familia y la familia de sus hijos, las viudas y huérfanos de los jóvenes generales, así como los sirvientes de la familia, no fueron perdonados. Semejante atrocidad fue cometida por los hombres del Reino Oeste. Debido a ese oscuro episodio, incluso la masacre de gente inocente orquestad
Desislava estaba completamente alterada. Al escuchar la acusación de su primo, su corazón se llenó de culpa, aunque trató de justificar sus acciones:—Pensé que quien que estaba a mi lado era un soldado enemigo, ¡De ninguna manera vi que era el pobre Sancho! —dijo, tratando de defenderse.Graciano su primo furioso le respondió:—¡Cínicas mentiras! ¿Cómo podría haber un enemigo a tu lado? Si son excusas las que vas a inventar, haced al menos un esfuerzo para que sean creíbles.Desislava, humillada y enfurecida, perdió su compostura:—¡Basta ya carajos! Ahora todos somos prisioneros. ¡Nosotros todos aquí presentes también fuimos responsables de la masacre en Ciudad Real, no nos perdonarán fácilmente! En vez de perder el tiempo culpándome, sería mejor pensar en cómo escapar de aquí.Graciano no dejó pasar la oportunidad de señalarle la verdad:—La masacre fue realizada única y exclusivamente bajo tus órdenes, Desislava. Fuiste tú quien afirmó que ese oficial se escondía entre los civiles,