— ¡Anette, Anette, date prisa que papá está esperando! – gritó mi hermanita Annia casi sin aliento supongo por la carrera, la emoción y la premura con la cual mi padre la abrumó.
Sonrío porque es su primera gala y está deseosa de experimentar, Annia es una hermosa chica y a pesar de su corta edad su silueta es ya de mujer. Completamente arreglada, me dispuse a bajar para que a mi pobre hermanita no se le pasen las ganas de salir a la presunta festividad que es un fastidio porque asisten un montón de personas que no conozco y adicional a eso debemos sonreír con todos.
Pongo los ojos en blanco porque mi padre es de esos millonarios que aman a su familia hasta morir y trata de que lo acompañemos a todos los eventos. No es que me queje pero, los ejecutivos son unos tipos desagradables y babosos que nos miran como si fuéramos algo comestible.
—¡Voy bajando pequeña Annia! No desesperes – pero al bajar el primer escalón mi tacón cedió partiéndose en dos haciendo que cayera sentada y mi vestido se rompiera en la manga derecha al tratar de sostenerme para no caer por las escaleras.
—¡Annette! ¡Oh Dios! ¿Estás bien? – mi hermana gritó y pretendía subir corriendo.
—¡No, Nina estoy bien! ¡Tranquilízate! – le grité de vuelta levantando la mano izquierda para que se detuviera al pie de la misma.
—¡An, Nina! ¿Qué sucedió? ¿Están bien las dos? – mi padre llegó corriendo seguido de mi madre, estaban muy nerviosos.
Mamá sube corriendo la escalera y se coloca a mi lado bajándose hasta quedar acuclillada para cerciorarse que estoy bien, me mira con ternura infinita.
—¡Oh mi amor, ven con mami! – rodé los ojos mentalmente, sin embargo sonreí y dejé que me abrazara porque mi madre tiene problemas de nervios y debe asegurarse de que estoy bien.
Los brazos de mi madre me rodean y besa mi cabeza como cuando era niña, eso es gratificante pero ya tengo diecinueve. Y debería ser más independiente ¡Lo sé! Pero se me hace imposible salir de casa porque fuera debo trabajar y valerme por mi misma. ¿No?
Resuelta a solventar el problema de mi atuendo subí de nuevo a mí habitación, decidí que vestiría algo menos elegante ya que se ha constatado que los vestidos muy largos y que arrastran son peligrosos. Bajo entonces con cuidado hasta quedar a su lado para dirigirnos hacia la limusina que nos llevará hasta nuestro destino.
Mi hermana está sudando como puerco y yo sonrío ante el nerviosismo de principiante aunque es algo normal, a esta servidora no le sucedió nunca.
—¡Tranquila, no es tan malo! – le digo divertida por su cara de susto.
—¿Me veo bien? - ¿Qué si se ve bien? Por favor si tiene un cuerpazo y un rostro precioso además; lleva un vestido color rosa pálido que es una belleza y su elegancia es natural.
—¡Claro que te ves preciosa! No habrá chica más bella que tú en esa gala – sonrió tímida.
—¿Crees que encontraré un esposo? – rodé los ojos y mi madre me retó con la mirada, por lo que decidí no hablar mordazmente.
—Si cariño, creo que si – miré a mi madre y ésta asintió aprobatoriamente.
Estudio Administración de Empresas en una universidad privada cuya popularidad es ridículamente extraordinaria. Harvard es una de las mejores de Massachusetts y como soy tan pero tan inteligente me gradúo en un año.
Annia estudia acá en Cambridge aún, solo cuenta con dieciséis años y mi padre jamás la enviará lejos, además ambos están totalmente enamorados de ella, no estoy celosa al contrario me encanta porque yo también la amo muchísimo.
—Annette, cielo – me habló Alexandrova Valkimore (mi madre) — ¡Agradecería un buen comportamiento! – me observó cuidadosamente y rodé los ojos. Me golpeó con el abanico de mano.
—¡Auch! Mamita, está bien. ¡Descuida! – le dije con una gran sonrisa.
—¡Gracias! Te amo – sonrió satisfecha y mire a mi padre que me hacía un guiño.
—¡Esta bien mis chicas! Ya llegamos. Recuerden: somos anfitriones y por eso seremos abordados por todo mundo – mi padre sonrió radiante y besó a mi madre.
La limusina se detuvo y al abrir la puerta una lluvia de flashes nos bañó a todos, mi madre con su hermoso vestido blanco corte romano al piso y mi padre en su esmoquin eran el centro de las miradas, a mi hermana le ofreció el brazo un elegante chico también de esmoquin a quien creo conocer pero, no recuerdo.
Yo continué sola, posé para las fotografías con mi vestido rojo entallado y tacones altísimos del mismo color. Sonreí lo más encantadora que pude e ingrese al Salón y comenzó el show.
Todos y cada uno de los ejecutivos y socios le rendían tributo a mi padre, eso me parecía un fastidio porque no soy un adorno, a lo que mi madre y hermana se amoldan perfectamente. No deseo ser una esposa, quiero ser una ejecutiva como mi padre, lo que él aprueba totalmente al contrario de Alexa que desea tener un par de hijas casadas con millonarios dejando ver que para ella el dinero si es más importante, aunque muere de amor por mi padre que es el ser más dulce y amoroso del mundo con ella y con nosotros pero, el ser más competitivo, inteligente y astuto para hacer dinero; y esa es la razón por la cual todo aquel que posea un poco de dinero quiere invertir con Mickail Valkimore "el Magnate Ruso" como es llamado en su círculo social.
La noche pintaba magnifica, mis padres estaban como peces en el agua, Annia se divertía de lo lindo y yo estaba tomándome unos tragos. Platiqué con algunas personas importantes en el gremio y bailé dos piezas con un chico que no conozco pero que estaba bastante atractivo. Era alto y fornido, con unos ojos verdes preciosos y una elegancia sin igual, vestía un traje de tres piezas que en pocas ocasiones me ha llamado la atención en un hombre, en definitiva el chico está buenísimo. No sé su nombre pero lo que sí sé, es que no hay un chico aquí que llame la atención más que él. —¡Gracias de nuevo Srta.! Para mí ha sido un verdadero placer que me haya concedido el honor de esta pieza - ¿Por qué aunque seas una mujer rebelde, siempre babeas por un hombre con modales refinados? —¡El honor fue mío! ¡Gracias! – me hizo una inclinación con la cabeza y se fue dejándome en la mesa que compar
Al recobrar el sentido: no grité, no me resistí, estaba paralizada del miedo y tengo una opresión en el pecho, sé que este hombre va a lastimarme porque lo noto en su cara, su expresión y esos ojos que me gritan peligro.Me toca de nuevo, esta vez grito del dolor, mi garganta arde y mi cuerpo se resiente, entra el sujeto enorme y otro más, rasga mi vestido y reacciono golpeando y pataleando hasta que recibo una bofetada con la cual me voltea la cara y de inmediato siento el sabor metálico de la sangre.Su bragueta suena y se exactamente que viene, así que cierro los ojos y soporto el dolor de la agresión de esos hombres y la humillación de la violación. Separa mis piernas y penetra rompiéndome por completo, grito, chillo y trato de resistirme pero es imposible porque no puedo con él. Me duele la piel, las piernas y el vien
Desperté atontada y con una sensación de mareo y necesidad en el estómago a causa de una medicación sedante muy fuerte, en un lugar impoluto donde todo es blanco, pulcro y con un olor a desinfectante asqueroso que me produce nauseas: “Un hospital". Un murmullo de voces y un llanto lastimero llenan mis oídos y reconozco la voz de mi hermana Annia, mis ojos se llenan de lágrimas y mi pecho arde de miedo y aflicción por partes iguales, no tengo dolor físico, a este nivel ya nada me duele, solo el alma y mi corazón roto en mil pedazos, pisoteado por unos hombres gigantes que me maltrataron y mataron mi inocencia, mi dignidad y toda mi vida hasta que muera; no sin antes acabar de manera indolente con las vidas de cada uno de ellos. ¡Eso lo juro! Solo después; solo después moriré en paz.No quiero abrir los ojos, me rehúso a enfrentar&nb
Dos años después…—Jefa el club está abarrotado, no hay espacio físico suficiente – me informa Johnson mi mano derecha.—Entonces hay que hacer espacio cariño – salí de detrás de la comodidad de mi escritorio para enfrentarme a un metro noventa y cinco de puro músculo, cabellos rubios y ojos azules. Que por cierto huele a gloria.Contoneo mis caderas insinuante y Johnson sonríe de lado, sabe que deseo; su piel dorada enciende mis sentidos y ya necesito liberar tensiones. En los últimos días hemos tenido ataques por parte de las autoridades a causa de denuncias. Pero no son denuncias normales, sé de quién se trata es solo que nunca me encuentra y siempre regresa.Coloco la mano en su torso y lo empujo para que caiga sentado en un sill&
Cinco años después... Disfruto del chasquido de mi látigo mientras aporrea la espalda de una de las criaturas más sexis y varoniles que he tenido bajo mi yugo. Alexander es un moreno de ojos color esmeralda y piel clara como porcelana, cuya fantasía es: estar bajo la sumisión de mi juego sexual. Me acerco a su oído y lamo el pabellón causándole un estremecimiento que me excita hasta el punto de mojar mis bragas. Su piel tersa y blanca despierta en mi los deseos más oscuros, deslizo mis manos alrededor de su cintura moldeando su duro torso clavando mis uñas en él, continúo bajando por el abdomen hasta ingresar en su bóxer y apoderarme del objeto delicioso que me hace perder la razón. Sigo con mi juego deslizando una vez más los dedos hasta acariciar su escroto que se endurece al instante, hago un movimiento circular con los dedos índice y medio logrando que de su boca salga un gemido gutural tan deliciosamente melódico para mis oídos que mis pezones se irguen y mis senos se hinc
— ¡No creo que sea una buena idea Jefa! - protesta Johnson con desaprobación ante mi plan. — ¿Si sabes que no te pago por creer cosas, verdad? - me observa con ojos entrecerrados. — Me pagas por protegerte y mi responsabilidad es sacarte de la cabezas ideas descabelladas... - me observó con enojo — ¡Jefa! - eso último lo dijo con los dientes apretados. — ¡No te pases John! aquí la jefa soy yo - su pierna derecha temblaba a medida que golpeaba el piso con el pie, está furioso — Pradím se encuentra cada vez más cerca, no ha actuado como debe ser porque no sabe si yo soy a quien busca. Pero en el momento que lo descubra... ¿qué harás para protegerme? - sus preciosos ojos me escrutaban para descubrir mis pensamientos. — Solo estoy esperando tu orden para eliminarlo - abrí mucho los ojos, no lo pondría en ese dilema. — No eres un asesino - lo amo por eso, pero Carlos Pradím es mi problema tal y como lo son: Nickolay e Igor Semionov, Darko y Serbio Stvetta, los últimos dos se encuentran
Uno de los mejores restaurantes de la ciudad y por una m*****a confusión, la reservación se extravió. No me agrada esto para nada pero, al ordenarle a John que nos marcháramos "el encargado" me rogó que no lo hiciera ya que lo amonestarían. Me informó que estaban preparando mi mesa en el salón VIP y que el almuerzo correría por cuenta de la casa. A Dios gracias los socios no han llegado, hago una llamada a Helen para que les informe que hemos cambiado no de local, sino de mesa. La chica responde con un “sí señora” y cuelgo. — ¿Será que tenemos un espacio para hacer alguna travesura? – observo a John con una sonrisa insinuante y sonríe ladeado sacudiendo la cabeza. Me acerco contoneándome y levanta las cejas, sabe que haré lo que me plazca. El reservado es íntimo, eso me excita porque el vidrio polarizado nos guarda de las miradas ajenas. Veo como tiembla ante mi cercanía, paso la palma de mi mano por encima de la bragueta y cierra los ojos aspirando profundamente. Separa los labios s
Carlos Pradím. — ¡Los fantasmas no existen André! – espeto frustrado porque al parecer Anette Valkimore si lo es —. Sigan buscando, en algún lugar debe estar escondida – resoplo enojado. — ¿Entonces descartamos a Andrea Siderova? – suspiro. Niego. — La descripción que me dio el encargado del Restaurante coincide con la de la chica que busco, no la descarten hasta que les dé la orden – André toma una bocanada de aire y me mira con cansancio. — ¡Correcto jefe! – se retira para continuar con la investigación. Desde el día en que la rescaté de los desgraciados que la tenían cautiva en aquella casucha, he tratado de hallar su escondite para disculparme, no he podido sacármela de la cabeza, es una tortura querer estar cerca y ni siquiera saber dónde se encuentra. He estado detrás de los autores de su desgracia, los quiero tras las rejas, pero a ella... necesito verla de nuevo, acercarme, arroparla entre mis brazos nuevamente. Protegerla. Tal como no lo hice la primera vez; el miedo dis