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CAPITULO TRES. TERROR.

Al recobrar el sentido: no grité, no me resistí, estaba  paralizada del miedo y tengo una opresión en el pecho, sé que este hombre va a lastimarme porque lo noto en su cara, su expresión y esos ojos que me gritan peligro.

Me toca de nuevo, esta vez grito del dolor, mi garganta arde y mi cuerpo se resiente, entra el sujeto enorme y otro más, rasga mi vestido y reacciono golpeando y pataleando hasta que recibo una bofetada con la cual me voltea la cara y de inmediato siento el sabor metálico de la sangre.

Su bragueta suena y se exactamente que viene, así  que cierro los ojos y soporto el dolor de la agresión  de esos hombres y la humillación de la violación. Separa  mis piernas y penetra rompiéndome por completo, grito, chillo y trato de resistirme  pero es imposible porque no puedo con él. Me duele la piel, las piernas y el vientre, siento un dolor punzante en mi sexo y en mi trasero, grité y grité pidiendo clemencia y suplicándoles que me dejaran. No cedieron continuaron no sé por cuánto tiempo.

Me duele el alma y la vida se  me va, no tengo fuerzas para resistirme a lo que me hacen, no sé cuánto tiempo transcurrió pero si sé que fue el suficiente para destrozarme la vida y no poder encontrar los pedazos nunca más.

Desperté dolorida e hinchada y con un dolor profundo en mi entrepierna, humillada herida y con unas ganas soberbias de devolver todo lo que tengo en el estómago. Me encuentro sola en una habitación oscura, fría y sin ventilación. Tengo miedo, mi cuerpo tiembla y cualquier movimiento que haga duele como el infierno. Me siento mareada y desorientada, trato de levantarme y las piernas no logran sostenerme, caigo al piso de rodillas y el dolor se acrecienta, el sangrado se detuvo una vez que me dejaron. No se por qué estoy  aquí y no entiendo por qué me lastimaron así, pero nunca más seré la misma de antes. Siento un dolor terrible en mi alma junto a mi corazón destrozado tratando  de descubrir ¿Por qué me hicieron esto? ¿Por qué me lastimaron? Yo, yo no hice nada.

...

El hombre regresó y trajo ropa para poder asearme y cambiar esta, hecha girones. Limpió mis heridas, estaba aterrada; limpió mi entrepierna y metió los dedos grité de dolor, lo rasguñe y mordí tan fuerte como pude pero era muy grande y pesado, no hablaba no decía  nada, solo me golpeó y continuó su invasión  con su miembro.

Dolía,  dolía demasiado. Solo me preguntaba ¿Dónde está mi papá? Él que siempre ha sido mi súper  héroe  y mi protector ahora no está para defenderme de esta bestia que me extingue  cada vez que me toca y me disminuye cuando me obliga.

Y así pasaron los días hasta completar siete. Mi muerte no llegaba ya que el maldito animal decía  que debía pagar por una muerte provocada por mi padre. Dijo que me entregaría; más el día  no llegaba, mi desesperación  aumentaba a medida que transcurría el tiempo.

Una mañana desperté dolorida y fatigada, solo dormí dos horas a lo sumo. Estuve meditando  en mi tragedia y resolví no morir, decidí apostar por mi vida, dispuse cambiar y ser fuerte ante esta situación. Determiné que desde este momento, allá afuera me esperaría algo bueno, que me ayudara a maquinar el plan perfecto para vengarme  de cada uno de los animales que  me dañaron e hirieron hasta el fondo mi pobre alma y destruyeron en fragmentos mi felicidad y mis sueños.

 ...

Oigo voces fuera de la habitación, golpes y muchos gritos. Disparos y cosas que caen, mi piel se eriza paralizándome por un momento, trato de esconderme debajo de la cama y lo logro, veo la sombra de personas corriendo por  la rendija de la puerta y voces más cerca, el aire escapa de mis pulmones y el miedo me azota como un látigo enorme.

¿Qué pasará?

Escucho que gritan un nombre, Teniente Carlos; eso escucho. Cada momento que pasa me acurruco más en mi escondite, estoy prácticamente debajo de la cama y aquí no me encontrarán, nadie volverá a lastimarme, nunca más me dañaran.

La puerta se abre estruendosamente y me encojo más para no ser vista — Debe estar por aquí Teniente  - dijo una voz fuerte pero que no produce miedo, todo está oscuro y nadie me ve.

— ¡Búsquenla! Hay que sacarla de aquí - esa voz, es la m*****a voz del traicionero.

— Si señor - hubo un silencio incomodo, me mantuve inmóvil.

Y repentinamente una mano toma mi tobillo y saca mi cuerpo de mi escondite pero cuando trata de levantarme en brazos hago que mi rodilla impacte con su cara rompiéndole la nariz, y me suelta abruptamente profiriendo un grito doloroso y una maldición.

Otras dos manos me  toman de las muñecas y me levantan pegándome a un pecho duro y caliente, ese olor y la forma en que me abraza de manera delicada me calman hasta que habla con su boca pegada a mi oído.

— ¡Cálmate, ya estas a salvo! – pero nunca lo estaré.

Nunca me encontraré a salvo mientras en mi mente se repitan cada una de las escenas vividas como si fueran pesadillas en un plano real. Mi mente y mi cuerpo siempre estarán a merced del dolor de haber vivido este infierno y mi realidad estará marcada por mi desgracia. Estoy segura que jamás olvidaré esta traición a mis emociones y menos de la que fui objeto a causa de este hombre. Lucho por zafarme de su agarre, hago el mayor esfuerzo para que mis pensamientos sean coherentes y que la bilis se mantenga en su lugar.

—¡Nooooo! – grito desespera al borde de un ataque de pánico — ¡No me lastime por favor! ¡Sueltameeee! – me soltó de inmediato, sus ojos de Gato que en un momento me parecieron hermosos, fascinantes y hechizantes. Ahora solo me producen asco y repulsión.

Se acercó a mí nuevamente y me encogí de miedo, se acuclilló y sus ojos reflejaban dolor, el temblor me provocó espasmos y su solo aroma me produjo arcadas su presencia me asqueaba y él lo notó, se alejó, comprendió;  y una lágrima rodó por ese rostro que anteriormente me pareció hermoso y ahora me provoca terror.

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