Al recobrar el sentido: no grité, no me resistí, estaba paralizada del miedo y tengo una opresión en el pecho, sé que este hombre va a lastimarme porque lo noto en su cara, su expresión y esos ojos que me gritan peligro.
Me toca de nuevo, esta vez grito del dolor, mi garganta arde y mi cuerpo se resiente, entra el sujeto enorme y otro más, rasga mi vestido y reacciono golpeando y pataleando hasta que recibo una bofetada con la cual me voltea la cara y de inmediato siento el sabor metálico de la sangre.
Su bragueta suena y se exactamente que viene, así que cierro los ojos y soporto el dolor de la agresión de esos hombres y la humillación de la violación. Separa mis piernas y penetra rompiéndome por completo, grito, chillo y trato de resistirme pero es imposible porque no puedo con él. Me duele la piel, las piernas y el vientre, siento un dolor punzante en mi sexo y en mi trasero, grité y grité pidiendo clemencia y suplicándoles que me dejaran. No cedieron continuaron no sé por cuánto tiempo.
Me duele el alma y la vida se me va, no tengo fuerzas para resistirme a lo que me hacen, no sé cuánto tiempo transcurrió pero si sé que fue el suficiente para destrozarme la vida y no poder encontrar los pedazos nunca más.
Desperté dolorida e hinchada y con un dolor profundo en mi entrepierna, humillada herida y con unas ganas soberbias de devolver todo lo que tengo en el estómago. Me encuentro sola en una habitación oscura, fría y sin ventilación. Tengo miedo, mi cuerpo tiembla y cualquier movimiento que haga duele como el infierno. Me siento mareada y desorientada, trato de levantarme y las piernas no logran sostenerme, caigo al piso de rodillas y el dolor se acrecienta, el sangrado se detuvo una vez que me dejaron. No se por qué estoy aquí y no entiendo por qué me lastimaron así, pero nunca más seré la misma de antes. Siento un dolor terrible en mi alma junto a mi corazón destrozado tratando de descubrir ¿Por qué me hicieron esto? ¿Por qué me lastimaron? Yo, yo no hice nada.
...
El hombre regresó y trajo ropa para poder asearme y cambiar esta, hecha girones. Limpió mis heridas, estaba aterrada; limpió mi entrepierna y metió los dedos grité de dolor, lo rasguñe y mordí tan fuerte como pude pero era muy grande y pesado, no hablaba no decía nada, solo me golpeó y continuó su invasión con su miembro.
Dolía, dolía demasiado. Solo me preguntaba ¿Dónde está mi papá? Él que siempre ha sido mi súper héroe y mi protector ahora no está para defenderme de esta bestia que me extingue cada vez que me toca y me disminuye cuando me obliga.
Y así pasaron los días hasta completar siete. Mi muerte no llegaba ya que el maldito animal decía que debía pagar por una muerte provocada por mi padre. Dijo que me entregaría; más el día no llegaba, mi desesperación aumentaba a medida que transcurría el tiempo.
Una mañana desperté dolorida y fatigada, solo dormí dos horas a lo sumo. Estuve meditando en mi tragedia y resolví no morir, decidí apostar por mi vida, dispuse cambiar y ser fuerte ante esta situación. Determiné que desde este momento, allá afuera me esperaría algo bueno, que me ayudara a maquinar el plan perfecto para vengarme de cada uno de los animales que me dañaron e hirieron hasta el fondo mi pobre alma y destruyeron en fragmentos mi felicidad y mis sueños.
...
Oigo voces fuera de la habitación, golpes y muchos gritos. Disparos y cosas que caen, mi piel se eriza paralizándome por un momento, trato de esconderme debajo de la cama y lo logro, veo la sombra de personas corriendo por la rendija de la puerta y voces más cerca, el aire escapa de mis pulmones y el miedo me azota como un látigo enorme.
¿Qué pasará?
Escucho que gritan un nombre, Teniente Carlos; eso escucho. Cada momento que pasa me acurruco más en mi escondite, estoy prácticamente debajo de la cama y aquí no me encontrarán, nadie volverá a lastimarme, nunca más me dañaran.
La puerta se abre estruendosamente y me encojo más para no ser vista — Debe estar por aquí Teniente - dijo una voz fuerte pero que no produce miedo, todo está oscuro y nadie me ve.
— ¡Búsquenla! Hay que sacarla de aquí - esa voz, es la m*****a voz del traicionero.
— Si señor - hubo un silencio incomodo, me mantuve inmóvil.
Y repentinamente una mano toma mi tobillo y saca mi cuerpo de mi escondite pero cuando trata de levantarme en brazos hago que mi rodilla impacte con su cara rompiéndole la nariz, y me suelta abruptamente profiriendo un grito doloroso y una maldición.
Otras dos manos me toman de las muñecas y me levantan pegándome a un pecho duro y caliente, ese olor y la forma en que me abraza de manera delicada me calman hasta que habla con su boca pegada a mi oído.
— ¡Cálmate, ya estas a salvo! – pero nunca lo estaré.
Nunca me encontraré a salvo mientras en mi mente se repitan cada una de las escenas vividas como si fueran pesadillas en un plano real. Mi mente y mi cuerpo siempre estarán a merced del dolor de haber vivido este infierno y mi realidad estará marcada por mi desgracia. Estoy segura que jamás olvidaré esta traición a mis emociones y menos de la que fui objeto a causa de este hombre. Lucho por zafarme de su agarre, hago el mayor esfuerzo para que mis pensamientos sean coherentes y que la bilis se mantenga en su lugar.
—¡Nooooo! – grito desespera al borde de un ataque de pánico — ¡No me lastime por favor! ¡Sueltameeee! – me soltó de inmediato, sus ojos de Gato que en un momento me parecieron hermosos, fascinantes y hechizantes. Ahora solo me producen asco y repulsión.
Se acercó a mí nuevamente y me encogí de miedo, se acuclilló y sus ojos reflejaban dolor, el temblor me provocó espasmos y su solo aroma me produjo arcadas su presencia me asqueaba y él lo notó, se alejó, comprendió; y una lágrima rodó por ese rostro que anteriormente me pareció hermoso y ahora me provoca terror.
Desperté atontada y con una sensación de mareo y necesidad en el estómago a causa de una medicación sedante muy fuerte, en un lugar impoluto donde todo es blanco, pulcro y con un olor a desinfectante asqueroso que me produce nauseas: “Un hospital". Un murmullo de voces y un llanto lastimero llenan mis oídos y reconozco la voz de mi hermana Annia, mis ojos se llenan de lágrimas y mi pecho arde de miedo y aflicción por partes iguales, no tengo dolor físico, a este nivel ya nada me duele, solo el alma y mi corazón roto en mil pedazos, pisoteado por unos hombres gigantes que me maltrataron y mataron mi inocencia, mi dignidad y toda mi vida hasta que muera; no sin antes acabar de manera indolente con las vidas de cada uno de ellos. ¡Eso lo juro! Solo después; solo después moriré en paz.No quiero abrir los ojos, me rehúso a enfrentar&nb
Dos años después…—Jefa el club está abarrotado, no hay espacio físico suficiente – me informa Johnson mi mano derecha.—Entonces hay que hacer espacio cariño – salí de detrás de la comodidad de mi escritorio para enfrentarme a un metro noventa y cinco de puro músculo, cabellos rubios y ojos azules. Que por cierto huele a gloria.Contoneo mis caderas insinuante y Johnson sonríe de lado, sabe que deseo; su piel dorada enciende mis sentidos y ya necesito liberar tensiones. En los últimos días hemos tenido ataques por parte de las autoridades a causa de denuncias. Pero no son denuncias normales, sé de quién se trata es solo que nunca me encuentra y siempre regresa.Coloco la mano en su torso y lo empujo para que caiga sentado en un sill&
Cinco años después... Disfruto del chasquido de mi látigo mientras aporrea la espalda de una de las criaturas más sexis y varoniles que he tenido bajo mi yugo. Alexander es un moreno de ojos color esmeralda y piel clara como porcelana, cuya fantasía es: estar bajo la sumisión de mi juego sexual. Me acerco a su oído y lamo el pabellón causándole un estremecimiento que me excita hasta el punto de mojar mis bragas. Su piel tersa y blanca despierta en mi los deseos más oscuros, deslizo mis manos alrededor de su cintura moldeando su duro torso clavando mis uñas en él, continúo bajando por el abdomen hasta ingresar en su bóxer y apoderarme del objeto delicioso que me hace perder la razón. Sigo con mi juego deslizando una vez más los dedos hasta acariciar su escroto que se endurece al instante, hago un movimiento circular con los dedos índice y medio logrando que de su boca salga un gemido gutural tan deliciosamente melódico para mis oídos que mis pezones se irguen y mis senos se hinc
— ¡No creo que sea una buena idea Jefa! - protesta Johnson con desaprobación ante mi plan. — ¿Si sabes que no te pago por creer cosas, verdad? - me observa con ojos entrecerrados. — Me pagas por protegerte y mi responsabilidad es sacarte de la cabezas ideas descabelladas... - me observó con enojo — ¡Jefa! - eso último lo dijo con los dientes apretados. — ¡No te pases John! aquí la jefa soy yo - su pierna derecha temblaba a medida que golpeaba el piso con el pie, está furioso — Pradím se encuentra cada vez más cerca, no ha actuado como debe ser porque no sabe si yo soy a quien busca. Pero en el momento que lo descubra... ¿qué harás para protegerme? - sus preciosos ojos me escrutaban para descubrir mis pensamientos. — Solo estoy esperando tu orden para eliminarlo - abrí mucho los ojos, no lo pondría en ese dilema. — No eres un asesino - lo amo por eso, pero Carlos Pradím es mi problema tal y como lo son: Nickolay e Igor Semionov, Darko y Serbio Stvetta, los últimos dos se encuentran
Uno de los mejores restaurantes de la ciudad y por una m*****a confusión, la reservación se extravió. No me agrada esto para nada pero, al ordenarle a John que nos marcháramos "el encargado" me rogó que no lo hiciera ya que lo amonestarían. Me informó que estaban preparando mi mesa en el salón VIP y que el almuerzo correría por cuenta de la casa. A Dios gracias los socios no han llegado, hago una llamada a Helen para que les informe que hemos cambiado no de local, sino de mesa. La chica responde con un “sí señora” y cuelgo. — ¿Será que tenemos un espacio para hacer alguna travesura? – observo a John con una sonrisa insinuante y sonríe ladeado sacudiendo la cabeza. Me acerco contoneándome y levanta las cejas, sabe que haré lo que me plazca. El reservado es íntimo, eso me excita porque el vidrio polarizado nos guarda de las miradas ajenas. Veo como tiembla ante mi cercanía, paso la palma de mi mano por encima de la bragueta y cierra los ojos aspirando profundamente. Separa los labios s
Carlos Pradím. — ¡Los fantasmas no existen André! – espeto frustrado porque al parecer Anette Valkimore si lo es —. Sigan buscando, en algún lugar debe estar escondida – resoplo enojado. — ¿Entonces descartamos a Andrea Siderova? – suspiro. Niego. — La descripción que me dio el encargado del Restaurante coincide con la de la chica que busco, no la descarten hasta que les dé la orden – André toma una bocanada de aire y me mira con cansancio. — ¡Correcto jefe! – se retira para continuar con la investigación. Desde el día en que la rescaté de los desgraciados que la tenían cautiva en aquella casucha, he tratado de hallar su escondite para disculparme, no he podido sacármela de la cabeza, es una tortura querer estar cerca y ni siquiera saber dónde se encuentra. He estado detrás de los autores de su desgracia, los quiero tras las rejas, pero a ella... necesito verla de nuevo, acercarme, arroparla entre mis brazos nuevamente. Protegerla. Tal como no lo hice la primera vez; el miedo dis
— ¿Saldrás en algún momento del auto Anette? – la voz suave y el roce sutil de la mano de John me sacan del ensimismamiento —. Llevas más de diez minutos pensando si sales o no – subo la vista hacia sus hermosos ojos, sonríe casi imperceptible, yo solo asiento. — Dame... un minuto por favor – aprieta los dientes, preocupado —, solo un momento – respiro profundo, él ingresa de nuevo al auto. — También podemos dar una vuelta para que te calmes, si lo deseas – tomo una bocanada de aire y estiro la falda del vestido que llevo puesto. — No me calmaré de ese modo y lo sabes bien – me observa intensamente, sabe que la pelea de esta tarde me ha afectado, pero no por él ya que eso se arregla con sexo. El tema en cuestión arrasa con mis fuerzas que en este momento se encuentran en un hoyo negro ¡maldito seas Pradím de m****a! Giro hacia su rostro, recuesta el brazo derecho sobre el espaldar del asiento de su fabuloso Stingray negro, ama este auto, yo se lo regalé en su cumpleaños y desde ent
No soporto el encierro en el estudio de mi padre, intento salir y uno de los chicos se interpone en mi camino, los nervios me traicionan poniéndome en guardia, sé quién es y “mi novio” también lo sabe. ¿Por qué coño no se da por vencido? — ¡Anette, no salgas por favor! – suplica mi madre —. Dejemos que los hombres hagan su trabajo – sonrío mentalmente. Mi madre se encuentra tan sujeta a mi padre que es incapaz de pensar por sí misma, no es que la critique, pero yo en cambio no puedo ser de ese modo y al mirar de frente al chico que me impide el paso hago lo propio. — ¡O me dejas salir o pierdes el trabajo, niño – toma una bocanada de aire — ¿entonces? – doy un paso al frente y se retira. — ¡Anette, por el amor de Dios! – chilla mi hermana —. Puede ser peligroso ¿no lo entiendes? – escucho, cayo y hago caso omiso a sus palabras. Salgo del estudio y en efecto el movimiento es notorio, son más de tres. Ese es el número de los que tienen arrodillados, esposados y con la cabeza tapada