Inicio / Otros tipos / La Revancha / CAPITULO DOS. CAOS.
CAPITULO DOS. CAOS.

La noche pintaba magnifica, mis padres estaban como peces en el agua, Annia se divertía de lo lindo y yo estaba tomándome unos tragos. Platiqué con algunas personas importantes en el gremio y bailé dos piezas con un chico que no conozco pero que estaba bastante atractivo.

Era alto y fornido, con unos  ojos verdes preciosos  y una elegancia sin igual, vestía un traje de tres piezas que en pocas ocasiones me ha llamado  la atención  en un hombre, en definitiva el chico está buenísimo. No sé su nombre pero lo que sí sé, es que no hay un chico aquí que llame la atención  más que él.

—¡Gracias de nuevo Srta.! Para mí ha sido un verdadero placer que me haya concedido el honor de esta pieza - ¿Por qué aunque seas una mujer rebelde, siempre babeas por un hombre con modales refinados?

—¡El honor fue mío! ¡Gracias! – me hizo una inclinación con la cabeza y se fue dejándome en  la mesa que compartía con mis padres.

—¡Ups! Alguien está deslumbrada amor ¿Lo viste? – rodé los  ojos y sonreí.

—¡Annette! Esa expresión es fea. Eso no lo hace una señorita refinada – mi padre levantó las cejas y mi mamá lo golpeó en el brazo con el abanico.

—¿Qué pasa mi amor? ¡Yo no hice nada! – Alexandrova lo miró seria y mi padre apretó  los labios.

—¡Hazle caso a tu madre, cariño! – madre sonrió y luego padre me hizo un  guiño.

Así  son, papá es un excelente alcahuete  y mi madre lo reta todo el tiempo, mi padre rompe las reglas y mi madre coloca otras. Y vivimos felices por siempre ¡Sí! Ya sé que no es un cuento de hadas  pero es  nuestra  vida y la amo. Amo a mis padres y amo también lo que hacen y como lo hacen.

Mientras mi hermana platica animadamente con el chico que muy amablemente la dirigió y acompañó desde que llegamos, yo busco insistentemente al moreno de ojos verdes que me robó un suspiro.

Dejo la mesa excusándome para ir al tocador y en el trayecto veo al moreno con una chica pelirroja enfrascado en una discusión acaloradísima, miro hacia otro lado y me dirijo hasta el área  de los aseos. Ingreso y veo una chica, la cual se sorprende cuando entro ya que está  aspirando un polvo  blanco que no me interesa que sea. Entro al cubículo, me deshago de lo que tengo en la vejiga y me dispongo a salir cuando escucho un sonido seco que no identifico pero, creo que es un disparo, seguido de gritos desesperados y cosas que impactan contra el piso.

En lo primero que pienso es  en mi familia y salgo corriendo de aquel encierro dándome de bruces con la chica que se drogaba. Su cara estaba  ensangrentada y sus manos también, tenía una cara de  miedo que espantaba y no es que yo sea muy valiente que digamos, pero no me quedo a ver qué sucede ya que tengo que buscar a mi padre. Todo era un caos de cuerpos corriendo de un lado a otro, escucho  otro disparo  y dos más; me estoy escurriendo entre los cuerpos cuando siento una mano fuerte que me sujeta el brazo y pensando que es mi padre, giro para encontrarme con un par de ojos de un verde mar que me alientan a seguirlo, lo hago y me adentro junto a él a un lugar hermoso que parece un laberinto  de arbustos ¡Bellísimo!

—¿Eres Annette Valkimore, cierto? – me preguntó.

—¡Si, lo soy! ¿Y tú eres? – pregunté  con una ceja levantada.

—Alguien sin importancia, a quien le fascinó conocerte – y esos ojos de gato me hechizaron por completo.

Se acercó a mis labios  y quedé petrificada, nunca había consentido  que me tocaran pero ese roce de sus labios  me encendió por completo llevándome  a lugares tan bellos e inimaginables para mí que  no podía creerlo ¿Cómo en medio del caos puede existir esta sensación  de alivio y sosiego?

Sus manos se deslizaron por mi cintura  y continuaron su camino hacia la espalda, fue una caricia tan sutil que se me hizo un nudo en el estómago y todas las sensaciones se acumularon en el bajo vientre para luego desencadenar un torbellino en mi entrepierna. Mi cuerpo temblaba mientras el beso se hacía más exigente y torturador, mi corazón estaba desbocado y me dolía el pecho a causa de la furia con que golpeaba en el.

Su lengua rozó mis labios como pidiendo permiso para adentrarse y los separé para darle cabida, no sabía que hacer porque nunca había  besado a nadie más; sin embargo este desconocido me superaba ya que definitivamente acababa de caer rendida en sus  brazos. Se escucharon más disparos  y nos separamos rápidamente.

—¡Oh, Dios mi familia  se encuentra allí  dentro! – expresé  con miedo y el negó con la cabeza.

—¡Annette! Tu familia está a salvo – sonreí  con miedo,  no sabía qué hacer.

—¿Dónde se encuentran? – mi voz se quebró.

—Están  bien,  quiero que me prometas  algo…

—¿Qué cosa? – ya lloraba de manera incontrolable  y mi cuerpo temblaba por algo que ni siquiera  conocía.

—Debes correr, correr lejos…

—¿Por qué? ¡Dime por favor!

—¡Porque vienen  por ti y yo soy el señuelo…

Y mi mundo cayó al piso, empecé a temblar, mis manos sudaban parecía que había entrado a un sauna, el calor que sentí me sofocaba y ya solo escuchaba murmullos y una voz que decía corre, corre. No supe si era mi conciencia, alguna voz interior o el dueño de los ojos más bellos y traicioneros del mundo.

Entonces corrí, corrí tan fuerte como podía, tan rápido  como mis piernas me respondían y salí a la calle, el aire frío me dio en la cara estremeciendo mi cuerpo una vez más y el frío bajo mis pies hacia que doliera como si de espinas clavadas se tratara. Mis pulmones ardían por la falta de aire y mi cabeza daba vueltas por el cansancio, al doblar la esquina una camioneta se detuvo y salieron dos hombres inmensos, me detuve en seco y corrí  hacia otro lado, al contrario pero fue inútil. Una mano fuerte me tomo del brazo lastimándome la piel.

—¡Noooo! ¡Noo por favor yo no fui! No hice nada por favor no me lleven ¡Papáaaaaa! ¡Ayúdenme  por favooor! – luché, lo rasguñé, mordí y abofeteé pero fue inútil.

Fui lanzada dentro de la camioneta con tanta fuerza que al caer mi cabeza golpeó el piso y el dolor me recorrió como un corrientazo por la espina dorsal.

—¡Aaaaaayyyy! Por favor no me golpee, por favor – lloré, supliqué  pero no sirvió de nada.

Uno de los hombres metió la mano en mi entrepierna y me arrancó la panty, me toco el sexo y le di un puntapié en la cara. El sujeto se carcajeó, pero me miró a la cara serio y me dio una cachetada que todo me dio vueltas y perdí el sentido.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo