Desperté parpadeando puesto que la luz era demasiado intensa. Nuevamente escuchaba un pitido, pero era diferente al de las puertas. Abrí los ojos y enfoque a los productos de enfermería que estaban colocados por todos lados. Me encontraba en una camilla recostada. ¿Me había desmayado demasiado fuerte?
El doctor se dio cuenta de que había despertado y camino hacia mí con un bote.
—Qué bueno que ya te despertaste. Te desmayaste y te trajeron aquí para que pudiera revisarte —dijo con monotonía, abriendo el bote —. ¿Podrías levantarte la blusa? Quiero verificar algo antes de dar un pronóstico.
Asentí en silencio.
Me levante la blusa desgastada y rota. Mi barriga se enfrió por el ambiente fresco que hacía, pero resistí. El doctor me echo un gel raro y me presionó
Bianca.Sentada en la cama de mi prisión, me preguntaba si toda aquella situación podía mejorar.La respuesta estaba ante mis ojos. No. Nada mejoraría, todo iría a peor. Ahora resulta que estaba embarazada, un hijo mío y de don crecía en mi interior como una semillita. La idea me puso los pelos de punta, pero es que no era una simple idea de mi cabeza, era la realidad. Dentro de mí un ser humano vivía. Y eso me mataba.Me mataba porque quería odiarlo, como hacía con su padre. Quería detestarlo. Quería matarlo como sea. Dándome puñetazos en el abdomen hasta que ese diminuto ser se muriera. Cada día imaginaba como podían ser sus ojos, su boca. Si tendría los genes del padre o los míos. Si sería rubio. Si su destino iba a ser distinto al mío.Así que,
Bianca.Cerré los ojos. Respire muy hondo aspirando la humedad del ambiente.Cuando los volví a abrir la escena había cambiado. No había nieve. No había ese rastro del coche que trajo a Giovanni Lobo. Él no estaba. No me miraba. No había venido a por mí. Fue una cruel ilusión de mi mente agotada.Mi cabeza estaba apoyada en la piedra del túnel, me había caído y mis rodillas ardían del dolor. No había avanzado tanto como mi mente lo había sentido. Me sentía engañada conmigo misma, mi propia mente se había burlado de mí. Lo peor es que me ilusionó, sentí que estaba vivo y que había regresado a por mí.<
CABAÑA ROMANOV.PERDIDA EN LAS MONTAÑAS DE RUSIA.Meses después.No dormí mucho esas noches. No podía. Algo en mi interior me gritaba que pasarían cosas más crueles para mí. Cómo si un sentido olvidado, me quisiera avisar.La habitación estaba alumbrada por faros calientes y brillantes, desde mi posición en la cama podía ver la nieve chocar con el cristal amplió. El gran ventanal a veces me daba la paz que necesitaba. Por las noches, echaba las sábanas para que ningún animal me observara mientras dormía.—¿Cómo está mi hermana preferida? —asom&o
Bianca.Mi bebé murió.El doctor me dijo que podía pasar, qué había una posibilidad de que sucedería.En cuando naciera su corazón sería tan débil que no podría aguantar más de dos segundos. Y no aguantó. Ni siquiera vi su carita. Ni siquiera lo oí chillar en busca de aire. No resistió. Solo tenía 7 meses de embarazo cuando di a luz.Debí haberlo protegido mejor. Pero, ¿que podía hacer yo? Si era un monstruo. Me sentía tan culpable.—El líder de la organización está en el saló
Sí que podía. Claro que podía.Las comisuras de mis labios se elevaron e inflé el pecho cuando su mirada arrasó con casi todas mis defensas. Seguí bajando, lo ignoré mientras me movía como Annika lo hubiera hecho. Cómo bajó la primera vez que la vi y me hizo cortarle la pierna a Giovanni.Estaba tratando de huir y meterme en todo ese grupo de personas, pero al pasar por su lado y oler la colonia que utilizaba todo se me removió. Así que me paré otra vez, ahora a escasos centímetros. Aún sentía su mirada abrasadora, exigía que lo mirara. Pero no lo iba a hacer.No merecía nada.Lo oí suspirar. Apagó el cigarrillo y se acercó tan lento a mi oído, que casi temblé del miedo.—Espero que el jueguito te sirva, ya sabes lo
Bianca.Moscú era un lugar frío, solitario e inhóspito para mí.Traté de acostumbrarme lo más rápido posible, pero me fue imposible. No podía ver ese palacio como mi casa, ni a los empleados como los míos. Nada allí me pertenecía. Era de Annika, pero yo se lo había robado a ella. Era mío. Todo era mío. Aunque no quisiera tenerlo.Ahora era la reina.Detrás de mis espaldas cargaba con un pesado dolor y carga que no me correspondía.Era la líder de la mafia rusa.Y además, la organización q
Bianca.Mis piernas temblaban a medida que iba subiendo por las escaleras del palacio.Tenía que ser dura, no dejarme vender con las palabras que me iba a decir. Seguro estaba tramando algo en esa cabeza malvada. Pero yo no iba a caer, no en sus juegos perversos.Me detuve en la puerta de su habitación, había escogido una que tenía despacho y baño privado. En realidad, aquí las habitaciones eran enormes, hasta poseían pequeñas salas de descanso en la entrada. Está no era así.Respiré cogiendo el aire y llenando mis pulmones, iba a ser complicado.Porteé con
Bianca.¿Una mujer embarazada? ¿De Giovanni? ¿Otra? La furia subió por mi pecho sin tiempo a que pudiera detenerla. El empleado se fue como si viera mis intenciones desde lejos, tal vez no fueran buenas del todo. Giré la cabeza y me encontré al mafioso con el ceño fruncido.Oh, mierda. Ese iba a oírme.¿En serio? ¿Durante mi encierro había dejado embaraza a una mujer? ¡Quería explotar!Sabía que no iba a estar llorando por mi ni lamentándose, pero no me estaba esto. Lo sentí como una traición que me rebanó el corazón. Había preñado a tres mujeres ya, no si el dónde lo mete hace una goleada magistral. ¡Maldito y mil veces maldito!Último capítulo