La vida de Steven ahora gira toda en torno a Mía y en ayudarla. Lamentablemente la chica sufre de bulimia y anorexia, además de una fuerte depresión, peor aún… Nathan no está ayudando en nada.Necesita que su amigo lo sepa para que tome la decisión más importante en la vida de Mía, dejarla ir para que otros puedan amarla y ayudarla, o quedarse en su vida de una manera útil, amándola como se merece y protegiéndola, porque la verdad es que está seguro de que Nathan está enamorado, sólo que no quiere reconocerlo.Robert lo llama para saber cómo está y lo invita a una pequeña ceremonia en Londres, para conmemorar a sus padres.—Sé que ahora no quieres salir de Chicago, pero en verdad quiero hacerlo.—Te entiendo, me parece una buena idea y nuestros padres se lo merecen.—He invitado a muchos de sus amigos, casi todos confirmaron la asistencia.—Bien, allá estaré. Sólo tengo que decirle al bruto de Nathan.—¿Sigue haciéndole la vida imposible a la muchacha?—Sí, pero entiendo lo que en rea
Para Steven el tiempo comenzó a pasar lento, sobre todo por las cosas que pasaron entre Nathan y Mía, quienes al final se dieron la oportunidad de ser un matrimonio, se aman con locura, pero las cosas que le han pasado no son normales para nada.Ya que había decido regresar a Londres para alejarse de esa relación, porque no podía evitar el dolor que le producía ver a la mujer que ahora le movía el piso con su esposo… el que resultó ser su hermano, pero luego ya no; ahora Steven está en Londres organizando todo para irse como voluntario por cuenta propia a lugares con conflictos, para ayudar principalmente a los niños y mujeres embarazadas o en tiempo de lactancia, porque son quienes más sufren.Afortunadamente, Robert tiene un amigo que está al tanto de los lugares más necesitados y su hermano ha puesto más de la mitad de sus ahorros a disposición del proyecto. Y como son tan inteligentes, mantienen el dinero en inversiones rentables, las que dan excelentes dividendos y no deben preoc
Las veces que Steven se imaginó a Layla viva son incontables. Podría pellizcarse en este momento para saber si está soñando otra vez, pero los disparos fuera le dicen que no, que está despierto, es real… Layla, su Layla está viva.Por eso, cuando ella le hace una pregunta muy parecida a la que hizo la vez que se conocieron en la base en Alemania, él no puede evitar que su voz se contraiga y la llame por su nombre.—Layla…—¿Eh? ¡¿Cómo carajos sabes mi nombre?! —en dos segundos ella lo apunta con el arma que carga y Steven sólo mete la mano en su espalda, le entrega la suya (que es mucho más pequeña, por cierto), para luego levantar las manos.—Oye, muchacho, presiona la herida —el hombre no duda en hacer lo que Steven le dice, mientras que el médico sólo puede ver a Layla a los ojos, su rostro, toda ella… está viva y dispuesta a matarlo.Es evidente que no lo recuerda, pero eso no importa.¡Maldición, que eso no importa ahora!Su mujer está viva y si le mete un tiro, no le interesa, e
Tal vez debió dejar que Layla le diera un par de tiros en la casa en la que se escondieron una hora atrás, eso habría dolido menos y seguro estaría ya en el otro mundo, sin sentir que su mundo que está en ruinas, termina de desaparecer.Steven la ve con los ojos llorosos, no puede tener otra reacción, en cambio Layla permanece seria, observando cada gesto en el rostro de Steven. Puede ver que le tiembla el labio, pero aún así respira profundo y deja salir el aire con dificultad.—Bien… entiendo. Lo entiendo perfectamente —le dice no muy convencido y ella entiende que está tratando de ser lo más comprensible posible—. No sabías quién eras, es lógico que después de… de ocho años quisieras rehacer tu vida y… y yo no puedo reprocharte nada porque…—Steven, dime algo, ¿tú hiciste lo mismo? ¿Buscaste una mujer para sustituirme? —la pregunta busca muchas cosas, entre ellas saber si ese hombre le miente. Steven la mira a los ojos sin parpadear y le dice con toda la calma que es capaz de senti
Layla se entera que la otra parte del equipo ya ha conseguido terminar la misión, ella les informa de Bobby y quedan en ir a buscarlo porque ella solicita quedarse, sin embargo, por recomendación de Steven, no dice la razón ni mucho menos con quién se quedará.Clarisse se lleva a Layla a uno de los cuartos para que se bañe y cambie ropa, mientras que Steven se queda con Bobby, necesita saber un par de cosas antes de continuar con todo eso.—Oye, doc, ¿en verdad era tu novia? —Steven por respuesta le muestra las imágenes que tiene en su teléfono y Bobby silba sorprendido—. No mames, doc, eso está cañón.—¿De dónde eres, Bobby?—De México, doc. Me llamo Alberto, pero me dicen Beto y aquí me pusieron Bobby que suena más internacional, o eso me dijo un chileno en el equipo —se encoge de hombros y Steven sonríe porque es un niño por dónde se mire.—¿Y eres muy amigo de mi mujer?—Sí, ella es como mi hermana mayor… ¡En serio! Ninguna se detiene de darme un guamazo en la nuca si me lo gano,
El corazón de Steven se estruja y siente que miles de dardos llegan a él para herirlo más. Layla estaba embarazada al momento de aquel ataque.Su hijo tendría ocho años y eso sólo lo hace sentir impotente.La abraza con fuerza, deja que las lágrimas salgan sin barreras, pero eso no es suficiente. La cabeza de Layla está en su pecho y Steven deja salir un grito de dolor.—¡Nooo! No puede ser… no lo sabíamos, te juro que no lo sabíamos.—Lo sé, bueno, al menos eso es lo que me dijeron cuando desperté —ella se separa un poco, ya más calmada y sigue hablando con suavidad—. Me dijeron que no lo sabía, de otra manera no habría ido a esa misión y que el padre de mi hijo había muerto allí.«Me sentí destrozada, con el alma perdida y sin saber qué hacer. Schneider me dio de baja por todo un año, para que me recuperara y decidiera si querría regresar. Pasé por terapias, aunque nunca para recobrar la memoria y cuando pedí fotografías, me dijeron que no podían dármelas porque eran confidenciales.
Steven sabe que no lo hace porque ame su trabajo, en su mirada puede distinguir varias emociones y una de ellas es una rabia infinita. Que Layla quiera seguir para buscar respuestas, culpables y cargarse a todos los involucrados con toda esa mentira no quiere decir que él se sienta más tranquilo.—Layla…—Mi amor… —le dice con una vehemencia dulce que Steven siente su pecho a punto de estallar—. Tengo que hacerlo.—Déjame volver…—No. Si lo dejaste fue por algo y lo haces aquí es más importante. Además, tengo la leve sospecha de que lo ocurrido tiene que ver con mi relación contigo, por algo a ti y a mí nos mintieron y seguro pagaron mucho para ocultar toda la verdad.—Los chicos, ellos lo sabían…—Dame nombres —Steven le da los nombres de todos y ella niega—. No trabajo con ninguno de ellos, tal vez estén en la división que Schneider tiene en Alemania, donde se supone que yo estaba antes, ¿verdad?—Sí, espera… ¿Schneider tiene otra división?—Sí, una en Ucrania, pero esa es ultrasecr
En cuanto Robert y Steven se ven, ambos abren mucho los brazos para recibirse, aunque no ha sido tanto tiempo como cuando en doctor estaba en Chicago, definitivamente ahora se extrañan más.—Hermano, te oí muy nervioso —y la expresión sombría le dice a Robert que es lo menos que siente.—Lo que debo decirte es realmente tétrico —ya que están sentados en un pequeño bar, ambos hacen el gesto para pedir un trago. Robert se pide ese una cerveza, pero en cuanto Steven pide un vaso de whisky, sabe que lo que debe decir no amerita una cerveza.—Que sean dos whiskies, amigo… —le dice al chico antes que se vaya y luego dirige la mirada a su hermano—. Bien, dime, me estás matando de curiosidad y de miedo.—Y deberías tenerlo… —Steven mira la mesa unos segundos y suspira antes de poder revelar la verdad—. Nos mintieron, Robert —el labio le tiembla y Robert se asusta, estira su brazo para colocarlo sobre el hombro de su hermano y así darle fortaleza, pero cuando Steven levanta la mirada, sólo hay