Los ojos de Layla se humedecen ante la posibilidad de ver a su padre, aunque no tiene recuerdos tácitos de él, sabe en su corazón que ese hombre es tan importante para ella como lo es su Steven.—¿Mi padre? ¿Mi padre vendrá… aquí? —Steven asiente y ella deja que la primera lágrima caiga—. Me dijiste que vive en Estados Unidos.—Pero lo llamé ese mismo día que nos separamos, le pedí que viniera y en cuanto le dije que tenía que ver contigo, arregló todo de inmediato.—¿Le dijiste que estoy viva?—No, pero le dije que era algo relacionado contigo y no dudó en aceptar mi invitación —ella se cubre la boca y Steven le acaricia el rostro—. Te lo dije, él te ama, eres su todo en el mundo y estoy seguro de que estará feliz de que estés viva.—Steven…—Te amo y quiero que estés con las personas que te aman sin perder más tiempo, ya estuviste sola y quiero que Jordan esté contigo en todo lo que haremos ahora.Ella sólo lo abraza y se deja llevar por esa paz que nunca ha sentido, al menos que el
Bobby se pone de pie con ayuda de Steven, le da la mano a Robert y toma asiento frente a Clarisse sólo para no perderse nada de la chica. Con todos ubicados y Robert sirviendo la comida que acaban de llevar, la conversación se torna seria enseguida, pero es el mismo Robert quien detiene a su hermano.—¿Sí podemos hablar temas de adultos frente a los niños? —dice apuntando a Clarisse y Bobby.—Bobby me ayudará a recabar información en la organización, aunque ya les tenemos novedades, pero eso para el postre —Layla se ve como siempre, en su elemento, misteriosa, decidida y directa—. Cuenta con mi absoluta confianza, no por nada la bala le llegó por cubrirme a mí.—Clarisse es inteligente y tiene mucho que aportar —dice Steven—. Ella me dio una idea bastante buena como parte de la estrategia, además de que quiere que la entrene porque no pretende ser sólo un adorno médico.—Perfecto, niños en las trincheras…—Tengo veintiséis —dice Clarisse evidentemente molesta, pero con una sonrisa que
Después de la demostración de Bobby, ya nadie pone en duda la razón de que esté en esa división especial. Layla comienza a hacerles una lista de todos los integrantes de la organización que está en Ucrania y Robert tiene mucho cuidado en anotar cada nombre para investigarlo y conocer su origen.Pero todos coinciden en que sí, la conclusión de Layla y Bobby es cierta, allí sólo tienen a los mejores en algo.Luego de eso, hablan un poco más de otras cosas, hasta que Robert les dice que ya ha hecho todo, así que debe regresar a Londres con sus mujeres.—Gracias, hermano —le dice Steven con un fuerte abrazo—. Que tengas un buen viaje y cuéntame lo que vaya pasando.—No te preocupes, seguro Flavio lo hará perfecto —Robert le da un abrazo también a Layla y desde allí ya cada uno comienza a prepararse para despedirse—. Ahora sólo ocúpate de tu mujer y de ser feliz.—Yo iré a pasear por la ciudad —dice Bobby poniéndose de pie—. Hace dos años estuve aquí y hay un lugar al que quiero regresar.
Una vez que Bobby deja a Jordan en casa de Steven y le dice a Layla que se quedará en el mismo hotel que Robert, se sube de regreso al auto en donde va Clarisse.—¿A dónde te llevo? —le pregunta con amabilidad, luego de pasar una tarde tan agradable, al parecer ella ya dejó la hostilidad.—Me estoy quedando en el mismo hotel donde estuvimos.—Bien, yo voy para allá, iré a cambiarme, comer algo y luego ir a buscar algo qué hacer. No soy de los que le gusta estar quieto.—¿Me recomendarías algún lugar?—Claro…El silencio se apodera del vehículo, es un poco tenso, porque los dos quieren decir algo, pero al final ninguno se anima a decirlo. Al llegar al lugar, Bobby la ayuda a bajar extendiéndole la mano, ella lo acepta y caminan uno al lado del otro al interior del bello edificio.—Saldré en una hora —le dice Bobby en el ascensor—. Nos vemos allí en el lobby.—Puede ser que me tarde, ya sabes que las mujeres nos demoramos en ponernos bonitas.—Clarisse, no te verás más bonita que cuando
Cuando Bobby logra separarse de Clarisse, ella lo mira a los ojos sin poder creer que ese hombre la mire con tanta intensidad, como si estuviese listo para parar una bala por ella. Y así es como Bobby se siente, Clarisse es para él la mujer de su vida, una a la que quiere proteger, amar, mimar, hacer reír y caminar con ella de la mano.—Alberto —escuchar su nombre real en su boca es casi un poema—. En verdad quiero estar contigo, aunque tengo un poco de miedo, pero sí… yo quiero estar contigo.—Sigamos caminando, comamos y luego nos regresamos al hotel para conversar.Ella asiente y es precisamente lo que hacen. Aunque al inicio comienzan hablando de cosas tristes de sus vidas, terminan riéndose a la hora del postre. Clarisse se queda prendada de la manera en que Bobby, mejor dicho Alberto, como a ella le gusta llamarlo, la ve con atención y la oye hablar de sus anécdotas.—Creo que ya es tarde —le dice ella algo cansada—. Tal vez podríamos ir al hotel y seguir hablando allí.—Claro,
La semana que se supone estarían Layla y Alberto lejos de sus amores subió a dos, algo que tanto a Steven y a Clarisse los tenía muy preocupados. No tenían manera de saber de ellos a menos que llamasen a alguien, pero ¿a quién?Los dos están muriendo por las ansias de saber de ellos y tal parece que el universo se compadece, porque en el momento en que Steven está a punto de salir con rumbo a Ucrania y darle los puñetazos a Schneider que se merece, suena su teléfono y ve que es Robert.—¡Dime que sabes algo de ellos!—Los tengo en una casa segura en Polonia, junto a dos colegas más que decidieron salirse de esa basvra.—¡¿Qué es lo que pasó?!—Los descubrieron, no a Layla y Alberto, sino que a la organización de secreta de Schneider. Alguien se le adelantó a Colombo, los atacaron y tuvieron que desarmarse. Afortunadamente los registros de los integrantes fueron destruidos y tampoco se filtró la identidad de quienes estaban en misiones.«Layla y Alberto terminaron su misión, porque era
Tres meses después…—Steven… para, por favor —suplica Layla, pero Steven no se detiene.—No creas que te escaparás, preciosa, no puedes.—Pero amo…No es lo que creen, Steven ya no aguanta más la incertidumbre, su mujer se la pasa bostezando, durmiendo y comiendo, no hace nada más que esas tres cosas, sólo hacerle el amor la despierta un poquito y como es lógico, no puede pasarse todo el día haciéndolo para mantenerla con los ojos abiertos… bueno, teóricamente, porque se lo hace tan bien que la condenada los cierra para gozarlo más.Van de camino a la clínica para que un médico la evalúa y le realicen exámenes para descartar anemia, lo que sería muy peligroso en su estado.—Sólo me demoro más en procesar toda la comida que me trago, por eso estoy más cansada.—Y eso también, estás comiendo mucho, cariño. No quiero que aumentes demasiado de peso porque todo eso te puede traer complicaciones en el embarazo.—¡Me estás llamando gorda!—¡No, te estoy diciendo que comes mucho, duermes much
Cinco años después…Layla está sentada en la tumbona, acariciando su vientre de cinco meses donde su nena se mueve feliz por el helado que su madre acaba de tomarse. Steven está jugando con los gemelos, Yarden y Nathaniel, en honor a los hombres que lo ayudaron cuando estuvo solo, y el pequeño Robert, quien nació un año después que sus hermanos.—Te ves feliz, hija —le dice su padre, que está sentado a su lado leyendo una novela romántica.—Lo estoy, padre, sólo míralos, ¿no son adorables mis cuatro peludos? Esos niños serán unas moles, te lo aseguro.—Perfectos guardianes de su pequeña princesa.—No, mi hija aprenderá a cuidarse sola como su madre, desde pequeña le enseñaré a que una mujer no es frágil no delicada, es guerrera y como tal debe comportarse, pero… —dice batiendo su cabello cuando Steven la ve y ese hombre sólo deja caer la baba—, también se puede ser muy femenina.—Esa niña será letal, como su madre.—Sí, así mismo quiero que sea, para que el valiente cristiano que quie