Madison toma asiento en uno de los sillones que están allí y Diane se deja guiar por Fer para sentarse frente a ella. Deja pasar unos breves segundos de silencio para tratar de calmar la tensión, pero en realidad eso lo hace mucho peor, así que sólo, suspira y comienza a contarle la verdad a la mujer.—Hace cinco años yo era mayor de edad, recién había comenzado la universidad y pretendía trabajar un poco más que sólo las vacaciones en la empresa de mi familia. Para entonces llegó un nuevo proyectista, uno que traía muy buenas referencias y que además daba la impresión de ser responsable y bastante bueno en su trabajo. Y, por supuesto, no decepcionó.«Ross se veía joven, pero maduro. Con el tiempo supe la edad que tenía, pero no me importó, me deslumbró y tal parece que yo también a él, así que comenzamos a salir, pero a escondidas de mis padres porque era demasiado mayor para mí.«Al inicio era algo inocente, tomarnos de las manos, un beso rápido… Hasta que una vez, en una oportunida
Para Fer despertarse con el cuerpo de Diane a su lado es lo más sublime, ya sea después de hacerle el amor o no, es simplemente lo mejor que le pudo pasar a su vida, por eso está dispuesto a lo que sea con tal de hacerla feliz, porque no se merece menos.Le deja un beso en el hombro y ella sonríe dormida, pero sólo se abraza más a una almohada y sigue durmiendo, como no si le dio una dosis triple para relajarla de una vez.Sale de la cama, se coloca un pantalón de pijama y sale a la cocina para preparar algo de comer. Está en eso cuando Sandy llega al departamento acompañada de Steve.—Dame cinco minutos y… —se queda callada en cuanto ve a su amigo allí en la cocina, con dos tazas de café vacías esperando a que el líquido esté listo de la máquina—. ¿Estás acompañado?Pero en lugar de responder Fer, lo hace Diane, quien sale con una camisa que le llega a la mitad de los muslos, despeinada y somnolienta, sin ver que a su hermano se le cae la quijada. Sandy mira a su amigo con esa cara d
Para cuando terminan su paseo, Fer la invita a cenar a un restaurante cerca del departamento de Diane, pero ella se niega.—Steve ya fue con el chisme a mis padres, así que estás cordialmente invitado a cenar a casa de los Moore.—No sé por qué, pero nunca en mi vida me había sentido tan intimidado como ahora —Diane se carcajea y se aferra a sus brazos, mientras siguen caminando hasta un lugar en donde tomar un taxi.—No lo hagas, te puedo asegurar que mi padre no es tan terrible como el señor Knox, sólo se tú mismo y responde con sinceridad todas las preguntas que te haga, sólo de esa manera mi padre llegará a confiar en ti.—¿Y tú? ¿Confías en mí? —los dos se detienen allí en la calle y enfrentan sus miradas. Diane lo ve directo a los ojos y le acaricia el rostro con ternura.—Sí, confío plenamente en ti… Es increíble, pero a pesar de la manera en que nos conocimos, resultaste ser el hombre más sincero y confiable de toda mi vida —en la cabeza, suavemente y pronto detienen un taxi.
Cuando Ferdinand se queda solo con Mía en la sala, los dos se quedan hablando de diversas cosas, entre ellas de qué es lo que hace cuando no tiene trabajo en la organización de James.—Descanso. Me gusta dormir, salir a caminar, hacer ejercicio, aprovecho de hacer todo eso mientras no tengo que cuidar traseros y espaldas —Mía se ríe de él. En ese momento llegan Nathan y Diane, él con una expresión seria.—Papá, déjame presentarte a mi novio —Fer se pone de pie rápidamente y abraza a Diane—. Ahora sí, oficialmente, ya lo conoces, pero quiero que sepas de nuestra relación.—Mm… creo que las cosas cambian ahora —Nathan mira a Fer fijamente y le pregunta con seriedad—. ¿Cuáles son sus intenciones con mi hija?—Las mejores del mundo y todas las que ella me permita, señor.—¿Ya te la llevaste a la cama? —Fer abre los ojos y Diane trata de no reírse.—Eh… no creo que deba responder eso, señor… por respeto a su hija, no diré nada sobre eso.—O sea, que sí… bien, ¿están usando protección al me
En ese momento, Ferdinand siente el verdadero terror… Naaaa jajaja—Tengo que cortarte, mi mujer acaba de despertarse y quiere saber qué tengo que decirle, así que dame unos minutos y luego te llamaré para responderte si aceptaré o no el trabajo.—¡Oye, esa no es opción…! —pero Fer no termina de escuchar el reclamo de su compañero, corta la llamada, mete el móvil en una cómoda y se acerca a Diane para atraerla a su cuerpo y abrazarla.—¿Cómo dormiste princesa? —le dice con tono seductor.—Ferdinand Kast, no vas a zafarte de mi pregunta, quiero que me digas ¿qué es lo que tienes que decirme?—Me llamaron del trabajo —le dice con un suspiro desinflado—, necesitan que corte mis vacaciones porque tienen un trabajo para mí.—¿Y eso es muy malo? Te conocí trabajando, Ferdinand, no veo cuál es el problema en que debas cortar tus vacaciones para cumplir con él. De todas maneras, nosotros seguiremos en contacto, no es que estemos en la edad de las piedras.Fer la mira fijamente y se da cuenta
Para Fer, tomar ese avión y viajar a más de tres mil doscientos kilómetros, a un poco más de cuatro horas de vuelo, es la muerte misma.Nunca sintió ese miedo, el vacío de su corazón instalarse de esa manera al dejar a una mujer, siempre fue todo lo contrario, casi como un nuevo trofeo para su larga trayectoria conquistadora, pero Diane fue distinta desde que la vio ese día en la oficina.Las horas lejos de ella se le vuelven lentamente una eternidad, le pesan y eso se le nota al caminar.Cuando llega con uno de los agentes a cargo de la logística, este lo mira y silba escandalosamente al ver la expresión de Fer.—Quién te viera y quién te ve… no puedo creer que esté frente a mí el gran Ferdinand Kast enamorado de una mujer… una sola.—Déjame en paz, Gómez —le gruñe Fer y el hombre se ríe más.—Te pegaron dudo, hombre… en fin, vamos con el trabajo.Los dos se sumergen en lo que Ferdinand debe hacer de ahora en adelante para proteger a Faviana y evitar que se meta en problemas.Poco a
Día de la boda…La madre de Mía la ayuda a terminar de arreglarse, mientras que el equipo estilista que contrató su padre deja la habitación en silencio, luego de haber maquillado y peinado a la novia. Ambas miran el espejo y sonríen felices, no parece una princesa, se siente así, como si estuviera viviendo su propio cuento de hadas.Mía se da la vuelta y puede observar a través del delicado velo de encaje que su madre está llorando.—No llores, mami —le dice ella con su melodiosa y delicada voz—, no me iré para toda la vida. Podré visitarte y tú también podrás hacerlo… estaremos a un auto o un teléfono de distancia.—Yo debería consolarte a ti… —dice la mujer, limpiándose las lágrimas—. Soy una tonta, pero no puedo dejar de pensar que te perderé.—No me perderás —le dice ella tomando sus manos y regalándole esa sonrisa hermosa—. Más bien, ganarás un hijo, ese que no pudieron tener… y yo ganaré al amor de mi vida.—Eso espero… ese hombre es tan extraño, su mirada parece la de un hombr
Mía se siente flotar mientras recorre el camino hasta el altar. No puede evitar dejar salir un suspiro al ver a Nathan parado allí, se ve tan imponente, con su porte serio, su altura y su expresión de que sería capaz de ordenar al mundo detenerse.Cuando llegan hasta él, Todd le entrega la mano de Mía, la recibe sin esbozar ni una sonrisa, ninguna expresión. Pero, al tocar los finos dedos de la chica, siente una especie de calor, electricidad, algo muy diferente y retira la mano enseguida.Se voltea para mirar al frente, con sus manos entrelazadas y haciendo un esfuerzo para no volver a mirar a la chica.La ceremonia inicia en silencio, uno al lado del otro. Mía no deja de sentir que su corazón saldrá de su pecho, aquella sonrisa es genuina y contagiosa. A ratos, Nathan la mira y hace lo posible para no sonreír, porque ella le está cambiando sus planes.Cuando el padre les pregunta si aceptan ser marido y mujer, Mía acepta sin dudarlo. Pero cuando le corresponde a Nathan, se queda en