Steven sabe que no lo hace porque ame su trabajo, en su mirada puede distinguir varias emociones y una de ellas es una rabia infinita. Que Layla quiera seguir para buscar respuestas, culpables y cargarse a todos los involucrados con toda esa mentira no quiere decir que él se sienta más tranquilo.—Layla…—Mi amor… —le dice con una vehemencia dulce que Steven siente su pecho a punto de estallar—. Tengo que hacerlo.—Déjame volver…—No. Si lo dejaste fue por algo y lo haces aquí es más importante. Además, tengo la leve sospecha de que lo ocurrido tiene que ver con mi relación contigo, por algo a ti y a mí nos mintieron y seguro pagaron mucho para ocultar toda la verdad.—Los chicos, ellos lo sabían…—Dame nombres —Steven le da los nombres de todos y ella niega—. No trabajo con ninguno de ellos, tal vez estén en la división que Schneider tiene en Alemania, donde se supone que yo estaba antes, ¿verdad?—Sí, espera… ¿Schneider tiene otra división?—Sí, una en Ucrania, pero esa es ultrasecr
En cuanto Robert y Steven se ven, ambos abren mucho los brazos para recibirse, aunque no ha sido tanto tiempo como cuando en doctor estaba en Chicago, definitivamente ahora se extrañan más.—Hermano, te oí muy nervioso —y la expresión sombría le dice a Robert que es lo menos que siente.—Lo que debo decirte es realmente tétrico —ya que están sentados en un pequeño bar, ambos hacen el gesto para pedir un trago. Robert se pide ese una cerveza, pero en cuanto Steven pide un vaso de whisky, sabe que lo que debe decir no amerita una cerveza.—Que sean dos whiskies, amigo… —le dice al chico antes que se vaya y luego dirige la mirada a su hermano—. Bien, dime, me estás matando de curiosidad y de miedo.—Y deberías tenerlo… —Steven mira la mesa unos segundos y suspira antes de poder revelar la verdad—. Nos mintieron, Robert —el labio le tiembla y Robert se asusta, estira su brazo para colocarlo sobre el hombro de su hermano y así darle fortaleza, pero cuando Steven levanta la mirada, sólo hay
Los ojos de Layla se humedecen ante la posibilidad de ver a su padre, aunque no tiene recuerdos tácitos de él, sabe en su corazón que ese hombre es tan importante para ella como lo es su Steven.—¿Mi padre? ¿Mi padre vendrá… aquí? —Steven asiente y ella deja que la primera lágrima caiga—. Me dijiste que vive en Estados Unidos.—Pero lo llamé ese mismo día que nos separamos, le pedí que viniera y en cuanto le dije que tenía que ver contigo, arregló todo de inmediato.—¿Le dijiste que estoy viva?—No, pero le dije que era algo relacionado contigo y no dudó en aceptar mi invitación —ella se cubre la boca y Steven le acaricia el rostro—. Te lo dije, él te ama, eres su todo en el mundo y estoy seguro de que estará feliz de que estés viva.—Steven…—Te amo y quiero que estés con las personas que te aman sin perder más tiempo, ya estuviste sola y quiero que Jordan esté contigo en todo lo que haremos ahora.Ella sólo lo abraza y se deja llevar por esa paz que nunca ha sentido, al menos que el
Bobby se pone de pie con ayuda de Steven, le da la mano a Robert y toma asiento frente a Clarisse sólo para no perderse nada de la chica. Con todos ubicados y Robert sirviendo la comida que acaban de llevar, la conversación se torna seria enseguida, pero es el mismo Robert quien detiene a su hermano.—¿Sí podemos hablar temas de adultos frente a los niños? —dice apuntando a Clarisse y Bobby.—Bobby me ayudará a recabar información en la organización, aunque ya les tenemos novedades, pero eso para el postre —Layla se ve como siempre, en su elemento, misteriosa, decidida y directa—. Cuenta con mi absoluta confianza, no por nada la bala le llegó por cubrirme a mí.—Clarisse es inteligente y tiene mucho que aportar —dice Steven—. Ella me dio una idea bastante buena como parte de la estrategia, además de que quiere que la entrene porque no pretende ser sólo un adorno médico.—Perfecto, niños en las trincheras…—Tengo veintiséis —dice Clarisse evidentemente molesta, pero con una sonrisa que
Después de la demostración de Bobby, ya nadie pone en duda la razón de que esté en esa división especial. Layla comienza a hacerles una lista de todos los integrantes de la organización que está en Ucrania y Robert tiene mucho cuidado en anotar cada nombre para investigarlo y conocer su origen.Pero todos coinciden en que sí, la conclusión de Layla y Bobby es cierta, allí sólo tienen a los mejores en algo.Luego de eso, hablan un poco más de otras cosas, hasta que Robert les dice que ya ha hecho todo, así que debe regresar a Londres con sus mujeres.—Gracias, hermano —le dice Steven con un fuerte abrazo—. Que tengas un buen viaje y cuéntame lo que vaya pasando.—No te preocupes, seguro Flavio lo hará perfecto —Robert le da un abrazo también a Layla y desde allí ya cada uno comienza a prepararse para despedirse—. Ahora sólo ocúpate de tu mujer y de ser feliz.—Yo iré a pasear por la ciudad —dice Bobby poniéndose de pie—. Hace dos años estuve aquí y hay un lugar al que quiero regresar.
Una vez que Bobby deja a Jordan en casa de Steven y le dice a Layla que se quedará en el mismo hotel que Robert, se sube de regreso al auto en donde va Clarisse.—¿A dónde te llevo? —le pregunta con amabilidad, luego de pasar una tarde tan agradable, al parecer ella ya dejó la hostilidad.—Me estoy quedando en el mismo hotel donde estuvimos.—Bien, yo voy para allá, iré a cambiarme, comer algo y luego ir a buscar algo qué hacer. No soy de los que le gusta estar quieto.—¿Me recomendarías algún lugar?—Claro…El silencio se apodera del vehículo, es un poco tenso, porque los dos quieren decir algo, pero al final ninguno se anima a decirlo. Al llegar al lugar, Bobby la ayuda a bajar extendiéndole la mano, ella lo acepta y caminan uno al lado del otro al interior del bello edificio.—Saldré en una hora —le dice Bobby en el ascensor—. Nos vemos allí en el lobby.—Puede ser que me tarde, ya sabes que las mujeres nos demoramos en ponernos bonitas.—Clarisse, no te verás más bonita que cuando
Cuando Bobby logra separarse de Clarisse, ella lo mira a los ojos sin poder creer que ese hombre la mire con tanta intensidad, como si estuviese listo para parar una bala por ella. Y así es como Bobby se siente, Clarisse es para él la mujer de su vida, una a la que quiere proteger, amar, mimar, hacer reír y caminar con ella de la mano.—Alberto —escuchar su nombre real en su boca es casi un poema—. En verdad quiero estar contigo, aunque tengo un poco de miedo, pero sí… yo quiero estar contigo.—Sigamos caminando, comamos y luego nos regresamos al hotel para conversar.Ella asiente y es precisamente lo que hacen. Aunque al inicio comienzan hablando de cosas tristes de sus vidas, terminan riéndose a la hora del postre. Clarisse se queda prendada de la manera en que Bobby, mejor dicho Alberto, como a ella le gusta llamarlo, la ve con atención y la oye hablar de sus anécdotas.—Creo que ya es tarde —le dice ella algo cansada—. Tal vez podríamos ir al hotel y seguir hablando allí.—Claro,
La semana que se supone estarían Layla y Alberto lejos de sus amores subió a dos, algo que tanto a Steven y a Clarisse los tenía muy preocupados. No tenían manera de saber de ellos a menos que llamasen a alguien, pero ¿a quién?Los dos están muriendo por las ansias de saber de ellos y tal parece que el universo se compadece, porque en el momento en que Steven está a punto de salir con rumbo a Ucrania y darle los puñetazos a Schneider que se merece, suena su teléfono y ve que es Robert.—¡Dime que sabes algo de ellos!—Los tengo en una casa segura en Polonia, junto a dos colegas más que decidieron salirse de esa basvra.—¡¿Qué es lo que pasó?!—Los descubrieron, no a Layla y Alberto, sino que a la organización de secreta de Schneider. Alguien se le adelantó a Colombo, los atacaron y tuvieron que desarmarse. Afortunadamente los registros de los integrantes fueron destruidos y tampoco se filtró la identidad de quienes estaban en misiones.«Layla y Alberto terminaron su misión, porque era