Había mucha razón en las palabras de Sabrina, pues aquel italiano seguía siendo suyo, hasta la última médula de Riccardo Lucchese era de Sabrina Mansour. Pero aquella misma noche un milagro volvería a suceder en sus vidas, ese milagro que tanto esperaban.-Por favor Demie, necesitamos a Riccardo. -dijo uno de los capitanes que llevaba años trabajando para el italiano. -Muchos te tienen miedo, te respetan, pero cada vez hay más rumores de que el jefe se volvió loco definitivamente. Eso es una amenaza para nuestros negocios, una debilidad de la cual nuestros enemigos se podrían aprovechar.-¡Que venga el que quiera, Fausto! -vociferó Demie. -Ahora Riccardo es más peligroso que nunca. Aquel que se atreva a atentar en su contra, terminará muerto. Que venga el que sea a comprobar si nuestro rey está o no loco. Se llevarán una sorpresa cuando descubran que siempre han estado en lo cierto, si es que luego consiguen escapar de su furia.Demie resopló con fastidio dando la espalda al capitán.
Aquella noche mágica había llegado, y con ella vendría ese tan deseado milagro que todos necesitaban.La Navidad no existía para los musulmanes, pero para Sabrina se convirtió en una fecha perfecta para soñar, para alimentar sus esperanzas. Era el mejor día del año, para recordar lo que era el amor y sentirse afortunada de haberlo encontrado.Bajo el árbol había algunos regalos que Nayla había recibido por parte de trabajadores de Organizaciones dedicadas a ayudar a mujeres desprotegidas y en situación vulnerable, como era su caso. También habían algunos obsequios de agentes que se habían encariñado con su familia en el tiempo que llevaban bajo protección. Pero todos esos regalos seguían envueltos, en el mismo sitio.-Es muy tarde cariño, es hora de ir a la cama. Mañana será un nuevo día. -anunció Sabrina mirando a la niña, quien estaba pegada a la ventana viendo la nieve caer que cubría los tejados de las casas vecinas con su hermoso manto blanco.Nayla observaba como apagaban las lu
Riccardo se encontraba sentado en la escalinata de aquella casita blanca donde encontró a su familia, esperaba la llegada de un invitado especial.-¿No me vas a decir a quién estás esperando? -preguntó Sabrina sentándose a su lado y apoyando la cabeza en su hombro.-Estará casi al llegar. -los dos sonrieron escuchando las voces de Nayla y Alessandro que jugaban con la nieve en el jardín trasero mientras que los más pequeños echaban una larga siesta.La felicidad de aquella conexión que habían creado los dos niños entre ellos tenía a todos emocionados. El brillo en los ojos de Alessandro cuando volvió a ver a Nayla fue realmente precioso y cómo ella lloró de felicidad al abrazarlo después de tanto tiempo. Desde que aquella mañana, Nayla y Alessandro no se había separado. Incluso fue gracioso verlos tomar el desayuno dados de la mano todo el tiempo.-Ale parece muy feliz. -pensó Sabrina en voz alta y Riccardo apoyó la cabeza en la suya.-Mi ahijado es un niño feliz, más aún estando cer
-Papá, nos estás asustando. -habló Sabrina con la respiración entrecortada mirando por la ventana del auto en el que iba a toda velocidad. Estaba huyendo de Gaza con su padre y hermana de siete años. -¿A dónde no estás llevando?...Por favor, tienes que decirme algo…-Tranquila cariño, todo saldrá bien. -aseguró Naim con un nudo en la garganta. Mirar por el retrovisor y ver a sus hijas tan asustadas le partía el alma, pero tenía que ser fuerte y continuar por ellas.-Por favor, papá, llevas horas conduciendo y sabes que no servirá de nada. Nos van a encontrar. -se desesperó Sabrina abrazando a su hermana pequeña que no dejaba de llorar.Con tan solo siete años, la niña había presenciado las escenas más duras que cualquier ser humano podría llegar a soportar. Lo único que calmaba su inocente corazón era levantar la cabeza y ver a la bella joven de ojos azules que la abrazaba con todas sus fuerzas. Su hermana mayor era su lugar seguro en el mundo.Sabrina fue obligada a vivir una horribl
-Seis barcos que llegan tarde, ¡Maldita sea! -gruñó Riccardo atravesando el puerto, acompañado de una tropa de sus más fieles soldados y de la única persona que no tenía miedo a decirle lo que pensaba.-La situación en el mediterráneo es insostenible, Riccardo. Hay una enorme cantidad de refugiados que cruzan el mar para intentar llegar a Europa o a cualquier lugar donde conseguir un refugio seguro. -respondió Demie con cansancio, era la única mujer en medio de los hombres en el ejército del italiano, pero también era la más valiente y sin duda la que menos le temía. -La guardia costera tiene todo controlado. Han puesto sus ojos en todas partes. Es normal que la mercancía se retrase. Es mejor eso que perderlo todo. -Demie miró de reojo a su jefe viendo como apretaba los dientes por la rabia que lo consumía. -Solo faltan un par de semanas para Navidad, deberías tomar toda esta mierda como una oportunidad para tomarte un respiro, así disfrutar de unas buenas vacaciones. Porque me imagin
La tensión dentro de aquel contendor era exactamente igual a la de una bomba a punto de explotar, y para sospecha de Demie ,no se trataba por el hecho de que habían encontrado a una intrusa dentro de uno de sus barcos, sino que toda aquella tensión giraba en torno de Riccardo y la mujer vestida de negro.-No creo que hable nuestro idioma, jefe. -soltó Demie sacando a Riccardo de su ensimismamiento.-Una pistola apuntando a su cabeza es un idioma universal. Si no habla, la mato. -respondió Riccardo con vehemencia, entonces fue cuando Nayla salió de debajo de las mantas, donde su hermana la había escondido, y corrió para agarrarse a Sabrina.-¡¿Qué carajos?! -exclamó Demie impactada por la aparición de la niña, mientras que Riccardo estaba aturdido.La joven con el velo había robado parte de su alma oscura, pero la pequeña con los ojos hinchados de tanto llorar le hizo recordar lo que es la ternura.No fue posible una reacción inmediata para aquella sorpresa, tampoco en volver a insisti
Demie salía corriendo hacía la mansión para buscar a su jefe. Estaba muy preocupada por su estado después de lo ocurrido en el puerto, sabía que las consecuencias del ataque de la familia Gambino habían desestabilizado a Riccardo.La mujer que dirigía con mano dura el ejército del hombre más temido de las aguas del mediterráneo, vio a su líder, el centro de toda su organización totalmente perdido, arrodillado en la orilla de la playa a la vez que los rayos del Sol comenzaban a rozar la arena.Todo se estaba volviendo oscuro, lo único que Riccardo podía ver era la sangre de la niña en sus temblorosas manos. El calor del líquido rojo que escapaba entre sus dedos, lo hizo regresar directo a los dolorosos recuerdos que lo atormentaban todos los días sin cesar. Ese era el precio que estaba obligado a pagar por ser un superviviente, un precio demasiado alto para un hombre que había sufrido lo indecible.—Era una niña… Solo era una niña inocente… no, no puede estar muerta… ¿por qué… por qué
Demie sujetó su pistola y posó la mirada en la joven que dormía al lado de su hermana pequeña. Si tenía que matar a aquella mujer para proteger los intereses y el imperio de Riccardo, lo haría sin pensarlo dos veces.Unas horas después del disparo que Nayla recibió, Riccardo volvía tener las manos manchadas de sangre, pero esta vez no sintió culpa o desesperación. Solo había placer, un profundo e intenso placer.-¡Mi hijo no sabía que la mercancía era tuya! -gritó Giacomo Gambino, el cabecilla de la familia que se atrevió a invadir el territorio del Señor del Mediterráneo.-¡Conoces perfectamente mis barcos, tanto tú como esos energúmenos a los que llamas “hijos”! -lo desmintió Riccardo con una calma moderada soltando el cuerpo de un hombre que había matado con sus propias manos. -Pensabas que estaba debilitado por la falta de mercancía, que iban a poder conmigo, pero ahora sabes que te has equivocado y Andrea hizo algo imperdonable que yo jamás olvidaré. Aunque esté muerto ustedes ta