Emir..Al salir de la reunión de la empresa, dejé claras las indicaciones a mi asistente y a los socios mayoritarios. Este sábado no podré estar presente debido a una reunión familiar, pero me aseguré de que todo quedara en orden. Firmé los documentos necesarios, revisé las estadísticas de ventas y me tranquilizó ver que, afortunadamente, todo estaba mejorando. Pedí a Andrew que me llevara a casa, ya que tenía que reunirme con mi madre, y hablar sobre el viaje de mañana. Había que entregar la mitad de la herencia a esa mujer cuanto antes. Ella estaba decidida a irse del país, y la verdad, lo prefería así. No quería que siguiera cerca, y menos aún que Osvaldo se metiera en todo esto. Ese hombre es peligroso; si ella lo lleva consigo, podría quitarle todo a ella.Al llegar a la residencia, saludé a todos los presentes. Conversé un rato con mi madre y Laurien, mientras los pequeños jugaban. Al verme, el señor Pablo me saludó con un aire de vergüenza, pero le respondí con cortesía. En ese
EizaFinalmente, mi esposo había llegado al condado junto a su madre, gracias a Dios. Solo espero que no tenga ningún conflicto con ese par de arpías. Fui a ver a mi madre y la ayudé a levantarse para que tomara una ducha. Luego entré a ver a mis niños; mi pequeña ya estaba jugando en su andador, y mi hijo la ayudaba. Sandra, como siempre, estaba pendiente de ellos. Entré a la cocina y les pedí que sirvieran el desayuno, pero me di cuenta de que Carmela no estaba. —¿Dónde está Carmela? —le pregunté a la servidumbre. —Fue a hacer unas compras, salió hace un rato—respondió una de las chicas. —¿Salio hace un rato? —repetí, sorprendida—. Pensé que dejé claro que no quiero a nadie fuera de la residencia, mas al saber que ese tipo anda suelto.—No, señora, pensé que usted le había dado la orden, de ir al mandado. En ese momento, la puerta de la cocina se abrió, y Carmela entró. —Carmela, por favor, ¿por qué te saliste, tu sabes el peligro que hay afuera con kadir suelto? —Señora, di
EizaMis manos no paraban de temblar mientras sacaba los $3,000 de mi cuenta. Era lo único que tenía. Mi cabeza estaba llena de ruido, de miedo, de desesperación, y no me di cuenta de que también había retirado dinero de la cuenta de mi esposo, con eso complete tres millones nada mas. Mierda no tenía suficiente para entregarle a ese hombre, sin embargo tenía que buscar la manera de rescatar a los míos. No iba permitir que el los dañe, prefiero que haga lo que quiera conmigo. Tenía miedo y sabía que él no iba ceder con esos tres millones.Pero ya no había vuelta atrás. No podía hacer nada más que seguir adelante. Tenía que proteger a mi hermano y a Laurien, mi amiga. Tal vez, solo tal vez, si le daba lo que pedía, ese desgraciado nos dejaría en paz. Respiré hondo, tratando de calmarme, pero mi respiración era pesada y entrecortada. El baño parecía ser el único lugar en el que podría estar a salvo de sus ojos, aunque fuera por un momento. Entré, cerré la puerta detrás de mí y me apoyé
Eiza.—Habla de una vez, ¿dónde nos vamos a encontrarnos? —espeté, queriendo poner fin a este infierno de una vez por todas.—Qué ansiosa, querida Eiza. No te preocupes, ya te diré a dónde ir. Sabes que te estoy vigilando, ¿verdad? —respondió con su tono repugnante, cargado de superioridad.Mi estómago se revolvió. Sabía que estaba en sus manos, y odiaba sentirme tan vulnerable. Lo único que me mantenía en pie era el pensamiento de mi hermano y de mi amiga, de salvarlos de las garras de ese loco. Tenía que ser fuerte y no dejarme intimidar.—Estoy en camino. Más te vale tener a mi hermano y a mi amiga a salvo, Kadir —respondí, mi voz firme a pesar del miedo que recorría mi cuerpo.—Claro. No te preocupes por eso. Dirígete al kilómetro 53. Bajo el puente hay un callejón Y ya sabes no puedes entrar con el taxi, calle llega hasta ahí, baja y camina. Si intentas algo... ya sabes que estoy observando cada movimiento tuyo. Y no llames a nadie, o puedo hacer que desaparezca tu hermano en un
EmirEstaba asombrado por todo lo que veía, montones de lingotes de oro brillando en ese lugar. Me invadían los conflictos; no podía creerlo. Miré a mi madre y le pregunté si mi hermana sabía de todo esto.—Sí, hijo, desde un principio. Ella escuchó la conversación hace años, cuando tenía solo 15, y se lo contó a Osvaldo. Pero jamás les di una pista de dónde estaba la clave. Nunca lo imaginaron, por esa razón me estaban acechando todo el tiempo.Solté un suspiro cargado. ¿Cómo era posible que todo esto hubiera sucedido? Tanto dinero... Comprendí que el dinero atrae a los malos, solo para hacernos mal. Me gustaría poder darles todo, pero mi madre no lo quería. Eso sería demasiado ambicioso para mi hermana. Era suficiente con la mitad. Además, mi madre quería hacer realidad los deseos de mi abuela.No podía darle toda la herencia a Erin. Llamé a Pablo, a Andrew y a uno de los de seguridad, para que nos ayudara a bajar las cajas en el salon. Nos dirigimos a las cajas y las abrimos. Enton
Emir Llegamos al hospital más cercano al condado. El lugar estaba lleno de luces intermitentes y gritos de personal médico. Mi madre estaba gravemente herida, igual que Andrew. Yo también había sido alcanzado, aunque la bala solo había rozado mi brazo. Sentía la sangre correr caliente, pero la verdadera herida estaba en mi alma. ¿Cómo llegamos a esto? Mi mujer secuestrada, mi familia en pedazos... ¿Cómo había permitido que todo esto se desmoronara de esta forma?Apenas podía mantener la compostura. Mi cabeza daba vueltas, pero no había tiempo para el dolor. Llamé a la casa. Carmela contestó al segundo tono.—Carmela, ¿dónde está mi señora? —dije con la voz cargada de tensión. —Salió, señor. No está en la casa. Andaba buscando a su hermano. Sentí un escalofrío recorrerme la columna. Entonces era verdad, esas fotos son reales. ¡Mierda!—Carmela, por favor, no dejes que nadie salga de la casa, y asegúrate de que los niños estén resguardados. —No se preocupe, señor. Los guardias están
Emir...Observó a Luciano consternado por lo que le confesé de mi hermana y lo de Osvaldo, no lo podía creer pero era algo difícil de imaginar.Cuando Luciano terminó de escucharme, me miró a los ojos, y sentí el peso de lo que iba a hacer.—Está bien, hijo. Haré todo lo necesario para ayudarte. Enviaré a las autoridades a buscarla.—Gracias, diles que Emir Rockefeller la esta denunciando por fraude y secuestro...—Mi padre Asintió palmeando mi hombro.—Es algo creíble lo que hacen por dinero. Perder a tu familia por ambición es lo más horrible. Lamento mucho, que tu hermana haya llegado tan lejos por dinero.—Lamentablemente ella escogió ese camino y ya nada podemos hacer.—Muy bien, ten cuidado, ten ponte esto es una GPS por táctil para no perder tu ubicación. —Bien, es hora. Nos vemos.—Iré a la residencia de tu hermana, esperemos que aún siga ahí.— Asentí despidiéndome.Sabía que la justicia no siempre llegaba, pero no iba a permitir que Erín escapara de esta. No después de lo que
Eiza.La tensión en la habitación era sofocante. Sentía como el dolor en mis pies subía por mis piernas y mi estómago se retorcía con cada segundo que pasaba. Mi hermano me observaba con preocupación, y mi amiga, estaba agotada, pero manteniéndose firme a mi lado.—Laurien ¿me escuchas? —le susurré, intentando no perder el control—. No te preocupes por mí. No sé por qué los refuerzos no han llegado aún.Pero entonces, su voz, la de Kadir, cortó el aire con una burla cruel.—¿Sabes por qué, Eiza? Porque no estamos en el mismo lugar. Sabía que habías pedido refuerzos, por eso nos desviamos. Mis hombres me dijeron que los policías están buscando en otro lado. ¡Qué estúpida fuiste! Sabía que me ibas a traicionar, por eso no confié en ti.Sus palabras me encendieron. El desprecio y la rabia hervían dentro de mí, pero lo más alarmante era la frialdad en sus ojos. Él no era el mismo hombre que había conocido.—Eres un imbécil enfermo —le solté con desprecio—. ¿Cómo es posible que fueras así?