Osvaldo falleció.

Emir

Llegamos al hospital más cercano al condado. El lugar estaba lleno de luces intermitentes y gritos de personal médico. Mi madre estaba gravemente herida, igual que Andrew. Yo también había sido alcanzado, aunque la bala solo había rozado mi brazo. Sentía la sangre correr caliente, pero la verdadera herida estaba en mi alma. ¿Cómo llegamos a esto? Mi mujer secuestrada, mi familia en pedazos... ¿Cómo había permitido que todo esto se desmoronara de esta forma?

Apenas podía mantener la compostura. Mi cabeza daba vueltas, pero no había tiempo para el dolor. Llamé a la casa. Carmela contestó al segundo tono.

—Carmela, ¿dónde está mi señora? —dije con la voz cargada de tensión.

—Salió, señor. No está en la casa. Andaba buscando a su hermano.

Sentí un escalofrío recorrerme la columna. Entonces era verdad, esas fotos son reales. ¡Mierda!

—Carmela, por favor, no dejes que nadie salga de la casa, y asegúrate de que los niños estén resguardados.

—No se preocupe, señor. Los guardias están
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