Eiza Esta mañana lo noté, como otras veces en los últimos días, con el ceño fruncido mientras se vestía. Suspiros silenciosos llenaban la habitación, como si quisiera expulsar una carga que yo aún no lograba descifrar. Me acerqué por detrás, rodeando su cintura con mis brazos, mis ojos encontrándose con los suyos a través del espejo.—¿Qué tienes? —pregunté suavemente, con esa necesidad de saber qué lo estaba agobiando.Él hizo una pausa, como si considerara si debía hablar o seguir guardando silencio.—Cariño, no es nada, no te preocupes —me dijo, aunque su tono lo delataba. Luego soltó— Tenemos que hacer un viaje. Es un asunto familiar, un condado que perteneció a mis abuelos.Sentí que su preocupación iba más allá de la simple logística del viaje. Aún así, intenté tranquilizarlo.—No te preocupes, amor. Tenemos guardaespaldas, estaremos bien, los niños y yo. —Ahora supe que estaba preocupado por irse de viaje.—No lo sé... —contestó mientras seguía arreglándose, con una mirada per
EmirNo podía dejar de sonreír como un idiota mientras miraba mi móvil sin poner atención a la pantalla. El sabor de los labios de mi esposa aún estaba fresco en mi mente, y su aroma persistía en mi piel. Trataba de concentrarme en otra cosa, en las cifras, en los documentos, pero el eco de esos besos no me dejaba. Con un suspiro, deslicé mis dedos por la pantalla, revisando una vez más las transacciones. Las ventas que mi hermana Erin y mi padre habían ejecutado me habían dejado casi en la ruina. M*****a sea… Mi frustración crecía y Andrew, desde el retrovisor, captó mi expresión.—Señor, no se frustre, todo va a estar bien —dijo con su tono calmado de siempre.—No puedo creer todo lo que han hecho, Andrew —respondí, sacudiendo la cabeza—. Dejaron todo en ceros. Ni siquiera pagaron las malditas deudas… a los empleados, WiFi, energía, impuestos. Si no hubiera tenido mis propios ahorros, esto habría sido una quiebra total. Pero ya no importa, ahora me toca levantarlo todo, como siempre
Emir La revelación de Luciano Moretti me dejó paralizado. No sabía qué pensar, ni qué decir. Estaba frente a mí, este hombre que de alguna manera me resultaba familiar, pero que jamás había considerado parte de mi vida. Hasta ese momento, Osvaldo había sido mi padre, aunque fuera un miserable. Pero ahora todo encajaba.—No entiendo de qué está hablando —dije, tratando de mantener la compostura, aunque mi mente daba vueltas sin control.Luciano se inclinó hacia mí, con una mirada firme pero casi suplicante.—Emir, soy tu verdadero padre. Osvaldo nunca lo fue. Él es solo el padre de Erín. Y eso fue por medio de una violación, tengo entendido.—Estás hablando de verdad. Osvaldo violento a mi madre.—Apreté el puño con fuerzas. Maldito desgraciado.—Así es, tu madre no se caso con él por amor. Fl padre de él, junto con tu abuelo, hicieron que Esmeralda, se casara con ese maldito. Todo esto fue una confusión, tu madre, al descubrir que estaba embarazada, me envió una carta. Pero nunca la r
Eiza Terminé con las grabaciones del videoclip y me concentré en los diseños para la agencia. Sabía que debía encontrar personas capacitadas para ayudarme a impulsar este proyecto. Varias chicas ya habían dejado sus currículums en mi correo, lo que era un gran avance. Me emocionaba la idea de empezar a dar clases y tener un equipo bien preparado. Sin embargo, mi asistente interrumpió mis pensamientos para recordarme que debía prepararme para la siguiente grabación del videoclip.Poco después, la diseñadora entró a la sala y comenzó a prepararme. Me aplicó el maquillaje, eligió el vestuario y organizó todo lo necesario para la sesión de fotos y el video. No podía evitar sentirme emocionada. Sabía que todo el esfuerzo valdría la pena. Gracias a Savanna, que me abrió las puertas para progresar, ahora estoy convencida de que lograré cumplir mi sueño de crear mi propia marca. Cuando estuve lista, Lourdes, la diseñadora, me miró con admiración y comenzó a tomarme fotos.—Te ves espectacula
EizaYa había pasado una semana desde que comenzaron a circular los videos en las redes sociales. Mientras los veía, mi esposo me observaba atentamente, hasta que finalmente habló, con un tono cargado de sarcasmo y celos.—Ay, no me gusta ese tipo, ¿por qué te agarró ahí? —dijo frunciendo el ceño—Además es feo y flacucho, ni siquiera se compara conmigo.—Cariño, solo es un video —le respondí, intentando restarle importancia.—Bueno, digamos que sí, pero... ¿cómo una mujer tan hermosa como tú va aparecer en este video? Ademas de seguro el tipo se sintió atraído por ti.Le sonreí, de lado. De verdad que el si tenia buenos comentarios.—Ya cariño, si deja eso.—Bueno, bueno, mejor sigamos. Vamos a preparar un gran banquete —agregó, sonriendo más relajado.—Sí, gracias, por querer celebrar el cumpleaños del pequeño Eleazar—Agradecí.—Todo será genial, ya veras.—Gracias por amas mucho a nuestro hijo —respondi con una mirada dulce.—No te preocupes, él se merece todo esto. Su cumpleaños se
EmirQuedé observando a los hermanos de Eiza. El chico ya parecía tener unos 18 años, y la pequeña, unos 12. Solté un suspiro profundo y me acerqué a ellos. La niña estaba llorando sin parar. Me agaché para quedar a su altura y, con suavidad, limpié sus ojitos.—No te preocupes, vas a ver que pronto tu mamá saldrá de esta —le dije con la mayor convicción posible.—¿Estás seguro, señor? —preguntó con los ojos llenos de incertidumbre.—Sí, estoy seguro. No te preocupes —traté de calmarla—. Esta misma noche ustedes se van a ir a vivir con nosotros. Nuestra casa está bien custodiada, no tendrán nada de qué preocuparse.El niño, que había permanecido en silencio, me miraba con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Sabía que tenía que saber más. Algo dentro de mí me decía que no era un ataque fortuito, que había algo detrás de todo esto.—Dime, ¿tu madre tiene enemigos? —pregunté mirando al chico.Él negó lentamente con la cabeza.—No, mi madre no tiene enemigos —respondió en voz baja.—
EizaMi corazón latía con fuerza mientras observaba a mi madre. Gracias a Dios, su semblante ya no era el de alguien al borde de la muerte. El médico me había asegurado que estaba fuera de peligro, pero eso no me traía paz. Me acerqué a su cama y acaricié su mano con delicadeza. No podía evitar pensar en todo lo que había ocurrido, en las razones detrás del ataque a mi madre. ¿Era Kadir? ¿O tal vez Erin y su padre estaban involucrados? No tenía ninguna certeza, pero todo apuntaba a ellos. No podía permitir que siguieran dañando a los míos.—Quiero que le den el alta —le había dicho al médico. No podía dejar a mi madre sola en ese hospital. Tenía que cuidarla en casa.—Primero debemos esperar que pasen las 24horas de control.—Asentí sin poder hacer nada.Cuando el médico salió de la habitación de recuperación, mi mente viajaba de un lado a otro, buscando respuestas, culpables. Sabía que Emir había enviado a mi hermanita a la mansión,para que su madre y Laurien la cuidaran. Allí estaría
Eiza.El aire de la mañana estaba fresco, pero sentía un peso en mi pecho que no me dejaba disfrutar del día. Mamá estaba en recuperación, y aunque todo parecía estar bajo control, no podía quitarme la inquietud de encima. Los días desde que Kadir desapareció habían sido una tortura. Las autoridades seguían buscándolo, pero era como si la tierra se lo hubiera tragado. Sus padres, claro, se lavaron las manos, como siempre lo han hecho. Según ellos, no tenían idea de lo que andaba haciendo su hijo, y lo peor es que me echaron la culpa a mí. Según ellos, todo era por no haberle cedido el derecho a ver a nuestro hijo.Desde cuándo, me preguntaba. ¿Desde cuándo le interesaba su hijo? Nunca se preocupó antes, ni él ni sus padres. Pero ahora, de repente, pretendían ser una familia unida. Intenté no pensar demasiado en eso, aunque la rabia me carcomía por dentro. Sabía que debía mantener la calma, sobre todo por los niños. Había hablado con Savanna y le pedí un tiempo, un descanso del modelaj