Emir —Señor Emir tengo entendido que la última persona que vio a Kadir fue la madre de Eiza. —¿Desde entonces nadie lo ha visto? —pregunté, sintiendo cómo mi frustración crecía.— Según tengo entendido, un muchacho que pasaba por ese callejón lo vio, pero se escapó. —¿Has encontrado a ese muchacho?—Exactamente, lo localizamos hace poco.No pude esperar más. De inmediato dejé todo lo que estaba haciendo y llamé a mi asistente. —Cancela la reunión de hoy —le ordené con firmeza—. Mañana mismo tenemos que re agendarla, pero ahora hay algo más importante.Cuando colgué, inmediatamente recibí una llamada de Luciano Moretti, mi padre.—Emir, como estas.—Estoy bien —le respondí cortante, sin ánimos de hablar con nadie.—Me alegro, te llamaba para avisarte, que tendremos una conferencia de prensa muy pronto. Para regenerar a otros miembros que desean invertir en Rockefeller.Sonrió emocionado.—De verdad.—Así es, hijo.—dijo y sentí un nudo en el estómago.—Gracias por hacer todo esto, d
EmirNo puedo sacarme de la cabeza la imagen de Eiza tan asustada. Esa tensión en su cuerpo, el miedo en sus ojos... me aterra pensar que Kadir esté cerca, acechándonos. Si es necesario, buscaré hasta el último rincón de este país para encontrarlo. Pero no puedo dejar que esto continúe. No puedo verla así. Me da miedo. Miedo por ella, por mis hijos, por mi madre e incluso Laurien. Ese tipo es impredecible, y no me perdonaría si algo les pasa. No sé qué pretende, pero lo vamos a frenar, sea como sea.No quiero que Eiza salga más de la casa. Mi madre tampoco. El peligro allá afuera es real, y no puedo arriesgarme a perderlas. Ya he agilizado la seguridad, reforzamos todo. Nadie va a poder salir ni entrar sin que lo sepamos. Pero eso no quita que la amenaza siga ahí. ¿Kadir está actuando solo? Esa pregunta me da vueltas en la cabeza. No lo sé. Es posible que alguien lo esté ayudando, pero ¿quién? Incluso sus propios padres dicen que no tienen idea de dónde está.La idea de que pueda esta
EizaMe mordía las manos, una y otra vez, mientras la ansiedad me devoraba. No podía contarle todo, no a él. El riesgo era demasiado alto, y si tomaba la decisión equivocada, todo podría desmoronarse. El peligro acechaba a cada paso y sabía que una jugada en falso podría terminar en algo peor. Estaba esperando esa m*****a llamada para saber si tenía el dinero suficiente, y si lo tenía, entregarlo de una vez por todas. Pero no podía confiar en Kadir, nunca había podido.Pensé en Savanna. Ella podría ayudarme, tal vez hasta sacarme de este lío. Pero si la involucraba, la estaría exponiendo a algo demasiado peligroso. No quería arrastrarla a esto. Savanna no merecía esa carga. Esto era mío y solo mío. Me dejé caer al borde de la cama, con el corazón latiendo como loco. ¿Había hecho lo correcto? ¿O estaba caminando hacia mi propia ruina?El reloj seguía avanzando, y Kadir... él seguía sin dar señales. Había pasado una semana y la incertidumbre me estaba destruyendo. Necesitaba aire. Salí a
Erin La sonrisa no podía desaparecer de mi cara cuando Kadir me llamó para decirme que nuestros planes estaban en marcha. Me había sumergido profundamente en la idea de justicia desde que atacamos a la madre de esa promiscua, Eiza. Sin pensarlo dos veces, le dije que mi hermano y yo nos iríamos a un condado este sábado.Era nuestra oportunidad.Haria algo grande, secuestrar a esa desgraciada y dejar que él se encargara de matarla. Así mi venganza sería rápida, efectiva, sin tener que ensuciarme las manos. Solo imaginar a Emir, mi querido hermano, sufriendo, llorando y hasta queriendo suicidarse cuando descubriera que su querida Eiza estaba muerta... no pude evitar reír a carcajadas. —Todo sería perfecto.Mi risa se desvaneció cuando vi a mi hija acercarse, agarrada de la mano de su padre. Ni siquiera me quiso dar un abrazo, me tenía miedo. Eso me hacía sentir poderosa. Le sonreí de forma suave, intentando sonar afectuosa. —Cariño, ¿cómo estás? —Hola, mami —me respondió cortante, ape
Emir..Al salir de la reunión de la empresa, dejé claras las indicaciones a mi asistente y a los socios mayoritarios. Este sábado no podré estar presente debido a una reunión familiar, pero me aseguré de que todo quedara en orden. Firmé los documentos necesarios, revisé las estadísticas de ventas y me tranquilizó ver que, afortunadamente, todo estaba mejorando. Pedí a Andrew que me llevara a casa, ya que tenía que reunirme con mi madre, y hablar sobre el viaje de mañana. Había que entregar la mitad de la herencia a esa mujer cuanto antes. Ella estaba decidida a irse del país, y la verdad, lo prefería así. No quería que siguiera cerca, y menos aún que Osvaldo se metiera en todo esto. Ese hombre es peligroso; si ella lo lleva consigo, podría quitarle todo a ella.Al llegar a la residencia, saludé a todos los presentes. Conversé un rato con mi madre y Laurien, mientras los pequeños jugaban. Al verme, el señor Pablo me saludó con un aire de vergüenza, pero le respondí con cortesía. En ese
EizaFinalmente, mi esposo había llegado al condado junto a su madre, gracias a Dios. Solo espero que no tenga ningún conflicto con ese par de arpías. Fui a ver a mi madre y la ayudé a levantarse para que tomara una ducha. Luego entré a ver a mis niños; mi pequeña ya estaba jugando en su andador, y mi hijo la ayudaba. Sandra, como siempre, estaba pendiente de ellos. Entré a la cocina y les pedí que sirvieran el desayuno, pero me di cuenta de que Carmela no estaba. —¿Dónde está Carmela? —le pregunté a la servidumbre. —Fue a hacer unas compras, salió hace un rato—respondió una de las chicas. —¿Salio hace un rato? —repetí, sorprendida—. Pensé que dejé claro que no quiero a nadie fuera de la residencia, mas al saber que ese tipo anda suelto.—No, señora, pensé que usted le había dado la orden, de ir al mandado. En ese momento, la puerta de la cocina se abrió, y Carmela entró. —Carmela, por favor, ¿por qué te saliste, tu sabes el peligro que hay afuera con kadir suelto? —Señora, di
EizaMis manos no paraban de temblar mientras sacaba los $3,000 de mi cuenta. Era lo único que tenía. Mi cabeza estaba llena de ruido, de miedo, de desesperación, y no me di cuenta de que también había retirado dinero de la cuenta de mi esposo, con eso complete tres millones nada mas. Mierda no tenía suficiente para entregarle a ese hombre, sin embargo tenía que buscar la manera de rescatar a los míos. No iba permitir que el los dañe, prefiero que haga lo que quiera conmigo. Tenía miedo y sabía que él no iba ceder con esos tres millones.Pero ya no había vuelta atrás. No podía hacer nada más que seguir adelante. Tenía que proteger a mi hermano y a Laurien, mi amiga. Tal vez, solo tal vez, si le daba lo que pedía, ese desgraciado nos dejaría en paz. Respiré hondo, tratando de calmarme, pero mi respiración era pesada y entrecortada. El baño parecía ser el único lugar en el que podría estar a salvo de sus ojos, aunque fuera por un momento. Entré, cerré la puerta detrás de mí y me apoyé
Eiza.—Habla de una vez, ¿dónde nos vamos a encontrarnos? —espeté, queriendo poner fin a este infierno de una vez por todas.—Qué ansiosa, querida Eiza. No te preocupes, ya te diré a dónde ir. Sabes que te estoy vigilando, ¿verdad? —respondió con su tono repugnante, cargado de superioridad.Mi estómago se revolvió. Sabía que estaba en sus manos, y odiaba sentirme tan vulnerable. Lo único que me mantenía en pie era el pensamiento de mi hermano y de mi amiga, de salvarlos de las garras de ese loco. Tenía que ser fuerte y no dejarme intimidar.—Estoy en camino. Más te vale tener a mi hermano y a mi amiga a salvo, Kadir —respondí, mi voz firme a pesar del miedo que recorría mi cuerpo.—Claro. No te preocupes por eso. Dirígete al kilómetro 53. Bajo el puente hay un callejón Y ya sabes no puedes entrar con el taxi, calle llega hasta ahí, baja y camina. Si intentas algo... ya sabes que estoy observando cada movimiento tuyo. Y no llames a nadie, o puedo hacer que desaparezca tu hermano en un