EizaYa había pasado una semana desde que comenzaron a circular los videos en las redes sociales. Mientras los veía, mi esposo me observaba atentamente, hasta que finalmente habló, con un tono cargado de sarcasmo y celos.—Ay, no me gusta ese tipo, ¿por qué te agarró ahí? —dijo frunciendo el ceño—Además es feo y flacucho, ni siquiera se compara conmigo.—Cariño, solo es un video —le respondí, intentando restarle importancia.—Bueno, digamos que sí, pero... ¿cómo una mujer tan hermosa como tú va aparecer en este video? Ademas de seguro el tipo se sintió atraído por ti.Le sonreí, de lado. De verdad que el si tenia buenos comentarios.—Ya cariño, si deja eso.—Bueno, bueno, mejor sigamos. Vamos a preparar un gran banquete —agregó, sonriendo más relajado.—Sí, gracias, por querer celebrar el cumpleaños del pequeño Eleazar—Agradecí.—Todo será genial, ya veras.—Gracias por amas mucho a nuestro hijo —respondi con una mirada dulce.—No te preocupes, él se merece todo esto. Su cumpleaños se
EmirQuedé observando a los hermanos de Eiza. El chico ya parecía tener unos 18 años, y la pequeña, unos 12. Solté un suspiro profundo y me acerqué a ellos. La niña estaba llorando sin parar. Me agaché para quedar a su altura y, con suavidad, limpié sus ojitos.—No te preocupes, vas a ver que pronto tu mamá saldrá de esta —le dije con la mayor convicción posible.—¿Estás seguro, señor? —preguntó con los ojos llenos de incertidumbre.—Sí, estoy seguro. No te preocupes —traté de calmarla—. Esta misma noche ustedes se van a ir a vivir con nosotros. Nuestra casa está bien custodiada, no tendrán nada de qué preocuparse.El niño, que había permanecido en silencio, me miraba con una mezcla de desconfianza y curiosidad. Sabía que tenía que saber más. Algo dentro de mí me decía que no era un ataque fortuito, que había algo detrás de todo esto.—Dime, ¿tu madre tiene enemigos? —pregunté mirando al chico.Él negó lentamente con la cabeza.—No, mi madre no tiene enemigos —respondió en voz baja.—
EizaMi corazón latía con fuerza mientras observaba a mi madre. Gracias a Dios, su semblante ya no era el de alguien al borde de la muerte. El médico me había asegurado que estaba fuera de peligro, pero eso no me traía paz. Me acerqué a su cama y acaricié su mano con delicadeza. No podía evitar pensar en todo lo que había ocurrido, en las razones detrás del ataque a mi madre. ¿Era Kadir? ¿O tal vez Erin y su padre estaban involucrados? No tenía ninguna certeza, pero todo apuntaba a ellos. No podía permitir que siguieran dañando a los míos.—Quiero que le den el alta —le había dicho al médico. No podía dejar a mi madre sola en ese hospital. Tenía que cuidarla en casa.—Primero debemos esperar que pasen las 24horas de control.—Asentí sin poder hacer nada.Cuando el médico salió de la habitación de recuperación, mi mente viajaba de un lado a otro, buscando respuestas, culpables. Sabía que Emir había enviado a mi hermanita a la mansión,para que su madre y Laurien la cuidaran. Allí estaría
Eiza.El aire de la mañana estaba fresco, pero sentía un peso en mi pecho que no me dejaba disfrutar del día. Mamá estaba en recuperación, y aunque todo parecía estar bajo control, no podía quitarme la inquietud de encima. Los días desde que Kadir desapareció habían sido una tortura. Las autoridades seguían buscándolo, pero era como si la tierra se lo hubiera tragado. Sus padres, claro, se lavaron las manos, como siempre lo han hecho. Según ellos, no tenían idea de lo que andaba haciendo su hijo, y lo peor es que me echaron la culpa a mí. Según ellos, todo era por no haberle cedido el derecho a ver a nuestro hijo.Desde cuándo, me preguntaba. ¿Desde cuándo le interesaba su hijo? Nunca se preocupó antes, ni él ni sus padres. Pero ahora, de repente, pretendían ser una familia unida. Intenté no pensar demasiado en eso, aunque la rabia me carcomía por dentro. Sabía que debía mantener la calma, sobre todo por los niños. Había hablado con Savanna y le pedí un tiempo, un descanso del modelaj
Emir —Señor Emir tengo entendido que la última persona que vio a Kadir fue la madre de Eiza. —¿Desde entonces nadie lo ha visto? —pregunté, sintiendo cómo mi frustración crecía.— Según tengo entendido, un muchacho que pasaba por ese callejón lo vio, pero se escapó. —¿Has encontrado a ese muchacho?—Exactamente, lo localizamos hace poco.No pude esperar más. De inmediato dejé todo lo que estaba haciendo y llamé a mi asistente. —Cancela la reunión de hoy —le ordené con firmeza—. Mañana mismo tenemos que re agendarla, pero ahora hay algo más importante.Cuando colgué, inmediatamente recibí una llamada de Luciano Moretti, mi padre.—Emir, como estas.—Estoy bien —le respondí cortante, sin ánimos de hablar con nadie.—Me alegro, te llamaba para avisarte, que tendremos una conferencia de prensa muy pronto. Para regenerar a otros miembros que desean invertir en Rockefeller.Sonrió emocionado.—De verdad.—Así es, hijo.—dijo y sentí un nudo en el estómago.—Gracias por hacer todo esto, d
EmirNo puedo sacarme de la cabeza la imagen de Eiza tan asustada. Esa tensión en su cuerpo, el miedo en sus ojos... me aterra pensar que Kadir esté cerca, acechándonos. Si es necesario, buscaré hasta el último rincón de este país para encontrarlo. Pero no puedo dejar que esto continúe. No puedo verla así. Me da miedo. Miedo por ella, por mis hijos, por mi madre e incluso Laurien. Ese tipo es impredecible, y no me perdonaría si algo les pasa. No sé qué pretende, pero lo vamos a frenar, sea como sea.No quiero que Eiza salga más de la casa. Mi madre tampoco. El peligro allá afuera es real, y no puedo arriesgarme a perderlas. Ya he agilizado la seguridad, reforzamos todo. Nadie va a poder salir ni entrar sin que lo sepamos. Pero eso no quita que la amenaza siga ahí. ¿Kadir está actuando solo? Esa pregunta me da vueltas en la cabeza. No lo sé. Es posible que alguien lo esté ayudando, pero ¿quién? Incluso sus propios padres dicen que no tienen idea de dónde está.La idea de que pueda esta
EizaMe mordía las manos, una y otra vez, mientras la ansiedad me devoraba. No podía contarle todo, no a él. El riesgo era demasiado alto, y si tomaba la decisión equivocada, todo podría desmoronarse. El peligro acechaba a cada paso y sabía que una jugada en falso podría terminar en algo peor. Estaba esperando esa m*****a llamada para saber si tenía el dinero suficiente, y si lo tenía, entregarlo de una vez por todas. Pero no podía confiar en Kadir, nunca había podido.Pensé en Savanna. Ella podría ayudarme, tal vez hasta sacarme de este lío. Pero si la involucraba, la estaría exponiendo a algo demasiado peligroso. No quería arrastrarla a esto. Savanna no merecía esa carga. Esto era mío y solo mío. Me dejé caer al borde de la cama, con el corazón latiendo como loco. ¿Había hecho lo correcto? ¿O estaba caminando hacia mi propia ruina?El reloj seguía avanzando, y Kadir... él seguía sin dar señales. Había pasado una semana y la incertidumbre me estaba destruyendo. Necesitaba aire. Salí a
Erin La sonrisa no podía desaparecer de mi cara cuando Kadir me llamó para decirme que nuestros planes estaban en marcha. Me había sumergido profundamente en la idea de justicia desde que atacamos a la madre de esa promiscua, Eiza. Sin pensarlo dos veces, le dije que mi hermano y yo nos iríamos a un condado este sábado.Era nuestra oportunidad.Haria algo grande, secuestrar a esa desgraciada y dejar que él se encargara de matarla. Así mi venganza sería rápida, efectiva, sin tener que ensuciarme las manos. Solo imaginar a Emir, mi querido hermano, sufriendo, llorando y hasta queriendo suicidarse cuando descubriera que su querida Eiza estaba muerta... no pude evitar reír a carcajadas. —Todo sería perfecto.Mi risa se desvaneció cuando vi a mi hija acercarse, agarrada de la mano de su padre. Ni siquiera me quiso dar un abrazo, me tenía miedo. Eso me hacía sentir poderosa. Le sonreí de forma suave, intentando sonar afectuosa. —Cariño, ¿cómo estás? —Hola, mami —me respondió cortante, ape