"La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener"Gabriel García MárquezArthur llega a su oficina, Helen, su asistente le espera:—¡Buen día, Helen!—¡Buenos días, Sr. Venzon! Le estaba esperando.—Dime ¿Qué hay por allí? —le pregunta, mientras coloca su portafolio sobre la mesa y se sienta.—El Sr. Braun estuvo llamando muy temprano. Necesita comunicarse con usted.—Muy bien, devuélvele la llamada y ponme en contacto con él. ¿Alguna otra cosa?—No señor, nada más por ahora. Con su permiso.—¡Adelante!Helen sale de la oficina. Arthur no logra concentrarse en su trabajo, solo piensa en la suavidad de los labios de Anna y su piel ardiendo a cada contacto con su cuerpo.Luego de la muerte de Emma, Arthur se había sumido en una profunda tristeza, había preferido no involucrarse emocionalmente con alguna otra mujer, para no tener que vivir nuevamente el sufrimiento de perder a quien amaba.Flash back***Había pasado una semana luego del en
"Un beso mueve, dos atan, tres marcan."Marta GárgolesAnna como todos los días, se presenta en casa de Arthur para cumplir con su trabajo, ya es viernes. Es el último día de la semana. Aunque no ha vuelto a hablar con Arthur, siente la enorme necesidad de sentir sus besos no solo en sus labios, sino por todo su cuerpo.Al igual que ella, Arthur no para de pensarla y desearla. Anna se ha convertido en una especie de obsesión para él, mas no es él quien teme poseerla, es su inconsciente que trae el recuerdo de Emma. Él siente que la historia se repite con Anna.Cuando conoció a Emma, también tuvo que defenderla dd su ex, a Anna de los ladrones que intentaron perjudicaría. Con Emma todo fluyó fácilmente y sin dificultad, igualmente con Anna. Para Emma, él fue su primer hombre, y ahora tenía la posibilidad de ser el de Anna. Y hasta allí, todo era perfecto, excepto porque de pensar en que algo podría separarlo de ella como lo separó de Emma, sería insoportable esta vez.Felipe que apenas
“También es mi primera vez, siente como tiemblo, ya ves tuve sexo mil veces pero nunca hice el amor.”Ricardo Arjona—Pensé que no te vería, estaba muriendo de ansiedad por verte. —dice Anna, mientras se aferra a su cuerpo.—No he podido dejar de pensar en ti Anna, es algo más fuerte que mi propia voluntad. Quisiera que esto no fuese un simple sueño —toma su rostro entre las manos y la besa una y otra vez.—Arthur, yo tampoco puedo contenerme. Nunca pensé que podía desear a alguien como te deseo a ti.—No te imaginas como me alegra oírte decir eso. Yo también te deseo, con desesperación, con locura.Sus labios comulgan nuevamente en un intenso y ardiente beso, mientras las manos yescan cada parte de piel que van rozando el uno del otro.—¿Podemos ir a otro lugar? —pregunta un poco avergonzado por la propuesta. A pesar de que la desea, siente que la diferencia de edad entre ellos, es un pequeño abismo, que puede abrirse con el pasar del tiempo.—Sí, vamos. —responde ella, avivando en é
“Hermanos; esos mejores amigos que no tuvimos que escoger”AnónimoCuando Anna despertó, aún estaba entre los brazos de Arthur. No era un sueño. Esta vez no. Había cumplido su deseo de estar con él.—Buenos días —le comentó ella, cuando él abrió los ojos y se encontró en el hotel.Al igual que Anna, Arthur necesitaba cerciorarse de que no era un sueño. La abrazó y besó por enésima vez para sentir el sabor de sus besos y su humedad.—Eres maravillosa, Anna.—Tú me haces maravillosa. Nunca pensé que todo lo que me había imaginado contigo, fuese posible.Él la mira y sonríe:—¿De verdad me pensabas como yo a ti?—No sé desde cuándo, tú comenzaste a pensarme, pero yo desde el primer momento que te vi en el café, sentí algo muy especial, incluso irracional. Por algunos momentos soñé siendo tuya y hoy lo soy, hoy te pertenezco Arthur Venzon.—¿No te ofrece esto, una locura? Soy mucho mayor que tú. Podrías ser mi hija o la novia de Fred.—No pienses en nuestra edad. Las almas no tienen edad,
“El amor busca dar felicidad en lugar de ser feliz”.Ralph ConnorEl día siguiente transcurre sin que Anna reciba una respuesta de Arthur, por minutos se siente sola y abandonada.Se levanta de la cama, toma lo poco que le queda del adelanto que le dio Arthur por las clases de piano de Felipe. Se arregla el cabello, se cambia el camisón de dormir, se pone una minfalda de jeans, tenis y suéter con capucha. El día estaba nublado, posiblemente lloverá esa tarde.Sale de su habitación, cierra la puerta, camina sin rumbo fijo. Entra al supermercado, parece una autómata, paga en la caja. Sale del supermercado, cruza la calle, entra a la cafetería del frente, pide un capuccino y croissant para desayunar.Se sienta en una de las mesas de afuera para tener que pensar y ver el rostro del resto de las personas que al igual que ella, están repletos de angustias y ansiedad.Saca su celular, lo deja sobre la mesa mientras toma el capuccino y muerde el croissant. Aún no entiende la despiadada y fría
“y cuando por fin, crees que el amor, lo puede todo; te das cuenta que no es suficiente”A. K. MDe regreso a la ciudad, Arthur llevó a Anna hasta la residencia, se despidieron con un beso furtivo para evitar inconvenientes con Doña Cira. Anna abrió la puerta, entró a la residencia; en la sala arrumada en una esquina estaban la maleta de Anna y en una caja sus libros. Asombrada por ello, fue hasta su habitación, introdujo la llave y no consiguió abrir, Doña Cira había cambiado la cerradura. Enardecida, Anna fue hasta la parte de atrás de la residencia, en busca de una explicación, pero la mujer al verla, la atacó verbalmente sin darle chance de nada.—Te largas inmediatamente de mi residencia, aquí no acepto a ninguna ramera. Te lo advertí, antes de ayer y aún así no tomaste en serio mis palabras. Vete con el sugar Daddy que te conseguiste y dile que te busque un hotel para llevarte. O si de verdad quiere algo contigo, que te lleve a su casa —dejó escapar una carcajada, mientras Anna
“El verdadero amor es eterno, infinito y siempre como él mismo. Es igual y puro, sin manifestaciones violentas: se ve con canas y siempre es joven de corazón”.Honoré de BalzacArthur pasa toda la noche en vela, pensando en Anna. ¿Qué debía hacer? Tal vez ella pensaba que él estaba siendo injusto con ella o que solo se aprovechó de su vulnerabilidad.Mas para un hombre de cuarenta años, el amor es algo que no esperaba, no estaba preparado para enfrentarlo como lo hubiese hecho a sus veinte años. Pero el amor, no es uma decisión de las personas. No se escoge amar. El amor nos escoge.Arthur baja por un vaso de agua. Aún es de madrugada. Entra a la cocina, toma un vaso del estante, abre la nevera, llena el vaso y lo bebe. Cuando escucha detrás de él, un ruido, voltea rápidamente y se topa con Elvira.—¿Qué haces despierta, mujer? —le pregunta impresionado.—Lo mismo que usted. ¡Por lo visto no puede dormir! —responde Elvira sonriendo.—Sí, no sé qué me pasa. Llevó horas dando vueltas en
“Nosotros, predestinados el uno al otro. Hechos el uno para el otro. Una pena. Aquel o aquellos que nos crearon el uno para el otro deberían haberse preocupado de algo más.”Andrzej Sapkowski—Quiero que vayas a vivir a la mansión. —le dijo sonriendo.—¿Qué dices? Es una broma. —Anna pregunta sorprendida.—No, jamás me jugaría con eso. —acaricia sus mejillas y la mira fijamente— Solo necesito pedirte un favor.—Sí, dime. —responde ella, curiosamente.—Dame tiempo para decirle sobre todo a Fred, lo nuestro.—¿Piensas que me rechazará? —lo mira con recelo.—No lo sé, el tiene un carácter algo difícil. —refiere él tratando de no confundir a Anna—¡Jajaja! Salió igual a ti —responde ella, jocosamente.—¡Jajaja! ¿De verdad me consideras un ogro? —enarca una ceja.—No, para nada.—Felipe por lo que veo, se la lleva muy bien contigo, pero Fred ya es un hombre y sé que algo dirá para contradecirme.—Está bien, mi amor. No hay problema. Cuando tú decidas, se lo diremos. Lo que menos deseo es p